Mystery of LOVE (Jason Voorhees y tú) [Viernes 13]

Capítulo 1

___ conducía por las carreteras de Nueva Jersey hasta su nuevo hogar acompañada de su perra de agua, Lily, quien babeaba con el hocico fuera del coche, respirando el aire que le golpeaba directamente en la cara.

Había sido un viaje largo, pero tenían que parar en las afueras, más bien en el pueblo. Su casa era una cabaña en el bosque recién reformada y oculta. Necesitaba estar a solas e invirtió todos sus ahorros y su trabajo en aquél sitio, dejándolo todo acondicionado para vivir allí.

—Tranquila, Lily, vamos a parar en ese bar para que te den un poco de agua.

Todo había sido un desastre en su vida últimamente y decidió irse ya de la ciudad. Si los problemas no tenían solución, no se iba a preocupar más de ellos. Fueron un aliciente para empezar una nueva vida sana y feliz... Aunque aceptarlo era complicado, se miraba en el espejo retrovisor del coche y sonreía para animarse, colocándose su pelo corto detrás de la oreja.

La joven aparcó luego de unos minutos y le puso la correa a su mascota. Entraron en aquél sitio construído en madera y vieron algunos lugareños tomando bebidas o viendo un partido de béisbol repetido que daban por la tele.

—Ey, chica —la camarera le llamó la atención— no se permiten animales.

—Lo intuía, pero, ¿Puede darme un poco de agua para mi perra? Venimos de un viaje muy largo y necesita hidratarse.

—Venga, Dorothy —dijo un cliente que parecía amable— deja que la chica se quede. Hace mucho que nadie nuevo viene al pueblo.

—Bueno... está bien, pero si el jefe me echa la bronca le diré que fuiste tú quien la dejó entrar —le amenazó con el dedo para después rellenar un cuenco con agua y dárselo a Lily, quien bebió sedienta.

—Muchas gracias señora.

—No ha sido nada —sonrió, cruzándose de brazos y volviendo tras la barra— ¿Qué te trae por aquí?

—Vengo para quedarme —sonrió de medio lado, acariciando el lomo de Lily— he comprado una pequeña cabaña en el bosque, casi al lado de la carretera. Vendré cada dos semanas al pueblo a por provisiones.

El bar de repente se silenció y todos le prestaron atención a ___. Ella los observó con sus ojos negros sin entender aquellas miradas y apretó la correa de Lily entre sus manos, nerviosa.

—Chiquilla, será mejor que tengas cuidado y abandones el bosque —le aconsejó un señor mayor.

—¿Por qué?

—¿No has oído hablar del campamento Crystal Lake? —preguntó la camarera, aterrorizada— hay una leyenda negra sobre aquél lugar.

—Bueno... Sé que hay un lago cerca, pero no sabía lo de la leyenda negra...

—Es un campamento de verano maldito. Han pasado infinidad de cosas allí —le explicó el cliente amable— el agua se envenenó, hubo incendios... incluso asesinatos...

—Dicen que hay un hombre enmascarado rondando por allí con un machete, acechando a cualquiera que se adentre en el lugar. Si te encuentras el cartel del campamento, no lo sobrepases.

—Creo que mi casa está a un kilómetro de ese sitio —informó ella, sintiendo las miradas de todos...

—Tú verás.

—Nosotros te hemos advertido.

—Bueno... —se avergonzó, tirando de la correa para que Lily la siguiera— gracias por todo.

Se marchó del local y respiró el aire libre del pueblo. Ese sitio tenía un ambiente viciado y no le gustó que la miraran tan fijamente. Si se había mudado allí, era para descansar y estar sola, algo que necesitaba profundamente. No iba a hacer caso a leyendas absurdas.

Crystal Lake parecía el lugar apropiado para cambiar de aires. Era una ciudad pequeña situada en el condado de Cunningham, y lo más importante es que estaba a cuatro horas de su lugar de nacimiento... Tampoco le había llegado el préstamo para mudarse a una casa más grande, así que tuvo que irse a vivir a mitad del bosque, cosa que en absoluto le importaba.

Su vida en la ciudad era tan convulsa que siempre soñó con vivir en un bosque precioso en mitad de la naturaleza. Nadie iba a arruinar su sueño, con todo lo que le había costado.

Metió a Lily en el coche y se montó, arrancándolo para llegar hasta su nuevo hogar.