Un lugar vacío

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No se puede ser feliz siempre, es verdad, hay cosas que no podemos controlar y que escapan de nuestras manos. Hay cosas que no podemos cambiar por más que lo deseemos porque los resultados nos duelen demasiado.

El Halloween sangriento fue algo que marcó a Fuyu-kun, aunque al principio no comprendí nada de lo que pasaba hasta que subí a la habitación de Baji-kun y vi a su madre llorar, algo que me había dicho Baji-kun que no quería volver a hacer. 

Fuyu-kun había estado preocupado por Baji-kun, lo notaba nervioso y molesto, decía que Baji no podía hacer algo asi y que nunca seria un traidor; yo no comprendía lo que pasaba, pero deducía que era algo muy malo puesto que Fuyu-kun ya no jugaba conmigo y a él le encantaba jugar conmigo, pero esta vez todo era distinto, él parecía estar distraído, como si algo malo pasara; y su madre estaba igual. 

Días antes de lo que fue llamado Halloween sangriento, Fuyu-kun llegó sumamente herido, tenia un ojo lastimado y heridas en la cara, nunca lo había visto de esa manera, parecía como si hubiera peleado sin poder meter las manos. Su madre lo regañó, pero en sus ojos se veía la preocupación, después salieron del departamento y cuando volvieron Fuyu-kun tenia un vendaje en la cara y cintas farmacéuticas en las heridas. Fuyu-kun parecía triste, muy, muy triste. Esa noche no cenó y solo se sentó en la ventana mirando hacia afuera, yo me senté a su lado y nos quedamos ahí unos momentos. Fuyu-kun me acariciaba el pelaje pero no me decía nada, curioso, puesto que siempre me platica todo lo que le pasa, soy como su diario personal, un diario ronroneante que siempre lo escucha. Mientras estábamos ahí, vimos llegar a Baji-kun, traía puesta una chaqueta que  nunca había visto que se la pusiera. Voltee a ver a Fuyu-kun, él miró a Baji-kun, pero Baji-kun en ningún momento levantó la vista como otras veces, solo siguió su camino. Me pareció extraño pero no le di importancia, quizás solo no nos había visto, quizás vendría a visitar a Fuyu-kun y la madre de Fuyu-kun le daría un sermón por no haber protegido a Fuyu-kun. Esperé mucho tiempo, me dormí unos minutos, saqué un calcetín amarillo de debajo de la cama, Fuyu-kun se acomodó en su cama a dormir un rato y yo volví a treparme en la ventana a esperar a que Baji-kun entrara por la puerta de la habitación de Fuyu-kun, pero nunca pasó, Baji-kun no vino nunca a visitar a Fuyu-kun. Algo malo ocurría.

Cuando estuve seguro que Fuyu-kun estaba completamente dormido, salté por la ventana y subí al piso de Baji-kun, la ventana estaba abierta como siempre, pero las luces estaban apagadas. Con cuidado de no hacer ruido, salté al piso y comencé a mirar a todos lados, un sonido de sollozos bajitos se escucharon desde un rincón. Me acerqué y vi, con mi inigualable vista gatuna, a Baji-kun sentado en el piso y recargado en su cama, el cabello caía en cascada a los lados de su cara, no podía verle el rostro, pero sabia que lloraba. Me imaginé las lagrimas rodando por sus mejillas y mi pecho se oprimió, nunca había visto llorar a Baji-kun. Me acerqué con cuidado y me restregué en sus píes descalzos, dio un respingo pero luego acarició mi espalda. Pude ver sus nudillos lastimados, como si hubiera golpeado algo con demasiada fuerza. En ese momento me negué a aceptar lo evidente.

—¿Cómo esta Chifuyu?—. Me preguntó, yo no entendí la razón por la cual no iba él a verlo—. Soy una basura, Peke J, pero no podía dejar a Kazutora. Lastimé a Chifuyu, algo que juré que nunca haría.

Quise decirle que fuera a visitarlo, que Fuyu-kun agradecería su visita, pero algo me dijo, quizás mi sexto sentido gatuno, que eso no seria posible, que ellos dos habían roto lo que los unía y que muy difícilmente lograrían recomponerlo.

—Solo no quiero que los demás sufran. Kazutora, Chifuyu, Mikey, todos ellos son mis amigos y quiero protegerlos, pero no sé como. Sigo siendo un niño.

Una de sus lagrimas cayó en mi nariz. Las lagrimas de Baji-kun comenzaron a hacerme llorar. No sabia que pasaba, pero sabia que no podría hacer algo para ayudar, solo era un gato. Me subí a la cama de Baji-kun y estiré las manos para tocarle un hombro, creo que no fue lo correcto porque entonces comenzó a llorar más. 

—Peke J, no quiero hacer llorar a mamá, pero no tengo otra opción. ¿Sabes? Quizás no pueda verte en mucho tiempo, quizás tenga que pasar mi cumpleaños en la cárcel después de lo que haré y tengo miedo... no quiero ser un mal chico que hace llorar a su madre, esto no será solo por una mala calificación, será algo mucho más grave.

Me asusté, tenia miedo que pudiera hacerle algo a Fuyu-kun, temía que algo malo le pudiera pasar a él, o a ambos. 

Baji-kun me abrazó y me dio un beso en la frente.

—Peke J... Se un buen gato, comete toda la comida que te de Chifuyu ¿esta bien? Cuida de él siempre y hazlo muy feliz. Acompáñalo en cada locura que quiera hacer, algunas veces no es muy listo. Acepta a cada amigo nuevo que haga, él es muy ingenuo pero es un buen chico, yo... realmente lo quiero. 

Las lagrimas resbalaban por sus mejillas. Frente a nosotros estaba colgada la camisa del uniforme de la pandilla, estaba puesta con cuidado. Vi la otra chaqueta, la que había llevado puesta cuando había vuelto a su casa estaba tirada a un lado, pude apreciar un ángel sin cabeza bordado en ella.

—Tengo que matar a Kisaki, solo asi podre proteger a mis amigos.

Yo ronronee. Sabia lo que era matar, pero no sabia exactamente que pasaba y por que Baji-kun debía hacer algo tan horrible. Sin embargo no me preocupe, sabia que Baji-kun seria incapaz de hacer algo como eso... pero al final lo había hecho, aunque no exactamente como él lo había dicho.

Seguí visitando a Baji-kun todos esos días, cada vez lo veía mas nervioso y con miedo, cada vez lloraba mientras me abrazaba y yo ronroneaba para él en un intento mediocre de querer calmarlo. No me arrepiento de haberlo visitado más de lo normal, me alegra haberlo hecho pues tendría que espera mucho, mucho tiempo para volver a verlo.

La noche anterior al Halloween sangriento, fue la ultima noche que vi a Baji-kun, cuando volví a visitar su habitación, solo me encontré con un cuarto vacío, donde la presencia de Baji-kun se iba desvaneciendo poco a poco. 




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