Sueños con torta de chocolate

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El ocaso está finalizando, es la primera vez que escribo en una cafetería. La porción de torta de chocolate está deliciosa pero no he podido terminarla por una razón: ella se ha ido y ha dejado un vacío intenso tras el silencio que ahora percibo muy agudo a mi alrededor, en esta mesa que ha acabado por ser mi compañera y ahora sólo escribo lo que siento, a la vez que en unos instantes de suspiro vuelvo a agarrar mi platillo de torta, y al cortar la porción con el tenedor contemplo cómo lentamente se deshace mientras se desprende un hilo profundo de mis pensamientos, flotando invisiblemente en el aire, traspasando mi mirada fija hacia la vereda, hacia la ruta, hacia el movimiento medio monótono y continuo de las personas que caminan de una dirección a otra, cruzándose a ratos con mis pensamientos. Mientras se tejen los hilos de pensares, van naciendo palabras que desglosan los estímulos de un alma, esos latidos que se inyectan a la medida que observo el platillo de torta y el recuerdo de la tarde vaga pensativo, rememorando la presencia de sus manos que compartían con las mías la todavía encantada torta que miro por momentos cuando con el tenedor recorro alrededor de ella, en el platillo, en el recuerdo...

Una sensación tácita abraza mi vacío al terminar el último bocado que restaba de torta. La noche ha caído, los autos pasan a veces lentos, a veces dormidos, y a más que trascurre el tiempo va muriendo un poco más este silencio, mientras contemplo la ausencia de ella en la silla ya vacía...y escucho de fondo el murmullo de las personas que conversan en la cafetería, también a los autos que pasan y las personas que a veces vienen caminando cerca de mí hasta desaparecer por el otro extremo de la calle.

Me he quedado suspendido tanto tiempo por una simple razón: ya todo está casi perfectamente encajado...los motivos, las incertidumbres, los miedos ya por fin han podido ocultarse por lo menos en gran parte, para dejar algo de dicha y paz a este corazón y al suyo...a nuestros destinos.

Fue el haberse ido ella, y dejado así su silencio, el motivo de este absorto vacío de palabras y momentos que están sedientos de ser, de existir, de vivirse tras instantes como los de hoy en que su presencia movía el atardecer, el cual bañaba de un lánguido pero bonito color a esos ojos que me acompañaban mientras movía una magia incomprensible e ineluctable con su presencia, sus palabras, sus sueños e ilusiones. La tarde ha sido dulce como el toque exquisito de dos vasos de milkshake con una torta de chocolate compartida entre ambos, a la vez que nuestros sueños se acomodaban y compartían juntos tantos anhelos de juventud.

Nuestra conversación movía la tarde así como la mañana mueve con fuerza y vida a todos los estímulos nacientes tras el despertar del sol. Nuestras palabras acompañaban con risas y emociones a lo que espontáneamente crecía a nuestro alrededor, también a todo lo que brotaba en mi interior luego de que la expresión de sus ojos, con emoción y un poco de nervios, transmitieron a mi corazón la dicha y esperanza, los cuales se alimentaban tras cada sorbo de milkshake y bocados de torta.

Al ir recordando esos instantes, los cuales quedaron vivos y frescos a pesar de ya no haber sol, una ilusión se va impregnando de magia en la memoria, pensando en el futuro... Todo lo que dejó aquí tras su despedida reunió a un inmenso conjunto de sueños y esperanzas, los cuales con inocencia y tierna ilusión tejieron un anochecer de románticos pensamientos que flotan en la mesa de una cafetería, encontrando un espacio, un lugar en donde permanecer mientras ciertos latidos los va ordenando a medida que nacen y crecen de manera insistente, para luego permanecer suspendidos en esos instantes que fueron capturados como en fotografías, pero ahí en el vacío de la mesa, específicamente en esa silla que está casi en frente de mí, a mitad del extremo opuesto de la mesa.

Al ir retornando de aquellos pensamientos, la noche sigue marchando dócil y tranquila, como estos latidos que mueven suavemente el bolígrafo, escribiendo en solitario...describiendo lo que una tarde sencilla como la de hoy es capaz de promover con dos vasos de milkshake semifríos y una torta de chocolate compartida...

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