Capitulo 1: El pie izquierdo

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Hay días, que definitivamente son los peores, desde caídas, perder algo, ponerse el zapato al revés, hasta un accidente de motocicleta.

Y hoy, 19 de enero del 2019, fue mi día, el día que me tocó el conocido "pie izquierdo".

Me levante como de costumbre, desayune mi postre favorito, un Pay de limón con leche caliente, comencé a entrenar, Boxeo, mi deporte favorito, después del soccer claro.

Me duche y me fume un cigarro mientras veía la televisión, día nublado con probabilidad de lluvia y yo tenia que ir a trabajar.

Levanté a Jashua, mi hermano pequeño para ir al colegio, se levantó de mala gana, desayunó y se fue al instituto.

Me vestí para el trabajo, pantalones negros, botas de combate, playera obscura y chaqueta negra.

Tome las llaves de la moto y el casco, cerré todo con llave y me dirigí a la cochera, me monte en la moto, la encendí y me puse el casco, baje la visera y encendí la luz, ya que, la neblina no dejaba ver dos palmos más allá de mis narices.

El camino al trabajo no era largo pero el pavimento mojado haría la marcha más lenta, manejar en este clima me hacia el día insoportable, necesitaría fumarme otro cigarro después del trabajo.

Ayer había olvidado llenar el tanque del gas y me estaba quedando sin combustible, tendría que recargar.

Y para el colmo de todos los males de mi día, comenzó a llover, la carretera se había puesto más resbalosa y mojada, las llantas de la moto comenzaron a patinar y derepente lo sentí.

Un bordo irregular en la carretera, las llantas de la moto patinaron y entonces sucedió...

Mis oídos comenzaron a pitar y mi cabeza dio vueltas, sentí un dolor horrible en un pulmón y cuando impacte contra el suelo sentí que mis costillas se doblaron, llendo  hacia dentro, la sangre y el dolor comenzaron a hacerse presentes, las ganas de escupir el liquido extraño y sabor metálico que se acumulaba en mi boca fueron cada vez más intensas y de pronto, el choque del casco contra el suelo ocurrió.

Se me nubló la vista y las lagrinas escurrieron de mis ojos, la sangre que se había acumulado en mi boca salió y me crugieron todos y cada uno de los huesos del cráneo, el pitido en mis oídos se hizo más intenso.

Y pronto, lo único que sentí fueron las gotas de lluvia que caían sobre mi cuerpo y el líquido tibio que salía de mi boca, las nubes negras sobre mis ojos y después nada.

Ni siquiera dolor...

Días después:

Un pitido se hacia presente en toda la habitación y un dolor insoportable se extendía desde la planta de mis pies hasta mis costillas y cráneo.

Un extraño olor a fármacos entraba tenuemente a mis fosas nasales y la luz blanca sobre mi cabeza traspasaba mis párpados.

Quería abrir los ojos pero el cansancio y el sueño profundo que sentía no me dejaba, no tenia control sobre mi cuerpo.

Y el poco oxígeno que llegaba a mis pulmones me imposibilitaba más, me dolía el torso, de la peor manera que me había dolido en mi vida y sentía la ropa mojada.

Luché con todas mis fuerzas para abrir los ojos y cuando lo hice un extraño techo blanco y vacío con una lámpara blanca me recibió.

Muchos monitores que se hallaba conectados a mi cuerpo, una silla vacía en un rincón y un vaso desechable de café sobre una mesa.

Varias correas me mantenían fijo a la camilla y un pequeño tubo con líquido rojo amarillento salía de mi torso y llegaba a una máquina que estaba a un costado de la camilla.

Una punzada me hizo llevar mis manos a la cabeza, o tones de vendas y cables se hallaban conectados a mi cráneo y entonces lo recordé...

El dolor insoportable, la moto, la lluvia, el pitido en mis oídos, la obscuridad.

Había tenido un accidente y ahora estaba en el hospital.

Mi hermano debería de estar aquí, pero por alguna extraña razón no lo vi en la habitación, me dolían las piernas y la necesidad de respuestas era cada vez mayor.
¿Cuanto tiempo había pasado dormido?
¿Quien me había traído?
¿Que exactamente le había pasado?
Y la más tonta pregunta que se me había ocurrido:
¿Que le había pasado y donde estaba mi motocicleta?

Quise levantarme pero las correas y el dolor de mis costillas me lo impidieron y entonces entro mi hermano.

Las ojeras de su rostro me indicaban que llevaba mucho tiempo aquí, traía un vaso de café y justo cuando iba a preguntarle algo, me dijo que descansará, que llamaría a las enfermeras y salió.

El Mar En Sus Ojos: De amor y otras tragedias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora