Las mil lágrimas-

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Nunca me olvidaré de aquel día, en cuarto de primaria. Recuerdo perfectamente cuando dije a mi grupo de amigas que no me parecía bien lo que estaban diciendo, y ellas se enfadaron.

"¿A sí? ¡Pues ahora verás!"- dijo una de mis amigas.

Todos los niños de mi clase estaban jugando a fútbol, en la pista de cemento, cuando se giraron al escuchar el grito de mi amiga.

"¡Chicos, vengan ahora mismo!"-

"¿Qué pasa, estamos jugando a fútbol...?"

"¿Ven a Anne?, se fué para allá al fondo, donde los árboles, nos enfadamos con ella, vayan a pegarle entre todos, venga, ¿a qué esperan?"

Todos fueron a donde yo me encontraba, fueron en grupo, por delante todos los niños, y detrás, mis tres "amigas".

Todos empezaron a pasar por delante mío, algunos me metían codazos, otros me pegaban en la barriga, uno hasta me empujó. Lo que no me esperaba era que alguien también estubiera dispuesto a hacer lo que pedían.

Verdi era en ese momento mi mejor amigo, de hecho se llamaba Sergio, pero aquel era el apodo que le puse.

Me miró a los ojos y me dijo- "Perdón, Anne"- y pum. Una patada en la espinilla que me hizo perder el equilibrio, caí al suelo, arrodillada, y en ese momento, me entró tal ataque de rabia que ni sabía que estaba haciendo, simplemente, me quité la bota negra de piel que llevaba, y empezé a tirarla contra los niños que me pegaron.

Lo peor fué que los profesores de guardia (cómo no, no se daban cuenta de nada hasta que no estaba delante de sus ojos) me vieron nada más a mí, tirar la bota a un niño en la cara. Eso llevó a que me castigaran a mí, cosa que me hizo derrumbarme por completo, y empecé a llorar como una maldita magdalena, haciendo así, que todos se rieran de mí,

una vez más.