Aroma

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Estaba tan aburrido.

Habían pasado ya un par de días en que Kazutora lo dejo en aquella iglesia junto con el montón de gente que también se la pasaba metida ahí y no tenía una jodida idea de cómo entretenerse.

Después de la presentación que tuvo con quien le dijeron, era el líder de una de las pandillas más grandes y poderosas de todo Japón, los Black Dragons, tanto él como aquellos que lo acompañaban le dijeron que a partir de ese momento y hasta que las cosas se calmaran era preferible que se quedará en esa iglesia.

En un principio se negó rotundamente, nadie lo esperaba en casa en realidad pues desde los 16 años se había mudado en solitario, tenía a su gato, pero Baji era capaz de cuidar a Peke J, al final termino cediendo, era más sencillo desaparecer se un par de días que lidiar con la mierda que le lanzaba Valhalla.

Una vez acordada su estadía le dieron entrada a las profundidades de las ruinas, mostrándole un par de habitaciones que anteriormente pertenecían a los antiguos religiosos que cuidaban de la iglesia.

Para su sorpresa supo que no era el único refugiándose en aquel lugar, Takemichi era una especie de benefactor dentro del bajo mundo de los delincuentes, tres o cuatro habitaciones se encontraban ocupadas por un par de personas, alfas, betas, omegas tanto despojados como apoderados, parecía no haber distinción y mucho menos incomodidad entre los que por ahora serían sus compañeros de piso.

Por petición suya termino quedándose en la habitación más alejada de todas, no quería hablar con nadie ni quería que nadie lo viera, y si iba a quedarse ahí mejor para él si era más que invisible, para desgracia suya, un rubio de rizos no lo dejaría ser un simple fantasma vagando en sus dominios.

—¿Chifuyu, puedo pasar?— una voz bien conocida a la par que un par de toques suaves en su puerta le indicaron que Hanagaki había ido a ver si seguía con vida.

Quiso hacerse el dormido y dejar al otro ahí parado hasta que se cansará y se fuera, pero le remordio en la conciencia y al final le dió permiso de entrar.

Una bolsa de papel junto a una sonrisa resplandeciente le dieron paso a su visita.

—Llego la comida, dime si algo no te gusta y lo cambiamos.

La bolsa tenía papas fritas y pan, además de un jugo de frutas, no estaba mal.

—Esto está bien, gracias— saco las cosas de la bolsa y las puso en una mesita que tenía en el dormitorio, preparado para comer esperaba que el otro chico se fuera, pero este parecía no tener esa intención.

De ser otra su situación lo habría sacado a patadas el mismo pero no podía ser un malagradecido con quién lo estaba protegiendo así que solo le hizo señas para que se sentará junto a él.

Ambos en se sentaron en silencio, uno incómodo a decir verdad pero si en algo era experto Takemichi era en charlar, ahora solo necesitaba encontrar un tema de conversación que no lo dejara hablando solo.

Mientras meditaba que rayos podía comentar no pudo evitar inhalar profundo para darle paso al aire en sus pulmones y así a las ideas, y con ello pudo apreciar con claridad aquel aroma que le calaba en la nariz desde hacía días, conocía a la perfección los aromas de todos sus inquilinos, pero uno en particular llamo su atención recientemente con la llegada de aquel chico con pendiente, hasta ahora no había podido poner en palabras que clase de olor percibía pues solo le cosquilleaba en la nariz pero no había puesto la atención suficiente y entonces entendió con claridad que era eso que le causaba curiosidad y picor al respirar.

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⏰ Última actualización: Jan 16, 2022 ⏰

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