Parte Única

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Hinowa estaba preocupada.

Estaba mal, lo sabía, sin embargo ¿por qué se sentía así con él? Sabía de los sentimientos de su mejor amiga por el samurái de cabello plateado, y aun así cada vez que lo veía no podía evitar sentirse rara, y no era para menos, después de todo él salvó a Yoshiwara, enfrentándose a Hosen y siendo clave en la derrota de este. 

Gracias a él y a la Yorozuya, ella era libre y vivía tranquilamente con su hijo y Tsukuyo, su mejor amiga, haciéndose alguien importante en sus vidas, agregando el hecho que Seita lo veía como si de un padre se tratara. 

Pero estos extraños sentimientos aparecieron de a poco en ella, alguien acostumbrada al negocio de cortesana, no había tenido oportunidad de enamorarse genuinamente, ni tampoco experimentar el verdadero amor más que el sentirse una esclava estando encerrada en aquella habitación.

Con esta angustia, sentía culpabilidad cada vez que oía a Tsukuyo suspirar enamorada a causa de lo que el vago samurái le provocaba. Ella había notado el enorme cambio de su amiga desde que conoció a Gintoki, y todo el asunto de Jiraia en donde él la rescató de aquellas cadenas que la atormentaban, dándole más confianza en sí misma y generando en ella el sentimiento del amor. Al principio estaba feliz de que su amiga se enamore de alguien y gracias a él viva más tranquila, llegando a apoyarla y motivarla a expresarle sus sentimientos a ese hombre que le había cambiado la vida, pero por el miedo al rechazo, aún no hacía.

Volviendo al presente, Hinowa se encontraba en su silla de ruedas viendo como el vago samurái jugaba con Seita, de verdad parecía un padre cuando dejaba ese lado irresponsable y poco serio que lo caracterizaba. Un sonrojo apareció en su rostro al ver la escena, la enterneció tanto, pero no podía descuidarse, no quería levantar sospechas de sus sentimientos así que guardó la calma. Shinpachi y Kagura quienes acompañaban a Gintoki, estaban sentados a su lado hablando con Tsukuyo, quien lanzaba miradas al samurái cuando los demás no se percataban. Esto hizo sentir peor a Hinowa, nuevamente la culpabilidad por sentirse así la invadía, ¿por qué se enamoró de él? ¿Por qué de la misma persona que su amiga? Estaba perdida en sus pensamientos cuando una voz la sacó de ellos.

- Hinowa-san, ¡Hinowa-san!, ¡te estoy hablando-aru! – La llamó la chica yato quien la miraba extraña, a lo que ella se dio cuenta y le prestó atención - ¿Estás bien? Te vez un poco rara, ¿no tienes fiebre?

- N-no, d-descuida Kagura-chan, simplemente no dormí muy bien anoche, eso es todo – Le mintió de la mejor forma intentando evitar que ella y los demás sospechen, más cuando se dio cuenta que todos, incluido Gintoki la miraban.

- Hinowa, si no te sientes bien puedes ir a descansar, yo y Seita nos ocupamos acá – Le dijo su mejor amiga preocupada.

- N-no, no te preocupes, Tsukuyo, estoy bien – Intentando desviar el tema – Oh, eso me recuerda chicos, preparé muchos aperitivos para hoy, pasen al comedor por favor – Notando el enorme interés y amor por la comida de la chica yato, sonrió dándose cuenta que su idea era buena.

- ¿De verdad? Oh, que delicioso, vamos chicos – Llamó a sus amigos, de los cuales Shinpachi la siguió a ella y Tsukuyo adentro acompañados de Seita.

Hinowa se percató que el samurái no se movió de donde se encontraba, ¿acaso estaba deprimido? Al parecer estaba perdido en el paisaje. De repente notó que él se levantó y se sentó a su lado con su vaso que ya estaba vacío, dándole a entender que quería un poco más. Ella agarró una botella de sake y le sirvió en su vaso mientras él solo agradecía y bebía tranquilamente disfrutando aquellos momentos de paz que tenía.

- De verdad, es lo mejor – Dijo neutralmente, sorprendiendo a Hinowa que no entendía a qué se refería.

- ¿A qué te refieres, Gin-san? – Le preguntó curiosa por su respuesta, mientras contemplaba su rostro melancólico.

- Es agradable beber algo delicioso servido por una mujer hermosa que te sonríe – Le dijo con su típico tono desinteresado pero amable, mientras seguía bebiendo su pequeño vaso.

Ella se sonrojó, recordaba estas palabras, él le había dicho a Hosen que "odiaría beber algo servido por una mujer triste". Esta era una filosofía propia de su estilo samurái, algo que recordaba frescamente en su memoria, desde ese momento se había interesado en aquel hombre, su forma de pensar la había sorprendido, pero hasta entonces no era más que curiosidad.

- P-pero ¿q-qué cosas dices Gin-san? – Le respondió ella intentando mantener la calma, su corazón latía a mil, sentía que se iba a derretir por aquellas palabras dichas de manera tan desinteresada - ¿Ayer bebiste con Tsukuyo, cierto?

-Tch, ¡esa mujer está loca, ayer casi me mató cuando se emborrachó, casi destruyó el bar al que fuimos!

- Tú sabes que así es ella, está muy poco acostumbrada al alcohol, eso es todo, además ella de verdad te aprecia mucho.

"¿Qué estoy diciendo?" 

Además no deberías ser tan denso al venir aquí, sabes que eres totalmente bienvenido aquí, y yo no tengo problemas con servirte algo de beber.

- Después de todo eres el Sol de Yoshiwara, no puedo sentirme más halagado de beber algo servido por ti – Diciéndole mientras le sonreía de manera cálida. Ella notó tristeza en su mirada, algo que siempre veía en él, pese a su personalidad y a sus payasadas, en momentos de tranquilidad mostraba un lado diferente.

- P-pues, gracias, Gin-san, me alegra que te guste visitarnos, sabes que eres un héroe aquí en Yoshiwara, además a Seita y Tsukuyo les encanta que nos visiten – Le dijo ella dándole una sincera sonrisa – Y a mí también me agrada.

- Tch, esos mocosos me rogaron venir, la verdad anoche llegué tarde después de jugar al pachinko y beber, hoy amanecí con la resaca, y más los gritos de esos mocosos, cuando me di cuenta ya me arrastraban, de verdad son un dolor en el trasero – Dijo con su rostro cansado, frunciendo el ceño mientras le explicaba, a lo que Hinowa solo soltó una risita ante esto.

- Jeje, eres como un padre para ellos, Gin-san.

- ¿Aaah? Esos mocosos no me respetan a mí, al gran Gin-san, de verdad es agotador, ¡deja de burlarte de mí, mujer! – Le contestó estresado, solo generando más risa en la cortesana.

- De verdad eres divertido, Gin-san – Se acordó de los aperitivos – Pasa a servirte algo, no vaya a ser que Kagura-chan se lo devore todo.

- Está bien, con permiso, Hinowa-san – Dijo con modestia, mientras se dirigía adentro a regañar a Kagura – Tch, ¡maldita mocosa, no te lo devores todo! – Mientras comenzaba a discutir con la chica yato, esto era visto por los demás quienes reían divertidos por la graciosa escena.

"Más que un padre, parece un hermano mayor inmaduro" – Pensó Hinowa mientras lo veía, su corazón seguía latiendo fuerte, definitivamente era amor, un amor que nunca esperó que llegara. Una mujer adulta como ella ya no quería pensar en cosas así, pero de verdad, era inevitable.

Siempre había sido considerada una mujer bellísima por todo el mundo. Aquel vago y pervertido samurái la había rescatado de aquellas cadenas que la amarraban. Ahora tenía un hijo que cuidar, una preciada amiga y personas genuinas a su lado. De verdad amaba como era su vida ahora, y aún sabiendo que sus sentimientos no eran normales, estaba más tranquila, aunque no llegue nunca a decírselo, se conformaba con verlo siendo esa persona genuina que ella tanto quería.

No es NormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora