Noche en la cárcel.

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(...)

Horas y horas habían pasado y la suerte de estos dos no parecía ir para bien. Se acercaban a locales de comida y a algunos minisuper, pero en ningún lugar parecía que hubiera vacantes abiertas para ellos.

–¿Y qué tal?. —Preguntó el mayor de ambos viendo a Oliver salir de una tienda de zapatos.

–Nada. 

Aquella respuesta le hizo decaer su ánimo un grado menos. Con su poca esperanza o mejor dicho, casi nula esperanza se sentó en la banqueta del lugar, siendo acompañado por su amigo.

Aldahir era el animado de su amistad, era quien no pensaba en un mañana y le gustaba vivir un día a la vez, Oliver era más meticuloso y gracias a él, el rubio seguramente está vivo.

Ambos complementaban al otro. La energía que a uno le faltaba, al otro le desbordaba hasta de las orejas. Ser cuidadoso y pensar en las consecuencias antes de actuar había mantenido a salvo a uno gracias a otro. Ambos reían y gozaban, ambos eran el dúo perfecto, pero en esta situación, con el  "animado" y desbordante de energía y felicidad estando decaído era más difícil salir de esto.

–… mañana seguro será un día mejor, ¿no es lo que dices siempre?.  —Comentó para animarle dándole un pequeño y suave golpe en el hombro con su puño.

–Supongo, aunque en esos casos teníamos casa. —Parecía que lo que le importaba en el momento era no dormir en la calle, aunque parecía que no habría de otra.

El silencio entre los dos se hizo presente, Oliver pensaba y trataba de hallar alguna solución, parecía no haber hasta que de pronto puso recta su espalda ante la bombilla que se había encendido en su cabeza.

–¿Te importaría pasar la noche en la cárcel?. —Ofreció haciendo que Aldahir le viese con una cara que preguntaba: ¡¿De qué mierda hablas?!.

–¿Disculpa?, ¿hablo con Oliver?, ¿con el mismo que le aterra hablar en público y es claustrofóbico?.

–Con quien más, idiota. Piensa de esta manera, una celda es mejor que la calle.

Eso de alguna manera sonaba bien, y parecía llamar la atención del rubio. Este mismo rascó un poco detrás de su oreja con el rostro hablando por él, no estaba convencido del todo.

–Claro, pero se supone que no debemos tener antecedentes ni esas cosas, ¿como vamos a llegar a una celda?, además, no quiero ir a la cárcel.. no otra vez.

–Fácil, iremos a una comisaría o departamento de policías, lo que sea que manejen en esta ciudad y decir la verdad.. con un poquito de mentira, decimos que somos nuevos en la ciudad y nos asaltaron, nos quitaron el dinero y no tenemos ahora donde quedarnos.

Bueno, aquello había convencido al mayor rápidamente, sonaba mejor que dormir bajo un puente o algo. Se levantó y sacudió sus pantalones.

–Es mejor que nada. —Agregó antes de empezar a caminar.

El pelirrojo se levantó y después de sacudir su pantalón, le siguió de inmediato sin saber a dónde iban, pero al menos iban con algo de ánimo.

(...)

Caminaron sin rumbo por el lugar perdiendo el tiempo entre platicas. Amores fallidos, recuerdos de la infancia, algún par de delitos cometidos, planes a futuro, etc.

Entre risas uno de ellos se detuvo viendo las calles, las luces de la ciudad comenzaban a brillar de nuevo, dando el inicio a una nueva noche, era momento de ir a la dichosa celda.

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