14 de Noviembre.
Senku y Kohaku despertaron muy temprano esa mañana, y al verse a las caras sonrieron ampliamente. Lucían bastante desaliñados, por lo que se pusieron en pie con rapidez y empezaron a alistarse para lograr una imagen más decente. Una vez que estuvieron de acuerdo con que ahora sí parecían unos padres responsables, salieron sigilosamente de su habitación y se dirigieron hacia la de su hija menor.
Con un semblante aburrido, Tsukiku ya estaba junto a la puerta. La adolescente de trece años era en realidad bastante dormilona, pero había días excepcionales en que decidía sacrificar sus preciadas horas de sueño, justo como ahora.
Tras darle los buenos días de una forma silenciosamente efusiva y ella apartara la mano de su padre cuando este le pellizco la nariz sonriente, los tres se asomaron por la puerta con cautela. En medio del colchón yacía un pequeño bulto, enredado entre sábanas, con el cabello verde esparcido en toda la almohada y sus extremidades en distintos ángulos que sólo un niño podría encontrar cómodos.
Tsukiku rodó los ojos ante las caras de idiotas que pusieron sus padres. Bueno, tal vez había que admitir que a pesar del desastre que era ahora mismo, su hermanita se veía un poco adorable. Sólo un poco.
Los tres se aproximaron hacia la niña. Kohaku y Senku se sentaron a cada lado de la cama, mientras que Tsukiku se quedó al pie de esta, observando a la pulga que dormía plácidamente en el colchón. Kohaku comenzó a mover con suavidad a su hija, mientras murmuraba su nombre con dulzura.
—Oye, leonita. —Senku se unió al llamado... o algo así.
—¡No le digas leona! —le gritó Kohaku en susurro.
Senku rio por lo bajo y continuaron en su tarea de mover delicadamente a la niña, hasta que finalmente uno de sus rojos ojitos heredados por su padre fue visible para la familia.
—¿Mamá? ¿Papá? ¿Nee-chan? —La voz adormilada de la niña pareció derretir a los padres, a lo que Tsukiku tuvo que abstenerse de rodar los ojos y también de contener una sonrisa boba.
—¡Feliz cumpleaños, Shizuku! —exclamaron los tres a coro. Todos visiblemente emocionados.
Shizuku parpadeó un par de veces, permitiéndose frotar sus ojitos con sus manos hechas puño. Para cuando las palabras conectaron correctamente, había un brillo de emoción en su mirada y su boca formaba una "o" perfecta. Con todo y su cabello totalmente alborotado, se puso en pie de un salto encima de su cama, absolutamente emocionada.
—¡¿Es mi cumpleaños?! —preguntó, sonriente.
—Es obvio al diez billones por ciento, pulga —respondió Tsukiku, con su meñique ya en su oído—. ¡Así que felicidades! —exclamó esta vez ya más alegremente.
La sonrisa de Shizuku se agrandó y de inmediato corrió hacia su hermana, lanzándose sobre ella, quien simplemente atinó a abrazarla pese a lo mucho que le costó evitar que ambas cayeran.
—¡Gracias, nee-chan!
Sintiéndose rechazados, Senku y Kohaku sonrieron resignados y enternecidos por la escena.
Sabiendo que sería un domingo largo, lo primero que hicieron todos fue darse una ducha, para luego tomar el desayuno y prepararse para la primera parada del día: Byakuya y Lillian, quienes habían "reservado" a Shizuku desde el día anterior para pasar la mañana con ella.
La única razón por la que no habían hecho una fiesta digna de su hija en su casa era porque mañana había escuela y necesitaban que la pequeña descansara, así que tocaba tour familiar y de amistades, por fortuna, a Shizuku pareció encantarle la idea. Se abrazó a su hermana felizmente, sobre todo porque sabía que había pausado sus proyectos de laboratorio para ella, Tsukiku lo negaba pero era diez billones por ciento obvio que era así, aunque siempre se esforzara por negarlo lo cierto era que Shizuku era la única persona en el mundo por la que tenía una debilidad.
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Senku & Kohaku
FanfictionSerie de One-Shots dedicados a la OTP 💖 La hermosa portada que ven aquí fue hecha por Multiply07 TE AMO