(Capítulo 2)

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🪷DETRÁS DE MI MUSA🪷

Min Suga No pude traer a mi Musa conmigo, pero tenía grabado aquel medio rostro en mi memoria

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Min Suga
 
No pude traer a mi Musa conmigo, pero tenía grabado aquel medio rostro en mi memoria.
 
Empezaron a dar vueltas en mi cabeza las preguntas e incógnitas.
 
¿Quién eres? ¿De dónde eres? 
¿Cuál es tu nombre? ¿Qué es lo que le hace falta a tu vida para complementarte? 
 
Nam chasquea los dedos —Tierra hablando a Min.
¿Qué te pasa, hermano? Llegaste en una nube desde que salimos del museo.
 
—No puedo sacarla de mi cabeza.
 
—¿A quién? 
 
—A ella, la chica de la pintura. Su mirada me transmite; me dice tantas cosas.
Como si fuese mi reflejo, mi otra mitad. También tengo vacíos emocionales; me siento incompleto.
 
Nam ríe—¡No puedo creerlo!
No sé si te hice un bien, o un mal, al llevarte a ese museo; ahora quién te aguanta.
 
—Lo juro, no sé qué me pasa, estaba bien, tranquilo, dándole sorbos a mi coca. Hasta que la vi, me puse inquieto, no podía apartar la mirada de aquel medio rostro.
 
—Ni siquiera estás seguro si existe.
 
—Es su autorretrato, tiene que ser ella.
 
—¿Y si no lo es?
 
—Estoy seguro que sí.
 
—¿Qué te hace estar seguro?
 
—Mi corazón, algo me dice que detrás de ese cuadro está ella. Lo mira con molestia— Oye, pensé que me apoyabas 
 
—Es que no puedes enamorarte de alguien del cual no sabes si existe. 
 
—Si existe.
 
—Eso espero, espero que esa mujer exista, si no; vamos a tener que aguantar tus delirios existenciales. 
 
Min Suga
 
Al día siguiente seguí trabajando; mi mente estaba vuelta un ocho; únicamente pensaba en ella. Así que fui al museo. Necesito tener en frente esa pintura o voy a volverme loco.
 
Me senté en la banca a observar aquel hermoso ojo; mi inspiración fluyó por arte de magia.
 
El encargado se acerca. —Qué bueno que lo veo, señor. 
 
—¿Me tienes buenas noticias de lo que te encargue?
 
—Más que buenas, excelentes.
Le tengo los datos de la artista detrás del cuatro.
 
—¡¡En serio!! ¿Puede dármelos?
 
—Ya se lo traigo, puede llevarse su cuadro.
 
—Es doblemente genial.
 
No podía creerlo, mi día no puede ser mejor.
 
El encargado me entregó los datos de la artista. Su correo, número de teléfono, país y ciudad de procedencia de esta hermosa obra de arte, la dirección de la galería de dónde lo enviaron.
 
Mi felicidad no puede ser más grande; llegue a mi estudio con mi hermosa obra y lo puse sobre el piano…
 
Me senté en frente, observando su hermoso ojo, esos hermosos labios.
 
Ahora puedo rozar los dedos en él, acariciarla es igual que tocar su rostro; ha dejado su ser, su esencia, en el autorretrato. Puedo sentir lo que quiere transmitirle a la persona que se interesa en su arte. 

Transmite su sentimiento, sus emociones, dejar claro que está incompleta. Busca alguien que llene el vacío que ya hace en la silueta que está a su lado.
Una silueta sin rostro, de alguien que no está en su vida, lo necesita para que sea su otra mitad, su complemento.
 
Estuve casi una hora sentado, perdido en el retrato.
Después fui al computador; empecé a averiguar si existe alguna red social ligada al correo, pero no hay nada.
 
Los datos son los siguen 
 
El país de procedencia de aquel cuadro es; Brasil.
¡Por Dios! ¡ ¡Estoy loco! Ni siquiera habla mi idioma, mucho menos hablo portugués, medio hablo inglés, espero que también lo hable, estoy a punto de llamar al número que me dieron.
 
Mis nervios estaban a flor de piel; lo único que espero es que no me conteste un hombre, o estaré perdido.
 
Cuando me contestaron vino mi desilusión; efectivamente, contestó un hombre, igual no colgué.
El tipo habla perfectamente inglés, pero el mío está cagado.
 
Como pude, le pregunté algunas cosas. 
Me dijo que es el dueño de la galería de dónde enviaron el cuadro; le conte que soy el comprador; necesito información acerca del artista detrás de la obra. 
 
Le relate una historia más rebuscada que mi existencia.
Le dije que estoy interesado en las obras de la artista; quiero comprar mas pinturas.
 
El tipo dijo que tengo que hablar con ella, ya que tomó el atrevimiento de enviar la pintura sin su autorización. 
 
Hice la pregunta temida.
¿Quién es la persona detrás de la pintura? ¿Cuál es su nombre, si es cercano a ella? ¿Pero no estaba entendiendo lo que decía?
Para mi suerte llegó Nam.
 
—Necesito que me ayudes con el idioma. Estoy hablando con el dueño de la galería que envío el cuadro, pero habla inglés, el mío no ayuda 
 
Nam pone el alta voz, Suga le pasa las preguntas, habla con el hombre…
 
Este va anotando lo que dice.
 
Después de un tiempo cuelga.
 
—La galería de arte está en Curitiba, estado de Paraná, Brasil, al otro lado del mundo.
 
—No me importa.
¿Qué más te dijo? 
 
—Es una chica, se llama Fernanda, trabaja en su galería.
 
Ríe—¡FERNANDA! 
 
—Atrevidamente envío el cuadro, entre otros de su galería.
 
—¿Es su autorretrato?
 
—Sí, es ella.
 
Se emociona—Lo sabía.
¿Te dio su número de teléfono?
 
—Sí, ahí están sus datos. 
Oye, cálmate, te va a dar algo.
No sabes nada, si tiene novio, esposo. 
 
—¡Aaaah! ¿Por qué no preguntamos esos datos?
Aunque sé que no lo tiene, busca su otra mitad, su complemento…
 
Nam ríe —¿Estás loco, Min? 
 
—Loco no, estoy enamorado.
 
—Ojalá sea lo más demente que hagas en la vida.
 
—No aseguro nada. 
¡Gracias bro! 
Voy a llamarla, necesito tu ayuda, quizás hablé inglés.
 
—No lo hagas, su jefe hablará, primero con ella. Tiene que contarle lo que está sucediendo con su cuadro, que llama después.
 
—¿Cuando va a hablar con ella? 
 
—Dijo que en una hora se comunica; ella está en la galería en este momento…
 
Ríe emocionado—Es maravilloso, dile que te envié una fotografía; quiero ver su rostro completo.
 
—¡Ey, cálmate! Toma las cosas con cuidado o te va a ir mal.
No conoces a esa mujer, no tienes idea de quién es.
 
—¿Nunca te has enamorado?
 
—No, y tú tampoco
 
—¿¡Cómo que tampoco!?
 
—No te metas en líos.
 
—Enamorarse no es meterse en líos.
 
—La forma en que lo estás haciendo puede traerte problemas.
Es demente tu actitud; rayas en lo patético.
 
—Soy un romántico.
 
—No voy a prestarme para esto. Si quieres hablar con esa mujer, hazlo con tus propios medios; no me involucres en tu desgracia.
 
Adiós, Chao 
 
Se marcha 
 
—¿Qué mal estoy haciendo? 
¿Por qué le molesta?
 
Pasa una hora; vuelve a sonar mi celular; la llamada es de Brasil.
 
El dueño de la galería dijo que no está interesada en hablar con nadie; no le molesta que hubiese enviado su pintura. 
Si estoy interesado en alguna de sus obras, puedo arreglarme con él.
 
El entusiasmo se me fue al piso al escuchar lo dicho.
 
Tengo su número, así que decidí llamarla.
Es loco lo que estoy haciendo, pero mis instintos son los que me empujan.
 
Cuando abrió la llamada sentí miedo. Solamente se escuchaba su respiración, a la espera de lo que diga.
 
No sabía qué mierda decir, si ella habla inglés, portugués. Nam me dejó solo, lidiando con esto, así que decidí irme por mi inglés rebuscado.
 
Le dije lo siguiente:
 
—Hola, Fernanda. Soy la persona que compro tu obra en Corea; estoy interesado en…
 
Me colgó
 
¡¡Ahhhh!! ¿Cómo puede hacerme esto? Decidí escribir, leía los mensajes, pero no respondía.
 
¿Será que Nam tiene razón?
Su actitud me alerta. Me dice que debo dejar todo en su lugar, tal cual está. 
 
Es mejor imaginarla, quedarme con un retrato colgado en la pared y renunciar sin intentar.
 
Es mejor desistir, no ir detrás de mi Musa.
 
  
            
 
 

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