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capítulo 1 for sure
GOLPEÓ SUAVEMENTE EL CIGARRO CON SU DEDO ÍNDICE PARA TIRAR LA CENIZA en dirección el suelo, observando como esta impactaba suavemente. Su espalda dolía, seguramente debido a que se encontraba de cuclillas escondida en la parte trasera de la vieja casa de los Greene. Fue allí donde se preguntó porque aún mantenía en secreto su adicción a los cigarrillos. Sus primas lo sabían, Shawn también, pero era su tío el que realmente le preocupaba. No quería que el susodicho se enterase de que, tal y como él lo fue de el alcohol, ella era dependiente del tabaco. Muchos creerían que es menos grave, pero ella habiendo estado en el área de medicina sabía que era las dos caras de una misma moneda.
Así que en cuanto el viejo Hershel Greene apartaba un segundo la vista de la de pelo castaño esta lo aprovechaba para desaparecer y ocultarse para poder fumar tranquilamente. Siempre se escondía en los mismos sitios los cuales de pequeña se metía: detrás de la casa, donde se encontraba actualmente, en su antigua cabaña del árbol, la cual sorpresivamente no solo se mantenía a la perfección sino que incluso podía dormir allí sin problema alguno, y por supuesto el granero.
Aunque el último era un lugar por el cual ya no merodeaba por obvias razones. En un intento de despejarse pasó su mano libre por su cara, frotándose los ojos con cierta fuerza ante el cansancio al que los estaba sometiendo. Era bastante temprano, por la mañana, no necesitaba mirar el reloj para verlo debido a que observó el sol salir por el horizonte horas atrás. Había trasnochado por culpa de su incesable insomnio y aún no podía darle descanso a su cuerpo. Incluso había despedido a su tío Otis el cual había salido a cazar una hora antes.
Por muy temprano que fuese no tenía nada que hacer realmente. Odiaba aquello, la rutina era una importante fracción de su vida y algo más que los no muertos le habían arrebatado. Así que como años ha, de nuevo se había convertido en una bola de desastres. Sin nada cansándole durante el día su insomnio le mantenía las noches en vela y sus horas se convertían difusas.
Podría ayudar a sus primas, pero tender y dar de comer a los animales no era lo suyo, ya no desde que habitó más la gran ciudad de lo que hizo la granja. Tal vez esa era la razón del por qué se encontraba evitando a todo el mundo allí: se sentía una extraña en el lugar el cual alguna vez llamó hogar. Incluso en su propia habitación donde pasó el mayor tiempo de su vida se dejó de sentir cómoda. Era triste, no mentiría. Todo el mundo se quedó allí, en familia, y ella se apartó. Al final del día solo había una culpable de aquello y era ella misma. No todo se mantendría igual a cuando tenia veinte años y si pensase eso sería tonta. Ahora con veintisiete años lo tenia claro, casi tanto como que la vida nunca pararía de hacerse cuesta arriba.
El pequeño golpe que recibió en la cabeza le tomó de tal sorpresa que el cigarro se le cayó al suelo. Mirando al causante del sobresalto con una mueca recogió el cigarro caído, soplándolo para quitar los restos de tierra.