capítulo uno.

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su distracción y nuevo vicio es el cigarrillo mentolado.

toma una profunda calada mientras lo sostiene con sus algo temblorosos dedos índice y medio, los cuales —como el resto—, están barnizados de un intenso rojo.
su mirada se centra en el ventanal que se encuentra abierto de par en par, permitiendo que pequeñas gotas de lluvia caigan hacia la madera del suelo.

aleja el cigarrillo de su boca, haciendo que en este se impregne un manchón rojizo a causa del labial que visten sus labios, su favorito de hecho, soltando así el humo del tabaco que había retenido por poco tiempo en sus pulmones.
deshaciendo su cómoda posición del sofá posa sus descalzos y tibios pies en el suelo para andar sin prisa hacia el ventanal con la idea de cerrarlo, sin embargo, antes de que suceda eso permite que pequeñas chispas de lluvia salpiquen hacia su mano vacía la cual posa sobre el barandal de la ventana, aspirando así el olor a tierra mojada que tanto le hace pensar en su infancia y sus rojizas botas de lluvia, sus únicas y favoritas botas de lluvia.

cometiendo su misión, camina hacia la pequeña mesa de madera sintética y sobre el cenicero reposa la cabeza encendida del cigarrillo, dejando que el fuego se reduzca a cenizas. una vez ahí, el cigarrillo le hace compañía a unos cuántos más que anteriormente había fumado.

¿debería tirar los cigarrillos antes de que él llegue? ¿notará mi olor? ¿es muy tarde para arrepentirme de mi impulsividad?

suspirando de manera profunda, sus marrones ojos buscan con rapidez su celular, encontrándolo exitosamente y oprimiendo la tecla de encendido y apagado, el aparato se enciende dejándole ver su fondo de bloqueo que constaba de una fotografía de ella misma junto a su pareja.
no evitó esbozar una sonrisa cuando leyó las notificaciones que acompañaban el fondo de bloqueo.

tecleó con prisa la contraseña del aparato electrónico, y, yendo hacia su notificación favorita escribió una respuesta afirmativa para después enviarla junto a un emoticono de corazón.
bloqueando de nuevo su celular y lanzándolo sin cuidado de nuevo hacia el sofá, caminó hacia su más grande tesoro.

su tocadiscos.
dirigió su mirada hacia el estante que contaba con vinilos, recorriendo delicadamente con su delgado dedo índice los discos decidió tomar uno con una portada casera hecha por ella misma —al dañar la original— que llevaba de nombre "paul anka" escrito con plumón grueso con una linda caligrafía.

sonrió y, sacando el vinil con cuidado de no dañarlo de ninguna forma, lo dejó caer delicadamente sobre el plato, una vez acomodado de manera correcta tomó el brazillo y permitiendo que la aguja toque el artefacto circular, las vibraciones sonoras comenzaron a producir desde la bocina la canción de género rock and roll put your head on my shoulder.

su esbelto cuerpo se respingó al escuchar el timbre avisando la llegada de su amante, su corazón y estómago danzaron al compás de la melodía y un nerviosismo recorrió su espina dorsal, llevando una de sus manos hacia su lacia y oscura melena, pasa sus finos dedos entre los mechones perfectamente desenredados para poder arreglar su peinado en caso de que estuviese con alguna imperfección.
al asegurarse de que su cabello estuviera bien, llevó ambas de sus manos a la falda de su vestido alisando la tela con el mismo objetivo de que se viera perfecto, observando cada punto que su campo visual le permitiera ver.
teniendo en mente que lucía decente, caminó con entusiasmo hacia la puerta principal, girando con impaciencia y nerviosismo el plateado pomo con su mano derecha. lo primero que observó fue un gran ramo de rosas rojas frente a sus ojos, los cuales brillaron con emoción y no evitó dejar salir un jadeo de sorpresa para después sonreír como boba al encontrarse con ésos ojos marrón oscuro que tanto le quitaban el sueño.

killing me softly| oh sangwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora