Capítulo 31

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-¡Ya llevan como diez minutos ahí adentro! —Yandri está más que inquieto, desesperado.
-Pero calma. —Julia intenta tranquilizarlo.
-¡Pero es verdad! —Marquiño sigue rematando.— ¡Uno no puede ni disfrutar el recreo!
-¡Cálmense, por dios! —Jeniffer toma la palabra.— ¡Por un día sin recreo no nos vamos a morir!
Yandri resopla, imposible está tranquilo. Llevan un aproximado de quince minutos frente a la dirección, sin saber nada de lo que pasa tras esa puerta verde.

Un poco más allá, en su misma dirección, Milena los contempla, de brazos cruzados, un algo preocupada, pero mucho más intrigada. Ya no tiene relación con ellos, todo lo contrario, ha tenido problemas, pero de igual forma, le nace el hecho de importarle lo que pasó.
Se acerca al grupo, no mucho, y no se lo piensa para hablar, antes de que el nervio la domine y luzca como una entrometida.
-¡Buenas!
Todos la miran, pero ninguno le responde.
Aún así, decide continuar.
-¿Alguien me puede hacer el favor de decirme lo qué pasó?
-¡No te importa, mija! ¡Ya vete! —Yandri le responde, o más bien, le cuestiona.
-¡Por favor, Yandri! —interviene Jeniffer. Luego se dirige a Milena.— ¡Ya tu sabes cómo es Carlos, y que cada vez que está cerca, llueven los problemas! ¡Ayer fue con Yandri por meterse conmigo, hoy con Nereón por hacerlo con Julia.
-¡Y para colmo llega el imbécil de tu novio a querer hacerse el profesor de las reglas! —Yandri sigue echando leña al fuego.
-¡¿Y qué más quieres que haga él?!
-¡Pues nada, es sólo un estúpido! ¡Incluso, mucho más que tú!
A Milena se le abre la boca sola. En la vida le habían dicho algo así. Por un instante se arrepiente de haberse interesado en el problema. Y, una vez más, comprende que jamás la volverán a ver como mismo, mucho menos llevarlo todo en paz.
Sigue en shock, sin saber al menos como disimular esa pena.
-Bien. —Es lo único que alcanza a decir.

En ese mismo momento, se abre la puerta de la dirección.
Sale Nereón, con un carácter que, demuestra que no le fue muy bien allá dentro.
Le sigue Carlos, rozándose la nariz, roja a más no poder, con rastros de sangre aún. Detrás, su amigo. Y por último, Ramón.
Carlos y su amigo siguen la ruta y se van.
Nereón se acerca a sus amigos.
-¡Hasta que por fin! —Yandri respira algo aliviado.— ¡¿Qué te hicieron?!
-Casi nada... Un alta para el expediente y par de regaños.
-¡¿Pero solo a ti?! —pregunta Marquiño, sin entender del todo.
-¡No, a los tres!
Marquiño asiente.
Julia se acerca a Nereón y lo abraza. Él la estrecha, mientras le da un beso en el cabello.
-¡Espero que entiendas que no eres invencible! —Ramón replica desde atrás.
Nereón pone los ojos en blanco, aprieta los dientes y suspira, buscando la calma, la tranquilidad, l forma de no caer en la provocación de ese imbécil. Pero, nota que está buscando oro donde apenas hay minas.
Resopla, se aparta de Julia, y se da la vuelta, ya cansado, decidido a decirle en la cara a ese tipo, todo lo que merece escuchar.
-¡¿Sabes cuál es tu problema profesor de quinta?! —Se le encara de bien cerca, casi chocando las frentes.
Ramón pone de no tenerle miedo, lo mira a los mira a los ojos, con los brazos en jarras.
Los demás los rodean, con la intención de que todo no vaya más lejos en caso de que llegue a suceder.
-¡Lo que te pasa es que, aún siendo tú quien me llevó la novia, eres el que carga odio contra mí!... ¡No seas cabrón y quítame el dedo!
Ramón se ríe, a carcajadas. Descruza los brazos y se los lleva a la cara, como cubriendo la risa que le ha causado eso. No quiere mostrarse como un inmaduro.
Nereón vuelve a resoplar, cierra las manos y aprieta el puño, con todas sus fuerzas, más el enojo, la rabia...
Hace ademán de darle un golpe pero..., se retiene, al mismo tiempo en que Ramón se percata y le da un ligero empujón, apartándolo un poco.
-¡No te equivoques! —Se pone serio y lo señala.
Pero ya Nereón no responde por si solo, tampoco le teme a lo que pueda pasar, mucho menos a él. De modo que, se le acerca otra vez, con impulso.
-¡¿Qué quieres?! ¡¿Pelear?! —le grita en plena cara, casi escupiéndolo.
Ramón se vuelve a reír. Y le da otro ligero empujón.
Nereón sigue resoplando, apretando el puño cada vez más.
-¡Vuélveme a tocar y terminaremos en un hospital!
-¡¿Por qué todo tienes que resolverlo a golpes?! —Esta vez, Ramón si lo encara, totalmente serio, con las cartas sobre la mesa — ¡¿Quieres guerra conmigo?! ¡Pues hagámosla sin golpes, cabrón!
-¡¿Lo quieres así?! ¡Pues así será! —Empieza a darle suave, con el dedo índice y del medio, por el pecho.— ¡Y empieza ahora!
Acto seguido, se aleja completamente de él. Toma a Julia de la mano y echa a caminar. 
De repente, recuerda un detalle... Y se da la vuelta.
-¡Otra cosa!
Ramón lo mira.
-¡Las novias no cuentan! ¡La tuya sabe de lo que soy capaz cuando se trata de la mía.
Vuelve a darse la vuelta y se va definitivamente, junto a Yandri, Jeniffer y Marquiño que, no hablan, comprenden que en esta ocasión el problema es serio. Saben de lo que es capaz Nereón..., pero de ese profesor ridículo, no tienen ni idea.
Ramón se queda allí, asintiendo y riendo, viendo como se alejan, observado por Milena, con una cara no muy agradable.






Gracias por llegar a mi vida(Borrador) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora