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Es cumpleaños de Sanemi y lo único que quiere es ohagi, pero no cualquier ohagi, el quería el ohagi que preparaba Giyuu.
Y por qué sólo quería ese ohagi? Simple, le recordaba el sabor de los ohagi que preparaba su madre, sólo por eso. De ahí en fuera despreciaba al cara de rata de Tomioka, así que aunque le encantarán los ohagis que preparaba le seguía cayendo tan mal como si fuera el mismo Kibutsuji.
O de eso se trataba de convencer, desde que el patrón le dijo que tenía que mejorar su 'relación amistosa' que tenía con él azabache.
Iba caminando tranquilamente, con uno de los escarabajos que él mismo había criado en su finca, realmente siempre le encantaron esos animales desde que era un niño. Pero en realidad ese no es el punto al cual se dirijia Sanemi, el realmente iba hacia la finca del agua a buscar al inadaptado de Tomioka y obligarle a que le prepare ohagis, o de lo contrario le patearía la cara hasta que quedara irreconocible.
Sí, tal vez la actitud de Sanemi no era la mejor, y ni que decir sobre su carácter y manera de pedir las cosas, él jamás pediría un favor a menos de que fuera urgente, y en esta ocasión era realmente urgente.
Era en más que urgente que Tomioka le preparara su dulce favorito, aunque si lo pensaba mejor tendría que estar demasiado tiempo con ese idiota y era lo que menos quería, pero tenía que estar pendiente de como los preparaba, no quería morir por envenenamiento ya que creía que el azabache sería capaz de hacer eso; o tal vez simplemente exageraba y quería tener un pretexto para verlo.
Llegó lo más rápido que pudo a la finca del azabache, así que sin más demora entró como si fuera la suya propia y gritaba para llamarlo.
-¡Hey, idiota, sal ahora si no quieres que te busque y te ahorque!- gritó lo más fuerte que pudo mientras observaba alrededor, pues aunque haya ido muchas veces a dicha finca siempre le sorprendía lo ordenada y aseada que estaba -¡Escucha, cara de rata, si no sales ahora te juro que...!
-¿Pasa algo Shinazugawa?, ¿por qué gritas tan alto?, estaba descansando acababa de llegar de una misión y...
-Y me importa una mierda, tienes que obedecerme cuando te hablo.- lo interrumpió.
-En realidad no tengo porque.- respondió aún somnoliento.
-¡CÁLLATE DE UNA JODIDA VEZ SI NO QUIERES QUE TE SAQUE LOS OJOS!
Giyuu no tuvo otra opción más que dejarle hablar, sabía que el albino cumplía lo que decía y no quería quedar ciego de por vida.
-Esta bien,- suspiró cansado -¿qué es lo que quieres, Shinazugawa?
-Quiero ohagi...- dijo en un tono apenas audible.
-¿Quieres qué? - repitió su pregunta.
-Ohagi...- volvió a hablar tan bajo como pudo, tan bajo que el azabache no volvió a escuchar.
