La tarde comenzó con el ruido de una taza romperse. La mitad del grupo debía estar fuera, porque apenas se escuchaba un alma en la casa, tal vez por eso ese ruido pareció retumbar incluso en la segunda planta.
-El mundo se va a acabar hoy -dijo Ho Seok en voz alta. Era él quien había roto la taza, una de sus tazas favoritas, de hecho.
En ocasiones normales, le hubiera dado igual. Era una taza común y corriente, de cristal con una tapa y una cañita azul a rayas tan común que, cuando buscaba recetas de copycats de bebidas de Starbucks por internet, solía aparecer esa misma taza. Pero ese no estaba siendo su día, y que la taza se rompiera solo parecía ser una confirmación de que alguien le había gafado.
Escuchó pasos a sus espaldas, el ruido de unas zapatillas de estar por casa caer a sus pies, y luego unas manos grandes sobre sus hombros y un beso aterrizando en su mejilla. Respiró hondo.
-No te has hecho daño, ¿no?
-No me toques tanto -le contestó Ho Seok, encogiéndose-. Llevo todo el día muy caliente, no necesito que me ayudes. - Hyun Woo se rio un poco, pero apartó las manos-. Pero sí, estoy bien. Gracias...
Ho Seok se apoyó en la encimera para ponerse los zapatos que Hyun Woo le había traído. A veces, la mala costumbre de ir descalzo a todas partes dentro de casa acababa siendo peligrosa.
Se dio la vuelta para quedar frente a él. Le tenía tan cerca que tuvo que doblar el cuello tanto como pudo para mirarle a la cara. Solía darle igual medir solo metro setenta, pero a veces sí le molestaba que Hyun Woo fuese tan alto. En ese momento, le molestaba sobre todo porque Hyun Woo siempre había sido su tipo ideal de hombre: tan alto, de facciones tan masculinas, tan musculado. Le hacía sentir cosas entre las piernas. Casi podía notar lo húmedo que estaba ahí abajo. Encima estaba de mal humor. Una mala combinación.
¿Qué le estaba pasando? Llevaba todo el día irritado y siquiera le había pasado nada. Y esas ganas de agarrar a Hyun Woo y follarle sobre la mesa de la cocina no estaban ayudando.
Le miró de arriba abajo un par de veces, mientras Hyun Woo se mantenía inmóvil y muy cerca, como si buscara provocar todavía más a Ho Seok. Alguno debía coger una escoba y quitar los cristales del suelo antes de que alguien se acabara haciendo daño (casi nadie en esa casa sabía lo que eran unos zapatos, al fin y al cabo). Pero en cambio estaban allí, alimentando la tensión sexual que había entre los dos.
Si no hubiera sido porque alguien les interrumpió en ese momento y les sacó de su burbuja, ambos sabían que hubieran acabado en la cama de alguno de los dos.
-Dios mío, hyung, tienes pintura hasta en las orejas. ¿Trabajas con niños pequeños o con monstruos? -le dijo Min Hyuk a Hyun Woo.
Había entrado con prisas a la cocina, vestido con unos pantalones de traje de talle tan alto que parecían de la sección femenina, y una camisa azul oscura con un montón de flores plateadas bordadas, llevando un vaso térmico vacío en las manos.
Iba dirección al lavavajillas, pero se detuvo al escuchar el crujido de los cristales bajo sus zapatos. Miró a sus pies, y después les miró a ellos dos
-¿Qué ha pasado?
-He tenido un día horrible y ahora voy y rompo mi taza con cañita -dijo Ho Seok, poniendo expresión de disgusto-. La vida es una mierda, Hyukie.
-Ay, hyung... qué dramático eres.
Se acercó hasta donde estaban los dos, y se inclinó hacia Ho Seok para darle un besito en los labios. Pretendía ser solo un roce, pero en cuanto intentó separarse, él le puso la mano en la nuca y le obligó a darle un beso en condiciones, incluso acabó metiéndole la lengua en la boca. Él, aunque un poco extrañado por lo repentino del gesto, sujetó a Ho Seok y correspondió como pudo.
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Flowers, Shields and Swords » MONSTA X. OT7
Lãng mạnDesde hacía cuatro años, Ho Seok se había visto viviendo en lo que a veces le parecía una comuna queer poliamorosa de lo más particular. Eran siete: un chico trans, dos personas no binarias y una chica y tres chicos cis. Había sido difícil aprender...