~ Situada después de
Descendientes 3🍎
V ivir en medio del bosque podría parecer parte de un cuento de hadas, estaba claro de que no cualquiera podía vivir en un lugar así. Era un deleite exquisito oír a los pajaritos por la mañana, respirar el aire tan fresco y puro de las hojas verdes de todo alrededor, el olor a gardenias era algo para disfrutar sin cansancio y todo el césped verde era simplemente perfecto. Pero ¿qué pasaba cuando la noche caía y los sonidos relajantes y armoniosos se reemplazaban por sonidos perturbadores e inquietantes? Pues Evie no había pensado en las desventajas que tenía eso hasta ese momento: el peligro que corría al estar viviendo en una cabaña solitaria en medio de grandes arboles de 5m. de alto era algo serio, pues si pasaba algo dentro de esa lujosa y costosa cabaña nadie, ni siquiera sus 3 mejores amigos se darían cuenta.
Evie no tenía vecinos, y aunque los tuviera, el vecino más cercano estaría a un kilómetro de distancia, como sea ella no pensó en el riesgo que podría correr al estar viviendo en medio de la nada y muy lejos de la Ciudad. Esa noche, la Princesa estaba por acostarse, ya había cerrado todas las puertas de su casa y había apagado todas las luces para ese entonces, cuando dé repente escuchó una extraña voz entre la oscuridad que la hizo estremecerse de miedo.
«Evie...» decía constantemente esa rara voz.
Se quedó perpleja unos segundos, hasta que por fin se armó de valor para tomar aire y dejarlo escapar sintiendo un escalofrío recorrer su espalda, miró hacia el velador junto a su cama y tomó lo 1ro que vió allí para defenderse, se dió la vuelta pero no vió nada, entonces con voz temblorosa preguntó:
«¿Q-quién es? No-no me-das miedo ¿oíste?» Dijo, sintiendo exactamente lo contrario. «Quién quiera que seas, sal de una vez de tu escondite»
No obtuvo respuesta. La voz se cayó por un momento corto, ignorando el comentario de la chica, su llamado fue nuevamente y está vez era más claro y fuerte... Ahora si podía saber con claridad de quién se trataba; esa voz era de una mujer tan vanidosa como su alma, tan venenosa como su corazón, tan celosa como su persona, y por sobre todas las cosas muy capaz de hacer cualquier cosa con tal de ser ella la más hermosa del reino.
«Mhjajajaja... Ay querida mía.» inició la voz.
«¿Mamá?» susurró Evie para si misma.
Señaló hacia las oscuras sombras de su habitación con el bastón de Tourney que a Jay se le había olvidado en su casa hacían algunos días.
«Dejame decirte una cosa, mi pequeña manzanita: mamá estaría orgullosa de ti si no te hubieses convertido en la más bella de Áuradon. Pero, ahora digamos que me eh visto en la obligación de hacer algo con respecto a tu hermosura y elegancia.»
«¿Q-que quieres decir m-madre?» Preguntó Evie aún temblando, sentía que en cualquier momento sus piernas se derrumbarían.
«Yo la Reina Malvada me eh convertido en una mujer vieja y demacrada...» De pronto apareció la bruja frente a su Descendiente, llevando consigo un trozo de cristal en su mano derecha.
Evie abrió los ojos como platos al ver lo que tenía en frente, rezando en su interior para que aquello que estaba viviendo solo fuera una simple pesadilla que pronto tendría que acabar. Pero, en realidad eso no era ninguna pesadilla, pues lo estaba viviendo de verdad en vivo y en directo. La Reina Malvada se veía diferente, la última vez que Evie había visto a su madre ésta le había dicho que debía volver con un príncipe que tuviera un enorme castillo con muchos, muchos espejos, pero ahora lo único que veía era a su madre con un trozo de vidrio en su mano derecha listo para ser usado como arma.
La única luz que había en ese lugar era la de la Luna, pero aún así la peli-azul podía ver en el mal estado que estaba su madre: Ésta tenía ojeras, y se alcanzaban a ver pequeñas arrugas en su frente y mejillas, su manos igual las tenían y su ropa estaba un poco rota y gastada. La Reina Malvada vió a la mesa de costura que tenía Evie cerca de la ventana, ahí habían varios diseños en papel que la peli-azul estaba creando.
«Veo que además de hermosa te has vuelto una chica muy talentosa Evilette, eh oído las maravillosas cosas que dicen de ti aquí en esta ciudad, todos adoran la marca “Evie’s 4Hearts”... Pero lamentablemente para ti todo tiene un comienzo y un fin, y el tuyo está a punto de SUCEDER!» Amenazó Grimhilde, con el vidrio en alto listo para clavarselo a su hija en el corazón.
«¡¡NO!!» Gritó la Princesa de cabello azul antes de caer al suelo debido al cristal que su misma madre le había incrustado en el corazón.
«¡Yo seré la única mujer en esta tierra que será la más bella y hermosa!.» Advirtió después de su cometido.
La peli-azul no tuvo como defenderse, el bastón que tenía en su mano cayó al suelo junto con ella al instante. Grimhilde sonrió maliciosamente victoriosa después de ver a Evie tirada en el suelo alrededor de un charco de sangre que cada vez se hacía más grande. Después, escapó por la ventana de aquella cabaña para finalmente desaparecer entre la noche oscura sin dejar rastro alguno.