Un día normal

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Era un día normal, como cualquier otro.

Magnus había salido de la universidad particularmente feliz. Ese día uno de sus maestros de diseño había visto su trabajo, y le dijo que si seguía así, pronto conseguiría un lugar en el mundo de la moda.

Nada podía arruinarle su día, ni siquiera el hecho de que ya llevaba 4 años sin encontrar a su destinado.

La mayoría lo encontraba a los 16. En cambio él...

Cumpliría 20 en 3 meses, y no había encontrado a nadie.

Se deprimió al pensarlo. Tal vez eso sí podía arruinar su día.

Para distraerse, tomó otra ruta de camino a su loft. Había logrado su objetivo y ya iba silbando, cuando de repente escuchó un aullido lastimero proveniente de un callejón.

Inquieto, agudizó el oído, y cuando lo volvió a escuchar, supo que no había sido su imaginación.

Rápidamente bajó de su carro y entró al callejón, pero como estaba muy oscuro, no vio absolutamente nada.

Estaba desorientado, pero lo volvió a escuchar, junto con una súplica.

-No, por favor...
-Shhh...

Agudizó su vista, y por fin pudo detectar lo que pasaba.

Un Alfa estaba inclinado en el piso, o mejor dicho, sobre alguien. Sus movimientos eran lentos y descoordinados, así que Magnus asumió que estaba borracho.

Debajo del borracho, había una silueta más pequeña, que se retorcía intentando liberarse, sin éxito.

Magnus se acercó más, dispuesto a ayudar, cuando un olor fuerte a cítricos lo golpeó, y le dio una idea de la gravedad del problema.

La silueta más pequeña era un Omega. Un Omega en celo.

En un segundo, estuvo en la escena del conflicto, y con un movimiento rápido aventó al Alfa contra la otra pared.

El hombre se quedó ahí, sin moverse, y Magnus, preocupado, fue a checar su pulso. Seguía vivo.

Otra oleada de hormonas le recordó la situación por la que entró, y volteó al otro lado para ver al Omega retorciéndose en el piso.

Le habría preguntado sobre sus supresores, pero al ver su rostro supo que no sería lo más conveniente.

El Omega se veía muy joven, 16 años como máximo. Seguramente era su primer celo, y lo había tomado desprevenido.

Se acercó y cuando intentó tocarlo, el Omega retrocedió hacia la pared.

-¡No!
-Sólo quiero ayudarte.
-Seguramente quiere violarme. Es un Alfa.
-No todos somos así.
-¿Cómo voy a saberlo?
-Mira, cachorro. Yo pude haberte dejado aquí, a qué aquel- señaló al hombre inconsciente- realmente te violara. Pero vine específicamente a ayudarte. Así que tienes 2 opciones: o confías en mí basándote en mis acciones, y dejas que te ayude, o me juzgas por mi casta, te dejo aquí, y no tarda en venir otro Alfa que si quiera violarte.

El Omega lo miró con desconfianza, pero otra ola de dolor lo recorrió. Muy a su pesar, ese Alfa extraño tenía razón. Si se quedaba aquí, quedaría demasiado expuesto.

-Está bien. Pero no me diga cachorro.
-Pero si eso es lo que eres.
-¿Cuántos años tiene usted?
-20.
-Viejo.
-Cachorro.
-No me diga así- hizo una mueca de dolor, y Magnus recordó por qué estaba ahí.

-Entonces dime tú nombre para poder ayudarte.
-Soy Alec.
-¿De Alexander?- el Omega asintió, y le hizo una seña con la cabeza- Magnus.
-Buenos, ahora que terminamos de presentarnos ¿Me ayudará? ¿O todavía quiere saber mi apellido?
-Sería bueno- el Omega -Alec- lo fulminó con la mirada - al menos lo mejor que pudo- Oye, tu fuiste quién no quería mi ayuda. Pero está bien. Te voy a decir lo que haré.
-Por fin - susurró el Omega, y fue el turno del Alfa de fulminarlo.

-Te voy a cargar en mis brazos - dijo y lo hizo.
-Romántico ¿mmm?
-A menos que prefieras que te cargue como bulto y te mate de dolor...
-Entonces serías acusado de asesinar a un Omega indefenso.
-¿Te vas a dejar ayudar? - el Omega asintió- Te voy a llevar a mi carro, después voy a conducir a la farmacia, comprar supresores para ti e inhibidores para mí, nos los tomaremos, y después iremos a mi loft ¿Te parece?
-Aunque no me parezca...- susurró el Omega, y el Alfa, ya harto, hizo ademán de soltarlo, a lo que el Omega respondió aferrándose a su cuello.

-Bien.

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Cuando llegaron, y en lo que los supresores hacían su efecto somnífero,  Magnus había hecho que se duchara, le había prestado lo más cómodo y oscuro que tenía en su clóset, y le había curado las heridas.

Y ahora ya estaba en su cama, descansando. Y a los ojos del Alfa, se veía relajado y hermoso, como un ángel. Con sus hermosos ojos cerrados, y una hebra de cabello negro en su rostro.

Magnus la retiró con todo el cuidado del mundo, procurando no tocar al Omega. Sabía que los Omegas en celo eran demasiado sensibles, y el toque de los Alfas podía activar su celo.

Y Magnus definitivamente no quería eso. No quería ver como, por su culpa, ese hermoso Omega despertaba con terribles dolores. No quería volver a ver esos hermosos ojos azules llenos de odio y desconfianza hacia él.

Pero lo que en realidad no quería ver era al hermoso Omega sufrir, sus ojos llenarse de lágrimas, y saber que era su culpa. Simplemente no lo soportaría.

Mientras el hermoso Omega dormía, y él hacía otras cosas, se había quedado analizando el porqué.

¿Por qué no soportaría verlo sufrir?

¿Por qué su Alfa, dormido por 20 años, había despertado repentinamente con ese aullido lastimero?

¿Por qué sus sentidos se habían activado al máximo con ese olor a cítricos?

En realidad, él tenía todas las respuestas, sólo que las estaba evitando.

Pero cuando su Alfa lo alertó, aún con todas las drogas que traía encima, lo supo con claridad.

Y  cuando un par de segundos después sus sentidos se activaron al máximo sin que él hiciera nada, sólo para detectar un leve olor, seguido de unos sollozos de dolor, lo confirmó.

Y cuando ese olor tan cautivador lo atrapó como un imán cuando tocó accidentalmente al Omega, y esos hermosos zafiros le devolvieron la misma mirada, ya no lo pudo negar.

Ese joven inexperto y hermoso, ese chico de 16 años, ese pequeño Omega, crecería y sería su mate.

Pero Magnus tendría que luchar por él.

Y ni él sabía cuanto.

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Este capítulo y el siguiente son las bases para "Juramento".

Gracias por leer  ♡♡♡

Juramento- Malec 🐺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora