꒰ Siete.

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Después de la estupenda sesión de sexo en la madrugada, ambos habían caído completamente rendidos y saciados sobre la comodidad de la cama que ambos hombres compartían cada vez que el mayor decidía dejar a su esposa para disfrutar de los placeres y cuidados que el urólogo le brindaba. Con sus cuerpos desnudos y enredados dormían plácidamente sin importarle las consecuencias de sus acciones.

Y no fue hasta después de mediodía en la que ambos despertaron gracias al sonido de una llamada entrante en el teléfono de Jaehyun y que para mala suerte de ambos era una llamada del hospital pidiéndole al médico de que si podía cubrir un turno que duraría hasta la mañana siguiente.

— ¿No se suponía que era tu fin de semana libre? —preguntó Doyoung observando cómo su urólogo salía del cuarto de baño con una toalla cubriendo de su cintura hacia abajo.

— Lo es, pero debo asistir cuando se me llame así este de vacaciones. —el castaño se aproximó hasta su pequeño armario y saco una de sus pijamas azules— Sé que tú y yo teníamos planes para hoy en la noche, pero prometo que te lo voy a compensar el miércoles.

No estaba del todo contento, pero no podía hacer otra cosa más que aceptar la situación que se le había presentado. Soltando un profundo suspiro, se levantó de la cama únicamente vestido con unos bóxers negros, al menos si no iba a poder disfrutar de Jaehyun el resto de la noche, no se iba a quedar de brazos cruzados y sin una buena ronda de sexo antes de que el menor se fuese a cubrir el dichoso turno.

— ¿Cuánto tiempo tienes para llegar al hospital? —preguntó parándose justo enfrente del castaño.

— Como una hora, pero al hospital está a veinte minutos. —respondió mientras acariciaba el rostro de Doyoung.— ¿Por qué? —preguntó.

Kim solo se limitó a sonreír antes de llegar su diestra hacia el miembro que se escondía bajo las telas de ropa.

— Creo que nos podemos divertir al menos treinta minutos, ¿cree que sea posible eso, señor? —los ojos de ambos se dilataron antes dichas palabras.

El uso de la palabra señor, era claramente a una invitación a ese delicioso y adictivo juego de dominación que ellos amaban jugar. La actitud y postura de Jung cambió en cuestión de segundos, el uso de aquella sencilla, pero significativa palabra.

— Creo que no le he dado la autorización de que me toque, Kim. —demando con voz ronca. — Un atrevimiento como este le traerá consecuencias graves, pero contamos con tan poco tiempo en estos momentos. —llevó sus finos labios hasta el cuello de menor para comenzar a dejar un rastro de húmedos besos sobre este.— Que gustosamente le haré pagar más tarde y con creces.

Suaves y roncos jadeos se escapaban de la voluminosa boca de Kim, cuando los labios del contrario volvieron a atacar su sensible piel. Si bien podía esperar hasta el miércoles para poder disfrutar de una buena ronda de sexo y mimos por parte del urólogo, su deseo por pasar tiempo con este era mucho más grande que su paciencia.

Con el tiempo contra reloj, las opciones para disfrutar de sus últimos minutos eran múltiples que era difícil de escoger alguno. No fue hasta que que Doyoung tomó la iniciativa de colocarse sobre sus rodillas y palmas sobre la cama. Aquella posición era una clara invitación para ser follado sin ningún tipo de preparación, pero Jung no era ningún desconsiderado con su amante por lo que con una sonrisa tomó el bote de lubricante que reposaba sobre uno de los muebles para luego acercarse al pelinegro.

— Siempre tan dispuesto para mí, ¿no es así, Kim? —Doyoung asintió levemente pues su señor no le había dado la autorización de hablar.— Buen chico.

The Urologist ★ jaedo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora