꒰ Ocho.

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— ¿Desde cuando te gustan los hombres? —volvió a preguntar Yaning.— Tú... ¿Te casaste conmigo para cubrir tu sexualidad ante tu familia?

Doyoung solo se limitó a negar, ni siquiera sabía si realmente le gustaban los hombres, no los encontraba atractivos, y mucho menos los deseaba, siempre había sido así, hasta antes de conocer a Jaehyun. Por algún extraño motivo, ese hombre le hacía sentirse cosas que él no era capaz de explicar.

Jaehyun lo había cambiado por completo, su gusto por las curvas finas y facciones delicadas había desaparecido junto a su buen gusto por un par de senos bien formados, ahora solo lo deseaba a él, algo que le preocupaba, lo suyo no era algo estable, era solo sexo bajo un contrato que podía terminarse en ese instante o mañana. Soltando un profundo suspiro se sentó frente a su esposa.

— No, no me casé contigo para cubrir mi sexualidad, ni siquiera me gustan los hombres. —respondió mirándola a los ojos.— Es complicado.

La castaña frunció su entrecejo al no comprender las palabras de su esposo.

— Pero yo te vi besándote con un hombre, es imposible que no te gusten...

— Lo sé, a lo que me refiero es que no me gustan los hombres a excepción de él, es complicado, parece que no deseo a nadie aparte de él... lo siento, Yaning. —dijo— Me disculpo por hacerte pensar que eras tú la del problema, cuando el que esta fallando en este matrimonio soy yo.

Yaning negó levemente ante la palabras de Doyoung, le dolía perderlo porque le amaba, pero los sentimientos que vio en su esposo cuando le correspondía el beso a aquel hombre no eran ni comprados a los que Doyoung llegó asentir por ella, lo mejor era marcharse aún cuando estaba a tiempo y su corazón aún no estaba destrozado del todo. Limpiando las gruesas lágrimas que brotaban de sus ojos, se atrevió a preguntar algo que probablemente le lastimaría más.

— ¿Le quieres? —preguntó con la voz entrecortada.

Kim Doyoung no esperaba tal pregunta, y menos porque él mismo no contaba una respuesta ante tal interrogante, se había preguntado infinidad de veces que era lo que sentía hacia su urólogo, muchas veces se había dicho que solo era deseo sexual, pero luego se encontraba a sí mismo extrañándolo y deseando que los miércoles y fines de semana llegasen con rapidez para poder verlo y besarlo. En otras ocasiones se había dicho a sí mismo que lo sentía por Jaehyun era probablemente cariño.

Desviando su mirada hasta el ventanal de su habitación, se volvió a preguntar que era lo que sentía por Jaehyun, pero como era de esperar no encontraba respuesta, y se dijo a sí mismo que se encontraba confundido.

— No lo sé. —respondió en voz alta.—Últimamente soy un nudo de pensamientos, sentimientos y emociones... o tal vez estoy siendo demasiado cobarde para aceptar las cosas.

Podía ser un cobarde al no aceptar sus sentimientos, pero no era un egoísta, no podía retener a Yaning solo por miedo a perder la estabilidad de una relación que tenía con ella, cuando sabía que cada miércoles por la noche y viernes correría al los brazos de Jaehyun, él no era ese tipo de hombres, sabía que la mujer frente a él merecía a alguien que amara más de lo que él alguna vez lo hizo, en lugar de quedarse en casa apantallando que era una mujer feliz a al lado de un hombre que la engañaba.

Se merecía todo menos eso, era por ello que no se había negado cuando Yaning le había pedido el divorcio, no sabía que sería de su extraña relación con Jaehyun el día de mañana, pero fuese lo que fuese él debía enfrentarlo y dejar ir a la mujer que le hizo feliz tanto años.

Tras lo ocurrido la noche del domingo, Kim Doyoung no había podido concentrarse demasiado en su trabajo y mucho había tenido ánimos de hablar con Jaehyun, por lo que solo fue capaz de enviarle un corto mensaje donde le decía que probablemente estaría demasiado ocupado toda la semana y que se verían hasta el viernes por la noche. Había escogido ese día para darse la oportunidad de verlo, porque creía que ya tendría su mente clara con respecto a todo lo que estaba pasando, pero ya era miércoles y eso tenía nada resuelto. Su mente seguía siendo un lío por completo.

Dejando los informes sobre su escritorio, se dejó caer en peso contra el respaldo de su silla, necesitaba pensar las cosas con calma y estaba claro que con el ajetreo de la oficina no lo lograría fue por ello que le avisó a su secretaria que cancelara cualquier reunión de ese día, pues se tomaría la tarde libre. Sin un rumbo fijo abandonó las instalaciones de la empresa.

Doyoung condujo por varias horas por las calles de Busan. Y conducir sin rumbo le ayudó a despejar su mente, y darse cuenta de sus sentimientos y lo cobarde que había sido al no decirlos en voz alta. Ahora que conocía sus sentimientos debía tener el valor de decirlos en voz alta una vez fuese el momento correcto. Y esperaba que el viernes por la noche fuese el momento correcto para decirlos.

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The Urologist ★ jaedo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora