01: Diosito, llévatelo o te lo llevo yo

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—¿Una banda? ¿No se te ocurrió una mejor idea?

—Vamos Lili, trae muchos ingresos y es algo que sabemos hacer de maravilla, solo tenemos que encontrar a más personas que les interese estar.

Apoyo mi frente en la mesa mientras suelto un suspiro largo. ¿No se le pudo ocurrir una idea que no tuviera que ver con presentar mi cara a todo el mundo?

Detestaba que me miraran, y preguntaran el porqué; así que tomen asiento para escuchar mi pendeja historia. Cuando tenía 13 años más o menos me empezó a gustar un chico (muy cliché, lo sé). Pasaba mucho tiempo con él en la escuela y me fui volviendo más pendeja de lo que ya era con él.

Un día alguien le contó que me gustaba (muy sapo hijueputa), y luego él me rechazó de la forma más estúpida que un bebé de tres meses diciendo, ¿Cómo me puede gustar alguien como tú con esa cara llena de granitos? y como estaba taaaaan enamorada (pendeja) de él sentí que lo que decía era cierto y mientras pasaba esa etapa no quise que nadie me viera.

Todavía soy un poco insegura con mi cara por la manchas del brote tan fuerte de acné, pero ahora soy yo la que me burlo de los que se burlaron de mí porque ahora ellos parecen una fresa con patas y brazos.

Rio para mis adentros al recordar todo eso, pero veo que Jess me mira con cara de querer matarme por no prestar atención.

—Habla rápido, no tengo todo el tiempo del mundo.

No sé como, pero se da cuenta de lo que estaba pensando, así que responde.

—También puede ayudarte a superar el pánico que tienes con que las personas te miren la cara. Dos por uno, piénsalo.

—¿Cómo encontraras a las demás personas? —desvio el tema levantando la cabeza para mirarlo— ¿Publicando un post en Instagram o qué?

—No es mala idea, pero no. Hay un amigo que sabe tocar el bajo, y creo que su novia toca la batería, podríamos hablar con ellos y ver si quieren participar.

—No sé, sabes que no me gusta convivir mucho con las personas.

—Lili, ellos no son malas personas, te lo aseguro. Solo dales la oportunidad de conocerlos si aceptan entrar.

—Bueeenooo, no prometo nada. Porque si los conozco, y no me agradan, no voy a ser una doble cara y tirarles rositas cuando lo único que quiero es tirarlos por un edificio de mil pisos.

—Aww, mi hermana siempre tan bella.

Se estira por encima de la mesa, colocando sus manos en mis mejillas para masajearlas de forma exagerada. Golpeteo sus manos para que las quitará de mis mejillas sin éxito alguno.

—¡Joder, ya basta! Eres un grano en el culo cuando te lo propones.

Me mira mal y quita sus manos de mi cara de manera lenta, pero antes, pellizca rápidamente mi mejilla derecha.

—Coma mucha mierda, retrasado —resoplo bajando el tono de voz.

—Te escuché.

—Esa era la idea.

Me mira con cara de indignación, pero antes de que pueda decir algo nuestra madre entra a la cocina.

—Yo también escuché, pero no creo que esa fuera la idea.

Jess hace una mueca de burla, pero mamá le toca la cabeza y este para abruptamente.

—Y tú, deja de molestar a tu hermana. Después te quejas de que te molesta.

—Aburridas. —dice al mismo tiempo que cuando se levanta hacia el refrigerador, sacando una botella de zumo de naranja y empinándose en el mismo.

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