parte 1

421 20 0
                                    

Aún no lo podía creer, el momento de poder disfrutar la vida como quería llegó inesperadamente, ropa, zapatos, accesorios y todo aquel capricho que exigía, sus padres se lo daban debido a ser la última hija, querían complacerla. Sus días buenos no duraron mucho, y no porque el dinero se había acabado, si no porque realmente se dió cuenta que los lujos no la hacían del todo feliz. Pensaba sobre su vida social, ¿Dónde están las experiencias juveniles, aquellos corazones rotos, esas fiestas que terminan al día siguiente, dónde está todo eso? Sí, nunca estaba conforme con lo tenía, siempre quería más y cada vez más. Así que intentaba llenar ese vacío con sus caprichos inútiles a los cuales no sacaba provecho.

Ryun pensaba cada día sobre cómo tener amigos, ya que su relación con los compañeros del bachillerato era no tan buena, provocó esa soledad que ahora la acompaña. Las páginas para conocer personas le daban miedo, ya que no sabía que clase de extraño le hablaría y citaría alguna vez, tenía miedo que fuera algún pervertido de cincuenta años. Se dió por vencida cuando las ideas acabaron.

Es lunes por la mañana, Ryun despertó temprano sin razón, muy raro de su parte ya que su hora de despertar es a las doce del medio día, ella misma se impresionó de sí, pero por otra parte se sintió orgullosa. Sus padres habían salido antes, dejaron una nota breve sobre la mesa de la cocina, explicando que llegarán pasadas de las doce, tendría casa sola y no sabía cómo aprovecharla, tal vez escuchando música a casi todo el volumen, posiblemente volver a la cama.

Después de pensar sobre que haría, empezó por hacer su desayuno pero faltaba algo importante, la leche. Su madre le dejaba cierta cantidad de dinero cuando ambos de sus padres no estuvieran, con la condición de que regrese lo más pronto posible y se cuidara cuando saliera. Tomó un par de billetes, las llaves y por último un abrigo ligero, se dirigió a la tienda de conveniencia, le gustaba salir de esta manera, ya que se sentía como toda una adulta, pero aún le falta mucho para eso. Disfrutó la caminata, que a pesar del corto camino, no fue impedimento para que alegrara su día.

Quería hacer planes con sus pocos amigos, uno en realidad, las vacaciones están por terminar y supo que no las aprovechó como quería, deseaba salir, o conocer extraños, todos los días planeaba lo mismo pero no hacía nada para realizarlo. Tenía pensado un trabajo de medio tiempo, pero sabía que la despedirían en el primer día, es muy inútil en varias cosas, así que lo descarto al instante. Olvidó esas ideas por un tiempo pero igual vuelven a su mente queriendo persuadirla en algún momento, tan siquiera intentarlo.

Regresó a casa, mientras intentaba sacar las llaves de su abrigo pudo observar un camión de mudanza, tan encerrada está en su mundo que apenas se dió cuenta que sus vecinos anteriores se fueron hace ya una semana, sin duda extrañaría a Chae. Ignoró por completo aquella nueva novedad y atendió su necesidad de alimentarse. Pasaron pocos minutos y sus padres volvieron de aquella pequeña cita que planearon de último momento, pero sin duda disfrutaron. Su madre se dirigió a la pequeña que ya hacía en el comedor, tomando una cucharada del cereal, acarició levemente su cabello y habló.

-¿Acabas de despertar?-

-Ya tengo tiempo. Mamá, quiero pedirte permiso para salir con un amigo.-

-¿Lo conozco?-

-Es nuevo en la escuela y me sentía mal por dejarlo solo en el receso así que lo invité a salir.-

-De acuerdo. Estaría bien que salieras de casa, tu padre y yo tenemos una salida más tarde, ¿ocupas que te deje dinero?- la chica asintió rápidamente.

Se estaba preparando para la cita, cuando un mensaje se refleja en su teléfono, cancelando la reunión antes planeado por el chico. Esta es una de tantas veces que es rechazada, o en otros casos, ha quedado esperando durante todo el día, lo único bueno de esto es que aún así podría gastar el dinero. Cambió el destino al centro comercial, dónde compraría nuevamente más ropa, cada día encontraba nuevos estilos y quería probarlos.

Al salir, vió otra vez el camión de mudanza, en esta ocasión, se estaba retirando finalmente. Un señor vestido de traje traía consigo tres cajas, una estaba por caer, pero Ryun fue a ayudarlo por el simple hecho de que su traje era demasiado atractivo. El nuevo inquilino le agradeció junto con una sonrisa.

-Lo siento.- habló amablemente.

-Soy Ryun.- ¿es muy pronto para presentarse? Si es así, ya lo hizo.

-Un gusto, pequeña. Tengo que arreglar mi casa, así que debo irme.- sonrió por última vez para desparecer dentro de su residencia.

Quiso decir algo más, sólo para que no se fuera y la conversación siguiera en marcha, pero no tenía ideas sobre de qué conversar, decidió dejarlo así y planear algo a la próxima vez que lo vea.



























Home° Lee Dong Wook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora