Di-Di

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Yudith no era una persona complicada, su vida en el colegio era monótona, aunque siempre le gastaban bromas y burlaban de ella, eso era su día a día, pero al llegar a casa siempre pasaba algo nuevo, sus padres discutían todo el tiempo delante suyo y de su hermano mayor, estaba acostumbrada a llevarse golpes cuando se metía en sus discusiones, no entendía por qué no se divorciaban de una buena vez. Su hermano era la única persona que le mostraba afecto y solo cuando estaba de humor. Por eso Yudith siempre lloraba silenciosamente en su habitación, por eso ahora lloraba desconsolada en la parte trasera del colegio, sentada en el suelo con la cabeza escondida en sus piernas.

- Que pasa? Aún no superas la broma de la semana pasada?-una voz conocida la sacó de sus pensamientos y con temor levantó la mirada y ahí estaba, Verónica, una chica desagradable a más no poder, que molestaba al pobre desgraciado que tuviese la mala suerte de llamar su atención, no era nada sorprendente que ella fuera la causante de sus lágrimas, la causante del infierno que vivía en la universidad-

- sobre eso....me mentiste -Susurro para sí misma- D-dylan no me buscaba.... -sus palabras se entrecortaba por pequeños sollozos e hipidos-

- Claro que lo hice, en serio Yudith, creíste "Di-Di" se fijaría en ti? Ni siquiera sabía que existías hasta hace unos días.

Verónica no siempre fue así, al entrar a la Universidad, ellas eran amigas, sabían los secretos de la otra y lo callaban como si fuera lo más preciado que tenían, pero por cuestiones de la popularidad de Verónica y la falta de ella de Yudith, se separaron. Días antes de esto Yudith había descubierto que Dylan existía, le contó a su amiga y también el apodo cariñoso que le había puesto.... "Di-Di" era algo q no saldría de entre ellas,algo que no le debió decir...entre otras cosas que nunca le debió mencionar.

La pelirroja se había enfurecido y no es como si fuese a explotar de un momento a otro y darle una paliza, no, con una elegancia innata agarró su bolso y se puso de pie comenzando a caminar con la intención de ir lo más lejos posible, pero una mano en su hombro hizo que se diera un espaldarazo contra la pared, Verónica también estaba molesta...

- No puedes dejarme hablando sola e irte de rositas Yudith, no, porque perdería la buena reputación que tengo, espero que sepas que no lo quiero hacer, pero es una obligación que tengo -Susurro lo suficientemente alto para que la contraria la escuchara, era una tristeza fingida, una mentira mal contada, Yudith lo sabía, pero no podía hacer nada-

La Rubia alzó su mano dando a entender que le daría un golpe, uno de varios que vendrían después, por eso la más baja cerró los ojos esperando el golpe, un golpe que jamás llegó.
Abrió los ojos como platos al ver la escena en frente suyo, alguien sostenía la mano de la rubia con fuerza, pero aún así no borraba esa sonrisa que todos amaban.

- D-dylan?.

No tengo dueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora