𝑺𝒖𝒔𝒑𝒊𝒓𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏
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—¡Mateo! — Emilio grita con emoción el nombre de su hermano, una vez que llegó a la casa de Lombardo. Y que el morocho se dignara en bajar de dónde se encontraba, junto con la compañía de Tiago. —¿Cómo estás? — consulta rápidamente, sin esperar mucho tiempo para obtener una respuesta. —¡Te extrañe mucho! ¡Pero mucho! — confiesa con ánimos.
Abrazando de manera efusiva al morocho, quien solo es capaz de sentirse bastante incómodo por la gran muestra de cariño que estaba recibiendo, a pesar de que fuera su mismo hermano quien lo estaba abrazando.
—Eu, con cuidado. — Mauro le dice al menor de los Palacios, al percatarse de la enorme incomodidad que se estaba apoderando del cuerpo del morocho. —Tranqui Emi, que podés lastimar a Mateo. — comentá, haciendo que el primero baje la intensidad de su abrazo y de su emoción.
—Perdón, creo que me dejé llevar demasiado por la emoción de ver a Mateo de nuevo. — aquel se excusa sonriente, recibiendo un par de caricias por parte de su hermano mayor en el rostro, quien también le sonríe, pero con menos intensidad y más timidez. —¿Y cómo estás? ¿Te sientes mejor el día de hoy? — inquiere, pero el mayor prefiere quedarse callado. —Vamos Teo, decime algo, por favor. — súplica, queriendo escuchar la voz de su hermano.
Quien lentamente se va alejando de su lado, para poder irse a alguna otra parte, quizás a su habitación, para sentirse seguro y estar lo más lejos posible de su hermano menor. Pero este se adelanta a alguna acción que intente hacer, por lo que lo sostiene de uno de sus brazos y lo abraza de nuevo.
Pero el rizado se tensa más que antes, aunque no hace nada para intentar escapar de los brazos de su hermano, teniendo encima la mirada de absolutamente todos, por si lograba pasar algo que desatará una mala reacción en torno a los hermanos Corazzina.
—Emi, dale su espacio. — Tiago se atreve a decir, siendo él quien terminó separando a los hermanos.
Dejando en evidencia los ojos rojos de Emilio y de que sus mejillas estaban llenas de lágrimas, porque en cierto sentido, entendía el dolor de su hermano y lo mal que lo estaba pasando en este preciso instante.
—Teo yo... — el menor intenta decir, pero Mateo se va corriendo rápidamente, no siendo detenido por nadie en el proceso. —Soy un pelotudo, debería de darle su espacio y no joderlo demasiado. — agrega, estando demasiado molesto consigo mismo y por lo recién ocurrido.
—No, no sos un pelotudo. — Paulo dice de manera inmediata, frenando de esa manera toda la autoculpa que el otro sentía. —Mateo sigue estando mal, y solo necesita su tiempo para empezar a abrirse. — indica, queriendo consolar de alguna manera al menor, quien solo suspira de manera pesada y busca dónde sentarse.
—Es que ya no quiero verlo así, yo quiero que mi hermano vuelva a sonreír, que vuelva a ser feliz... — es lo que sale de la boca de Emi. —Aunque viéndolo bien... Mateo nunca ha sido feliz, y cada vez que sonreía solo era más que una simple mentira. — dice. —Porque por dentro, se estaba cayendo a pedazos. — murmura mirando hacia el piso.
—Lo sabemos Emi, y es por eso que debemos estar con él en todo momento. — Lombardo habla, siendo su turno de aportar algo a la conversación. —Porque ya llegará el momento, dónde él entienda que no puede seguir de esta manera. Y que tiene detrás de él, a muchas personas que lo quieren y que lo aman demasiado. — informa, consiguiendo que el menor le dirija la vista.
—¿Pero cuándo sucederá eso? ¿Cuándo podrá estar bien? ¿Cuando dejará de sufrir y lamentarse el hecho de seguir viviendo? — Corazzina se queja, no queriendo levantar la voz para que Mateo lo escuche, pero sus emociones eran mucho más grandes que su razón. —No saben el miedo que siento cuando estoy lejos de él... Siempre siento un pánico enorme al momento de irme a dormir y despertar por la mañana, con la trágica noticia de que mi hermano mayor ya no está vivo. — argumenta, sin levantarse del sofá, ya con una expresión de dolor en el rostro. —Mateo es lo único que tengo, y yo soy lo único que él tiene por parte de una familia. Porque mi vieja prefiere no meterse en sus asuntos, así que lo deja a su suerte y mi viejo sigue siendo un gran hijo de puta. — susurra entre dientes.
—Lo entendemos y es por eso que seguimos aquí, porque Mateo es más que nuestro amigo. — es lo que Pacheco dice, en busca de darle un poco de calma al menor. —Yo apenas lo estoy conociendo, pero me parece ser una persona completamente maravillosa. — confiesa con la mayor seguridad del mundo.
—Eso espero, porque si te atreves a hacerle algo, yo mismo te cago a piñas. — es la respuesta que Emi le da a Tiago, para sorpresa de todos. —Ya no voy a permitir que lastimen a mi hermano, y quien quiera hacerlo. Va a tener que pasar sobre mi primero, para poder tocar a Mateo nuevamente... — afirma, para luego ponerse de pie e irse en la misma dirección que el rizado había tomado.
—Vaya... eso sí que no me lo esperaba. — Lombardo comenta con aire de desánimos. —Pero viendo la situación en la que Mateo está, hasta yo mismo haría eso. Si uno de mis hermanos la está pasando mal y necesita de alguien que lo cuide. — agrega.
—Emi tiene un buen corazón y todas las intenciones de querer ayudar a Mateo. Solo necesita de nuestras ayuda y apoyo, para que no se le haga un trabajo demasiado difícil. — es lo que Paulo dice.
—Es un buen hermano, eso nadie lo puede negar. — Tiago dice, estando un poco nervioso por lo que pudiera pasar entre Mateo y Emi estando a solas. —Y el hecho de siempre haber visto a Mateo herido, lo impulsa a querer cuidarlo demasiado. — agrega. —Solo espero que no se vuelva un obstáculo para poder ayudar a Mateo.
—Lo dudo mucho, Emi es bastante razonable y maduro para alguien de su edad. — Paulo responde. —Así que no te preocupes por eso, que él nunca haría algo contraproducente para que Mateo no mejore. — índica más que confiado.
—Paulo tiene razón, así que no pienses eso, ni lo vuelvas a decir, que si Emi te escucha va querer cagarte a palos... — Lombardo dice, suspirando de manera pensada mientras pensaba en algún otro tema de conversación. —Voy a pedir algo de comida para la cena. — anuncia. —Tiago, ¿Te querés quedar a cenar? — consulta, invitando de esta manera a su amigo.
—Gracias, pero le prometí a mi vieja que iba a llegar a la hora de la cena. — Pacheco contesta, sin querer sonar grosero. —Pero mañana pienso venir de nuevo. — confiesa, recibiendo un asentimiento positivo por parte de los otros. —Y aquí entre nosotros, quisiera invitar a Mateo a dar una vuelta por ahí. Quizás salir y cambiar de ambiente por un rato, pueda animarlo un poco. — dice, recibiendo una mirada llena de sorpresa por parte de los mayores.
—Entonces mucha suerte con eso, porque a Mateo no le gusta salir. Apenas lo podemos sacar de la casa para que vaya a sus consultas médicas y a su cita con la psicóloga. — Paulo habla con cierta duda ante la propuesta del otro. —Pero vos intentalo que es mejor hacerlo que no hacer el mínimo esfuerzo. — comenta.
Dándole su aval al otro para que pudiera intentarlo, aunque aún hacía falta la autorización de Mauro y la del mismo Mateo, quien sería el que debería de tomar la decisión de aceptar o no.
—Yo opino de la misma manera que Paulo, pero vos hace lo que tú corazón te diga. Pero ya escuchaste a Emi, no intentes hacerle daño a Mateo, si no querés tener problemas con él. — Lombardo dice, notando como Pacheco lo veía con una mirada sumamente indignante. —Aunque se que no sos tan pelotudo para hacer algo que no debes. — agrega, dándole de esa manera un poco de consuelo al otro.
—Muchas gracias Mauro. — aquel le agradece, para después desviar su mirada a otra dirección.
Mientras pensaba si había sido una buena idea o no lo que había dicho, y si Mateo aceptaría una salida con el.
Pero como Paulo lo había dicho, tenía que intentarlo.
Y era más que obvio que él lo iba a hacer, hasta obtener un buen resultado...
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𝑺𝒖𝒔𝒑𝒊𝒓𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏 : Tiago x Trueno : PAUSADA TEMPORALMENTE
Fanfiction╰ ✶✶ ╯Oírlo suspirar decepcionado de la vida, hace que quiera abrazarlo para nunca soltarlo ╰ ✶✶ ╯