No sé cómo empezar esto. Tuve un día raro, demasiado raro.
Hoy la vi después de meses, se sintió extraño, como si hubieran pasado décadas y las estaciones del año hayan terminado con ella. Se veía como la mierda para ser sincera.
Estaba más delgada de lo que la recordaba, lo noté por lo suelta que le quedaba su ropa, se había teñido el cabello de negro y lo llevaba hasta los hombros, tenía ojeras y se notaba a leguas que le costaba dormir o no lo hacía. Conocía perfectamente ese estado de abandono.
Quise acercarme y preguntarle cómo iba su vida, si consiguió cumplir sus sueños o por qué estaba aquí. Por un segundo me alegré de verla así, tan débil y frágil, tan perdida. Como lo estuve yo.
Llamé a Jennie, mi mejor amiga desde que tengo memoria más o menos, hacemos todo juntas, ella fue mi pilar y yo le agradezco todos los días por tenerla en mi vida. Jennie me salvó de muchas maneras, en resumen, no seguiría en este mundo si no fuera por ella.
Vivo en Nueva York hace 2 años, «la ciudad de la libertad» como la llaman. Llegué con Jennie, en un momento de locura hice mis valijas y dejé Corea sin mirar atrás, lo dejé todo, la universidad, amigos, mi familia y a «ella». Toda mi vida quedó allí pero mi salud mental era lo primero.
Estoy viviendo en el departamento de mi mejor amiga, sola, sin ella. La razón es porque Jennie se fue a vivir con su pareja, una friki genial, recuerdo la primera vez que me contó que salía con una streamer de videojuegos, nunca me reí tanto en mi vida.
Siempre nos burlábamos de las personas que se filmaban jugando videojuegos, no le veíamos lo entretenido de estar horas delante de una computadora o celular jugando a tal cosa y grabándose en directo, sus victorias, derrotas y frustraciones.
Debe ser un tipo de karma que le tocó a Jen.
Pero la verdad es que Jisoo es una de las mejores personas que conozco, es increíble, siempre menciono la idea de que si algún día terminan su relación yo sería la primera en convencerle de que soy un buen partido para ella. Jennie quiere asesinarme pero me entiende de todas formas, su novia es un amor y lo sabe.
Terminé la universidad hace unos 5 meses, tengo amigos pero a veces siento que no tengo nada, la soledad es lo más horrible que llegué a experimentar, nudos en la garganta, ansiedad, insomnio, sudor frío, calambres musculares, entre otras.
Estoy bien o intento estarlo, ir a terapia una vez a la semana me sacó un gran peso de encima, tengo gente que me apoya, no son muchos pero son los que quiero que estén para mí.
Tengo un pequeño estudio donde doy clases de música, a veces grabamos canciones o componemos y lo subo a mi canal de Youtube. Ese es mi otro lado, Jisoo una vez me alentó a subir covers a la plataforma para así llevar un registro de lo que más me gusta hacer, cantar y tocar mi guitarra. Lo pensé mucho, soy tímida, pero la realidad era que nadie me conocía ni podía llegar a tener fans, por así decirlo.
***
Salí del estudio y me quedé paralizada, no podía moverme, quería hacerlo, quería correr lejos de ahí.
El sonido de la llamada en espera se hacía interminable, rogaba que contestara de una maldita vez. Hasta que por fin lo hizo.
-Rosie, lo siento, estoy ocupa- no dejé que terminara de hablar.
-Ella está aquí, Jennie. -no recibí respuesta- Jen, ella está en la vereda del frente, no puedo moverme y me cuesta respirar. - realmente sentía que me estaba faltando el aire.
-Cálmate, escúchame Rosé.- ella siempre me calmaba pero ahora se la notaba como si no supiera que hacer, como si estuviera aterrada.- cierra tus ojos y solo escucha mi voz.
Podía oír que se alejaba de un bullicio, tal vez estaba en el trabajo o con sus amigos. A veces me daba cosa recurrir siempre a ella, pero la verdad es que Jennie es mi persona y se que haría todo lo que este a su alcance por mi al igual que yo por ella. Somos esto.
-¿Que hace aquí?- no aguantaba mas la situación, quería llorar y al mismo tiempo acercarme a ella. En un momento la puerta del local se abrió y una chica se puso a su lado entregándole lo que había comprado en mi restaurante favorito, me hizo pensar en varias cosas: ¿Quién era? ¿Su amiga? ¿Alguien que acaba de conocer? ¿Su novia?.
Un sentimiento que no experimentaba en mucho tiempo volvió a mi, una sensación inexplicable. El hecho de pensar que ella pudo superarme y rehacer su vida me dolía de muchas formas.
Siempre supe que no le importé en absoluto, me quería, si, pero no de la forma en que yo lo hacia. Encontrármela casualmente en una calle de Nueva York era rarísimo, ¿Ella sabe que vivo aquí?, por un momento se me cruzó por la cabeza preguntarle si me extrañó, si quiso buscarme, si trató de contactarme o simplemente si en algún momento pensó en mi.
Quería hacer tantas cosas y no me salía ninguna. -Rosie, tranquila, no pasa nada. ¿Dónde estas? Dime y voy por ti.- Escuchaba lo que Jennie me decía pero no podía responderle, no podía dejar de mirarla. -Rosé, respira.
Tal vez seria la ultima vez en verla, quería guardar cada detalle de ella actualmente, les dije, se veía de la mierda, pero no me importó.
Caí a la realidad cuando alguien chocó contra mi y se disculpó al instante, escuché a Jennie gritar en el celular y todo me parecía dar vueltas.
-Rosé, por favor, no dejes que Lisa te tire abajo otra vez.- Y escuché su nombre, su maldito nombre, no lo había escuchado en mucho tiempo.
Lisa se había vuelto innombrable para todos los que me rodeaban, el hecho de que nadie decía su nombre o la mencionaban diciendo «Ella» y haciendo caras o formando comillas que me indicaban que estaban hablando de Lisa era gracioso.
Me hizo daño, me dejó secuelas de ello y tuve que reunir fuerzas para escapar de allí y comenzar una nueva vida. -Estoy en Cornelia Street.- y corté la llamada, Jennie conocía muy bien esa calle.
Con la vista nublada y las manos temblando de forma incontrolable guarde mi celular como pude, sentía que alguien me observaba, cuando levanté la vista me encontré con su rostro fijo en mí.
Los autos y la gente iban y venían, ruidos, insultos, música, todo se mezclaba mientras nos mirábamos. Sentí algo raro, ella se veía rara, como si estuviera triste por algo o alguien.
Vi que me sonrió melancólicamente pero lo ignoré por completo cuando mi vista cayó en su vestimenta, ella todavía conservaba mi bufanda roja.
Sé que mi mirada podía decirle que lo recuerdo todo demasiado bien y tal vez ella también.