Usa se encontraba conversando con su grupo de amigos. Se habían reunido poco después de la reunión que la ONU organizó.
—Vamos, Usa, dale una oportunidad a la pobre chica.
Desvió la mirada en dirección a la tailandesa quien lo miraba desde hace unos minutos de manera discreta.
—Es linda...pero no es mi tipo. —se alzó de hombros sin estar interesado.
—Nadie es tu tipo.
—Soy exigente.
—A este paso te quedarás solterón —musita el bicolor.
—¿Y qué me dices de Perú? —le preguntó con curiosidad — Está sola y es linda.
—Es muy random y rara. —responde el de estrellas.
—Ni siquiera son amigos, Corea, además Perú es divertida. Este...—señaló al yankee — da sueño.
—Hey!
El ruso ríe.
—Es broma, idiota.
De pronto, llega Australia sentándose al lado de sus hermanos, uniéndose a la plática.
—¿Qué hablan? —inquirió.
—Estamos buscando a la pareja perfecta de tu hermano.
—Uyy...ya hay alguna candidata?
—Nadie lo quiere.
—Mejor me voy. —se para dispuesto a retirarse.
—Bueno, tal vez a Usa no le guste nadie, pero a mi sí.
Las palabras de Australia hicieron que el gringo se quedara un rato más.
—¿Quién? —dijo Alemania.
—La que está al lado de Venezuela.
Se voltearon y a la única que vieron fue a la sudamericana de dos colores.
Su hermano se tensó.
—¿Perú?
—Sí, la invitaré a salir. —sonrió ilusionado —Hasta donde sé, no está saliendo con nadie y tiene mis mismos gustos. Es perfecta.
—Esperemos te haga caso, amigo.
—No creo.
Todos lo miraron.
—Qué quieres decir con eso, Usa?
—No tiene tus mismo gustos.
—¿como que no? Adora a los animales como yo, le gusta explorar, es aventurera.
—¿Quieres una novia o a Dora la exploradora? —preguntó en broma.
Las carcajadas de sus amigos no tardaron en escucharse.
—Ja ja, sigan riéndose, cuando me vean con ella se quedaran calladitos.
Solo uno cambió su expresión. Lo que estaba oyendo no le gustaba en absoluto.
—No puedes salir con ella.
—¿Te gusta acaso?
—No digas tonterías. Lo digo por tu bien, sabes como son los latinos, problemáticos, exagerados, dramáticos, no te conviene.
—Hermano, te quiero, pero creí que habías dejado de ser un idiota. Aleja esos estereotipos que tienes contra ellos, no seas prejuicioso. —regañó con tranquilidad.
—Australia tiene razón, Usa, ¿por qué crees que te odian? Hasta yo lo haría si veo que me tratan así.
—No todos me odian.