Thank You For the Love.

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Y su cuerpo se desvaneció sobre las azuladas ropas que cubrían su cama. Su nariz enterrada en la blanca y sucia camiseta de talla XXL que obviamente no le pertenecía.

Se sentía embriagado ante el fuerte aroma que esta desprendía, se sentía drogado, se sentía ajeno a la realidad que lo rodeaba.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué él? ¿Por qué de todos ellos? Maldita sea, ¿Por qué tenía que irse su Ken-chin, de entre todas las personas que existían? ¿Por qué no podía simplemente haber muerto él mismo? ¿Por qué tuvieron que arrebatarle a la única persona que le restaba? Y se sentía solo. Se sentía desgraciado, desdichado, se sentía exento de cualquier tipo de energías, quebrado, ante la idea de perder a aquel quien lo había hecho feliz, ante la idea, ante la realidad que rodeaba el hecho de que todas las personas que lo rodearon en sus momentos más felices lo abandonaran.

Sin embargo, y por encima de todo, se sentía egoísta. Se sentía egoísta por querer poder volver al pasado para salvar aquello que le importaba. Para salvarlo a él. A su pilar, a su mejor amigo y a su felicidad. Quería salvar a su casa, quería salvar a aquel quien alguna vez lo abrazó y le dijo que todo estaría bien. Le habían arrebatado a su hogar, su fuerte y poderoso pilar se había ido, y ahora todos aquellos muros que él mismo creó para protegerse se caían a pedazos, se desmoronaban y él no estaba listo para afrontar las consecuencias de esto, Mikey no estaba listo para abrir sus ojos y darse cuenta de que era una realidad y no una dolorosa pesadilla.

No, se negaba, se negaba rotundamente a aceptar aquello sin más, se negaba a aceptar que algún día aquella camiseta dejaría de oler a Draken, que dejaría de oler a su Ken-chin.

Y debía ser una broma. Debía ser una terrible jugada de su mejor amigo para ver si le importaba, para saber cómo reaccionaría si le pasara algo. . Eso debía ser, estaba seguro de que tenía que ser eso, no había ninguna otra posibilidad, ¿Verdad? Draken no había muerto, él era como, como inmortal, no podía simplemente morir.

Sus manos alcanzaron de forma temblorosa el teléfono que estaba en su mesilla y abrió la tapa, sus manos temblaban tanto que cayó antes de que pudiera marcar el primer número, más volvió a intentarlo, llevando el aparato a su oreja y aguantando su pánico, escondiéndolo con una sonrisa de euforia, de necesidad, de esperanza forzada, pero sobretodo, de profunda pena y rechazo.

Tras tres pitidos, alguien atendió, fue tanta la emoción que sintió Mikey en aquel segundo que se puso de pie de inmediato, tomando el teléfono entre sus dos manos, con una sonrisa y ojos brillantes de auténtica emoción, tan francos como los de un niño, tenía el mismo rostro que cuando Ken se sacaba de su bolsillo una banderita para menús infantiles y se la colocaba en la comida, o cuando lo llevaba en moto para sentir la adrenalina recorrer sus venas.

—¡Ken-chin! ¡Sabía que estabas vivo, id-

—Buenas tardes desde el hospital central de Shibuya, tenemos entre las pertenencias de Ken Ryuguji este teléfono, ¿Es usted pariente o...

Cerró el teléfono y lo dejó caer, riendo sofocado, cayendo una vez más sobre sus rodillas, no lloraba, claro que no lloraba, él no podría llorar, llevaba ensayando mucho tiempo, tapando todo dolor con una suave sonrisa o la furia de sus patadas y su voz al comandar. Sin embargo, ¿Por qué cuando sus brazos abrieron su armario de ropa y lanzaron sobre él toda la ropa que tenía de su mejor amigo —debido a la cantidad de veces que se quedaba a dormir en su casa— encima suyo y se enredó entre estas, por qué cuando las pequeñas badneras tricolor saltaron de sus bolsillos, grandes gotas saladas inundaron sus ojos? ¿Por qué sentía el ardor en las heridas de sus mejillas? ¿Por qué sentía su pecho contraerse hasta presionar con tal fuerza que lo hacía perder la capacidad para respirar?

Thank You For The Love || drakey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora