EL COMIENZO

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Estaba perdida en mi prosa

escribiendo sin parar,

cuando todo estaba arruinado

hasta que mi vida empezó a cambiar.


Lo primero que me encontré

fue una linda rosa,

en el porche de mi casa

mi alegría era contagiosa.


Un apuesto galán se presentó

su nombre Mateo,

dijo que era mi admirador

y su signo Leo.


Aquel día empecé a ser feliz,

gracias al hombre que acabo de describir.




Las Poesías Que No Le Pude DedicarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora