1. La carta del autor desconocido

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Se notaba que Kingsley se había esmerado un montón; el paisaje, la casa, el lugar… de verdad se veía como un sitio para relajarse y descansar. Un requisito bien merecido para Harry Potter, que con solo veinticinco años de edad, había hecho mas que muchos magos de gran antigüedad, contando el hecho de que había derrotado al mago tenebroso de la época, manejara uno de los cargos mas difíciles en el ministerio y haya salido vivo de la muerte unas cuantas veces ¿Quién no estaría exhausto después de eso?

-         ¡Amor! ¿Me piensas ayudar no?- le sacó de sus pensamientos su recién esposa, antes prometida Ginny. Harry quitó la vista de la casa de campo automáticamente y fue a ayudar a su mujer a cargar las cosas.

-         Umm, si lo siento. Solo veía…

-         Si, si lo que sea. Ahora ven y ayúdame a cargar las maletas hombre, que pesan.

Ya con las maletas, los nuevos señores Potter abrieron las puertas y se adentraron en esa acogedora casa de campo en las afueras de Irlanda, que el ministerio les habría proporcionado. Lo primero que vieron de la sala eran unas paredes de color melocotón, con unos sofás marrones dispersos alrededor de un televisor de considerable tamaño. A su lado se encontraba una de esas mesas para café y atrás de esta un ventanal con unas cortinas de discreto estampado floral. En diagonal se apreciaba la entrada a la cocina y al lado de esta, había unas escaleras de madera que parecían conducir al segundo piso. Harry inspiró profundamente con una sonrisa mientras que Ginny soltaba un silbido de admiración.

-         Kingsley se ha lucido.- comentó la pelirroja dejando su maleta. Harry asintió de acuerdo.

-         Es el ministro, ni mas ni menos- Harry se volteo al sentir unas manos en sus hombros y vio como su bella esposa le sonreía antes de darle un beso que el gustosamente correspondió hasta que se quedaron sin aire.

-         Gracias- suspiró Ginny contra la boca de su marido.

-         No es nada- contestó el azabache poniendo sus manos en la cintura de la muchacha- Espero y te guste esta luna de miel.

-         Lo disfrutare donde sea si estoy contigo- dijo antes de darle otro beso en los labios para separarse y dirigirse hacia la cocina. Harry se quedó mirando la entrada de la cocina con un toque de culpabilidad. Los Potter no pudieron gozar de una buena luna de miel que se diga, pues como la carrera de Harry recién empezaba y la temporada de quiddich comenzaba para las Arpías de Holyhead donde Ginny jugaba, no tuvieron un respiro para poder irse de viaje a algún lugar lejano. Apenas este año se les concedió un descanso, pensaba el oji-verde.

Los pensamientos del chico pasaron hacia su ahijado Ted Remus Lupin, de solo siete años, a quien había dejado al cuidado de la señora Weasley ya que Andrómeda había muerto hacia un año y medio aproximadamente. Luego pasaron a su trabajo, en el que lo estaban respaldando, pero aun así no evitó que se preocupase ¿Y si algo pasase en su audiencia? ¿Si hubiera una emergencia? ¿Y si sucediese algo en el departamento, algo en que necesitasen su ayuda?

-         Harry, deja de pensar en eso. Todo va a estar bien- le habló Ginny que había descubierto las emociones de su marido con solo mirarle el rostro. Harry sonrió cansinamente, pues ese don era una de las cosas por las que se había enamorado de ella.

-         Pero y si…

-         Si pasa algo, lo resolverán ellos. Relájate, estamos de vacaciones. Se que estas acostumbrado a resolver siempre tu las cosas, pero ahora tienes que empezar a dejar que los demás hagan las cosas por ti. Solo esta vez ¿quieres?- Harry asintió ya mas animado y Ginny le dio una de sus grandes sonrisas.

El Libro de los Pequeños Momentos del Pasado {Harry Potter/1era generación}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora