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CUANDO TODO COMENZÓ
- A I S H A -

14 AÑOS ATRÁS…

Todas las noches desde el mes pasado me levantaba abrumada a las dos de la mañana, un ruido interminable y unas voces inexplicables rondaban por toda mi cabeza aturdiendo, solamente tenía nueve años, no entendía nada.

—Mamá... Ma... Por favor, ayúdame. Duele, mi cabeza dueleentre gritos y quejas llamaba a mi madre en un intento difícil de encontrarla.

Mi mente estaba al borde del colapso, era frustrante.

Voy joder, cálmate niñamurmuró mientras sentía sus pasos acercarse cada vez másAch, tienes algo de fiebre. Te daré algo rápido y mañana iremos al médico, pero por favor deja de hacer tanto drama, me estresazanjó.

—¿Qué le pasa a la niña?escuché lejana la voz de mi padre algo consternado.

Lo mismo de siempre, con sus niñadas y berrinchesrespondió mi madre con una pizca de acidez.

N-no hablen tan fue-erte...—seguía sosteniendo mi cabeza con desesperación por la presión que latía cada vez más contundente.

Mi madre hizo una leve mueca y empujó a papá hacia afuera, restándole importancia.

Seguí, con un punzante dolor y llorando en silencio... Repitiéndome mentalmente que simplemente era una molestia que no sería para tanto después.

Qué equivocada estaba.

A la mañana siguiente seguía agotada por el esfuerzo de la noche anterior al intentar calmar mi dolor, sin embargo, cesó solo un poco a mediados de las seis de la mañana.

Me alistaba para mi visita al médico, aunque ya no me emocionaba ningún diagnóstico, si ninguno era válido y no me encontraban medicación.

Bien Aisha, al parecer estás libre de algo grave. Solo era una jaqueca producida por estrés o algo que comiste, con esos medicamentos se te pasarádictaminó el doctor a mi lado,  junto a mis padres y mi hermano de cinco años, Jean.

Solo que, yo sabía que esto no era una simple jaqueca, no era algo de aliviarse. Siempre lo supe y nunca le puse la necesaria atención.

Acabó convirtiéndose en mi peor pesadilla.

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EN LA ACTUALIDAD...

Mis ojos picaban, así que cuando abrí mi campo visual, mis párpados pesaban. Mis labios se sentían algo secos y mi saliva estaba espesa. ¿Qué diablos?

LAS VOCES DE AISHA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora