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Eran las 7 de la mañana y el zumbido del despertador hizo que mi mesita de noche vibrara.
Me levanté sabiendo que tendría que ponerle de desayunar a mi hermano Ron, algo que yo detestaba porque él hacía todo lo posible para que yo me pusiera histérica y así tener que tragarme la regañina de mis padres como todos los lunes del año.
Me puse en pié, cogí mi teléfono y salí por la puerta sin hacer ni un ruido.
Nada más bajar por las escaleras ya oía los gritos de mi hermano llamándome, eran tan irritables, que hasta hacían que no quisiese desayunar.
Cogí la leche de la nevera y me acercé a ese bicho.
Ron:
¿Que tal desgraciada? ¿Te ha comido esta mañana la lengua el gato?
Lorna:
¡Callate subnormal! Quiero hacer esto lo antes posible y así no verte en 6 horas.

Ron se quedó callado unos instantes y con una cara malévola tiro su vaso de leche ( la cual le acababa de echar) al suelo.
Lorna:
¡Que haces gilipollas! Que te la acabo de echar

Mis padres acudieron a la cocina y de un momento a otro Ron empezó a llorar.
Ya sabía lo que tocaba, limpiar y fregar el estropicio, así que me dirigí al patio e hice lo que debía.

Cuando salí de casa Marc, mi novio me estaba esperando en la tienda de la esquina. Llevábamos 3 meses juntos, desde que en el verano me pidió salir es algo distinto, antes sentía mariposas cada vez que lo veía o hablaba con él, pero ahora no se, es algo distinto, nos peleamos, y nos insultamos.
Nos pusimos en camino y en  los 20 minutos de camino solo hubo un hola y un buenos días. Por el camino recogíamos a Brenda y a Guillem los hermanos gemelos y mis mejores amigos. Brenda era estupenda para desahogarme y contarle mis secretos en cambio Guillem era mi Salvador, siempre intentaba alegrarme el día y hacer que me quiera.

Lorna louderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora