Juramento- Malec 🐺

Después del día normal...

Alec había jurado que no se enamoraría del Alfa que lo salvó.

Eso sería muy cliché.

Sí, el Alfa extraño había sido muy amable, pero seguía siendo Alfa, y un completo desconocido.

Pero después de que le ayudó con su celo, y que Alec despertó al quinto día, ya libre de su celo, y recordó poco a poco todo lo que había hecho por él, se preguntó si sólo había sido amable.

Ya recuperado, tuvo que tragarse su orgullo y agradecerle, y también disculparse. El Alfa sólo había sido amable, y el lo insultó de las peores formas posibles: por su casta, y su edad.

El Alfa aceptó sus disculpas, pero no le quitó el ojo de encima durante todo el desayuno. Alec preguntó si había hecho algo mal, algo más que no recordara, y el Alfa negó.

Pero al preguntarle Alec por qué lo miraba, le dijo por toda explicación que no le podía decir en ese momento. Que él lo descubriría, pero a su tiempo.

Loco Alfa.

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Alec pensó que el Alfa sólo había sido amable y caritativo con un Omega en celo.

Por eso no esperaba verlo al día siguiente fuera de su colegio, como le prometió.

Ni al siguiente.

Ni la cita que le pidió 15 días después.

Alec sabía que debía decir que no. Él era un Alfa, un hombre, y para colmo unos 4 años mayor que él. ¿Qué interés podría tener en él?

Pero el beso que le dio después de que su Omega aceptara salir con él le borró las dudas.

Y la sesión de besos que le siguió a aquella cita lo terminó de convencer. Fue tan intensa que Alec creyó que lo marcaría ahí mismo.

Pero no lo hizo, y eso solamente le sumó puntos.

Así que Alec siguió saliendo con él. Sus padres, una vez que volvieron de uno de sus tantos viajes, le habían dado supresores, así que Alec pasaba sus celos con él.

El loft de Magnus muy pronto se había convertido en su lugar seguro. Unos meses después de conocerlo, Alec supo por qué: Magnus era su Alfa, su compañero de vida, su mate.

En quien más podía confiar.

Así que cuando, a los 6 meses de conocerse, Magnus le pidió que fuera ser su novio, Alec aceptó.

En su cumpleaños 17, Alec ya sabía que Magnus lo amaba, lo suficiente para mostrarle sus ojos reales. Y él también lo amaba, lo suficiente como para entregarle su virginidad, y así lo hicieron.

Todo pareció ir bien durante el primer año de su relación.

Pero como todo lo bueno, no era para siempre.

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Después de haber celebrado su primer aniversario, Alec no había hablado con Magnus, ni había ido a visitarlo.

Eso tenía a Magnus vuelto loco, y a su Alfa arañando las paredes.

Pero cuando Alec se presentó en su loft medio mes después, ambos lo olvidaron.

Hasta que vieron la primera lágrima del Omega surcar su mejilla.

Estuvieron una hora con un lloroso Omega entre sus brazos, tratando de consolarlo. Parecía funcionar a ratos, pero luego volvía a llorar, y debían seguir abrazándolo.

Cuando por fin se calmó, llegó la pregunta obligada.

-¿Qué sucedió?

Y la respuesta que le siguió los destrozó.

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-¿Cuándo?

-En cuanto cumpla 18.

-¿Por qué?

-Mi padre no quiere que ande buscando un Alfa, supongo.

-¿QUÉ LE PASA A ROBERT?¿ACASO CREE QUE CASÁNDOTE A LA FUERZA CON UNA MUJER LO VA A IMPEDIR?

-Al parecer sí.

-Está loco.

-Loco o no, debemos hacer algo. Yo no me quiero casar.

-Y yo no quiero que te cases- el Alfa lo pensó un poco- Alexander, sé que es muy pronto, pero...- se puso en una rodilla.

-Alto ahí. ¿Acaso piensas que mi padre nos daría su bendición?

-No necesito su bendición para lo que voy a pedirte. Alexander, vente a vivir conmigo.

-¿Qué?¿Cuándo?

-Cuando cumplas 18.

-Pero... tu carrera...

-Alexander...¿Sabías que entré a los 17 a estudiar Diseño?- Alec negó, asombrado- Lo hice.

-Wow.

-Eso significa que ya completé mis años de estudio. Ya me gradué, y justo en estas semanas recibí una oferta de trabajo. El sueldo es suficiente como para mantenernos a ambos, y me ofrecen mudarme de regreso a Inglaterra en 6 meses.

-¿Te vas a ir?- preguntó Alec, desanimado.

-No, tontito. En 6 meses cumples 18, así que podríamos irnos juntos. Podrías vivir conmigo y estudiar allá. ¿Qué dices?

-¿Qué digo? Por supuesto que sí, Magnus. Preferiría tener poco contigo, que mucho sin ti. Pero todavía queda una cuestión para resolver.

-¿Cúal es?

-¿Cómo nos vamos a ir sin que nos descubran?- Magnus sonrió.

-Fácil. Tú, Alexander Gideon Lightwood, te vas a fugar de tu casa.