Capítulo dos

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Unos cuantos días habían pasado desde la velada familiar de los Vinsmoke, Sanji se sentía aliviado pues al parecer nadie aparte de Yonji recordaba lo que el bocón de Ichiji había mencionado sobre su pareja.

El ruido de los ingredientes siendo freídos se escuchaba por cada rincón de aquella amplia cocina, al igual que vasijas chocando entre ellos, gritos de los cocineros y uno que otro utensilio volando de un lado a otro. Otro día más para Sanji en la cocina del Baratie, se encontraba concentrado en la comida que estaba preparando.

—Berenjena, deja eso un momento—El hombre apareció por la puerta que daba hacia el restaurante, el rubio miro a Patty haciendo un gesto de que le encargaba el sartén.

—¿Sucede algo viejo? —Se acercó al mayor, mientras ambos se dirigían a la puerta que daba hacia la casa del mayor.

—Quiero que venga ese muchacho el sábado—Sanji se tensó, desviando rápidamente su vista hacia el calendario que colgaba en la nevera, marcaba que era jueves, trago saliva nervioso, solo pudo asentir.

Su jornada laboral de medio tiempo había terminado, Zeff le había dado el permiso de ausentarse lo que restaba del día para poder ir a avisarle a su pareja que lo esperaban el sábado por la noche en la cena familiar, y que no aceptaría un no por respuesta.

Se dirigía hacia la casa de su pareja, un poco dudoso sobre la manera en la que tendría que decirle, o si debería decirle apenas verlo o cuando tuviera que regresar a su hogar, tocó un par de veces.

En su mente se repetían las palabras que Zeff le había dicho aquella noche.

"Quiero que sepas que no acepto un delincuente, no tatuajes, no perforaciones, no cabellos pintados, no un vago, no un adicto"

Y la puerta se abrió, dejando ver a su pareja, Roronoa Zoro, todo lo contrario, a lo que Zeff quería.

Lleno de perforaciones, lleno de cicatrices, en su oreja izquierda colgaban 3 pendiente dorados, mientras que en la derecha un par de aretes negros, un piercing en los labios, otro en la ceja, y otro en la lengua, un pequeño tatuaje de una katana detrás de la oreja, otros escondidos en algunas partes de su cuerpo, pero ahí estaban. Una cicatriz en su ojo, otra en el pecho y una en cada tobillo. Mirada grisácea fulminante, y cabello verde.

—Sanji—Su ronca voz lo hizo dejar de analizarlo, parpadeo un par de veces.

—Marimo ¿Podrías evitar abrir la puerta con la camisa desabrochada? —Gruño molesto, comenzando a abotonar la camisa del moreno, mientras el contrario reía.

—Está bien pequeño celoso, pasa—Se hizo a un lado para que pasara el rubio, no sin antes darle un beso rápido en la cabellera rubia.

Sanji camino hacia la pequeña sala de estar de la casa el moreno, sin tomar asiento, estaba tan nervioso que simplemente no pensó si quiera sentarse, comenzó a golpear el suelo con la punta de su zapato.

—Puedes quedarte sentado todo el tiempo si quieres, pero dime, ¿Por qué estás tan nervioso cejitas? —El peliverde viajo de la sala hacia su cocina, sacando un par de bebidas de la nevera.

—¿Nervioso? No estoy nervioso, idiota—Dijo con evidente nerviosísimo mientras tomaba asiento.

—Claro, te conozco lo suficiente para saber que lo estas, dime qué sucede—Le lanzo una lata de cerveza, la cual apenas pudo atrapar.

—Bien, mi hermano mayor, Ichiji...le contó al viejo que nos vio besándonos—Sus mejillas se pintaron de un bonito rojo, el peliverde solo cerró sus ojos, pensando en lo tierno que se veía su pareja—¡Por eso te dije que no me besaras! —Se levantó molesto hacia el peliverde lanzando una patada que ni tiempo tuvo de detener

—¿Qué mierda te pasa? Si tú fuiste quien quería que lo besara—Gruño molesto, mientras tomaba el aire que Sanji le había sacado—Y aunque lo pediste, me terminaste empujando también.

Sanji tomaba con rapidez la cerveza, estaba nervioso.

—¿Vienes a terminarme porque tu hermano nos vio y tu abuelo se enteró? —Preguntó Zoro, tomando asiento frente al ya sentado rubio, suspiro—Si es así, lo veía venir, nunca dejas que te bese, siempre me apartas, intento hacer lo que una pareja normalmente haría, pero tú no me dejas, si vienes a eso entonces te puedes ir—Y es que, a pesar de tener apariencia ruda, de todo un brabucón, Zoro era todo un ser sentimental.

—¡Cállate! —Grito Sanji molesto, dirigiéndose al peliverde, tomándolo de la camisa—Todas esas reacciones son porque me pones muy nervioso, maldito marimo, eres muy...—Guardo silencio—Muy jodidamente bueno, en todos los sentidos, no pienso terminarte, ni, aunque quisieras—Sonrió, las manos del moreno se posaron en las caderas del rubio—Igual intentare cambiar eso marimo mierdoso.

Lo atrajo hacia él, haciendo que se sentara sobre sus piernas.

—¿Entonces? ¿No quieres que vaya? —Beso su cuello.

—No es eso tonto, si quiero que vayas, pero, el viejo no quiere un tipo con tatuajes, no perforaciones, no cabellos de colores—Volteó a ver todas las latas de cerveza que estaban en el cesto de basura de la cocina—No un borracho.

El moreno se tensó, él no cumplía con lo que el abuelo de su pareja quería.

—Mierda, pero mi cabello es verde natural—Gruño molesto, Sanji comenzó a reír mientras se dirigía a la cocina—Tampoco soy un maldito delincuente, creo.

—Lo sé, pero el viejo no te va a creer, aunque mi hermano menor también tenga el cabello verde, que extraño.

Comenzó a cocer un poco de arroz para preparar algunos onigiris, mientras Zoro ponía algo de música, algo del gusto de ambos, se recostó en el sillón, mirando hacia el blanco techo, pensando que debería hacer para poder congeniar con la familia de su pareja.

—Deja de pensar tanto, te está saliendo humo de la cabeza—Bromeo, mientras un Zoro con poca energía se levantaba arrastrando los pies hasta el rubio.

—Cállate imbécil, mejor dime a qué hora tengo que ir—Dejo caer su cabeza sobre el hombro del rubio, el cual le daba la espalda mientras hacia los onigiris.

—Yo vendré por ti, tu eres tan estúpido que te perderías

Comenzó una pequeña pelea entre ellos, para ver quien decía un mejor insulto al otro, de la cual nadie gano al verse interrumpidos por el gruñido del estómago del peliverde.

—Ya están listos musgo apestoso—Se dirigieron a la sala de estar.

Zoro quito la música, para después poner alguna película en la plasma de su sala, entre sus piernas se sentó Sanji, con un plato de onigiris, dejo las bebidas en la mesa del centro, comenzando a pasar un buen tiempo de calidad en pareja, el rubio dándole de comer en la boca al moreno, mientras reían de la película que estaban viendo.

Las horas pasaron, y lamentablemente, el rubio tenía que irse.

—Vendré por ti mañana marimo tonto—Sonrió desde fuera de la puerta, el peliverde suspiro, no quería que su rubio se fuera, pero no se podía oponer tampoco.

—Nos vemos mañana pato apestoso—Revolvió un poco su cabello para luego agacharse un poco y darle un tierno beso de despedida.

El rubio levanto su mano moviéndola de lado a lado mientras caminaba rumbo al baratie, en cambio el moreno espero a ya no verlo para entrar a su casa, tomo su teléfono, mandándole un mensaje al rubio.

"Avísame cuando llegues"

El rubio sonrió al verlo.

El novio de Sanji [Zosan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora