17 de junio, 2022.
Milán, Italia.Lautaro Martínez.
- Dale gorda, deja de salpicar a papá. - vuelvo a pedirle a Nina, pero ella solo ríe divertida y continúa haciéndolo. Miro su sonrisa y no puedo evitar sonreír también, suspiro dándome por vencido y continúo bañandola y recibiendo pequeñas avalanchas de agua de vez en cuando.
Después de unos quince minutos ya está limpia, seca y vestida, así que la dejo con unos cuantos juguetes y la tele prendida en su corralito. Al comienzo Agustina y yo estábamos en contra del corralito ya que nos gusta que la beba ande libre, pero desde que nos separamos nos dimos cuenta de que posta es necesario en momentos como este en el que quiero bañarme y no tengo quien me la vea. Agarro el iPad y después de darle un par de besos a mi hija me voy de un piquecito hasta el baño de mi cuarto. Prendo la ducha y después de desvestirme pongo el iPad sobre el inodoro con la pantalla de la cámara de seguridad del living para poder ver de vez en cuando a Nina y asegurarme de que esté bien.
Si hay algo que extraño durante la semana que me toca estar con Nina es, sin duda, poder bañarme tranquilo. Igual pasar tiempo con ella supera cualquier otra cosa. Apago la ducha y después de secarme un poco me envuelvo desde la cadera para abajo con la toalla, veo en la pantalla que Nina está joya jugando con su muñeco de Simba así que voy tranquilo a mi pieza para cambiarme. Pero apenas pongo un pie en mi habitación, el timbre suena por todo el departamento. Miro alarmado la hora, mierda, me demoré mucho bañando a Nina y ya es hora de que Pía y su equipo vengan.
Corro al living con cuidado de no caerme porque tengo los pies un poco húmedos todavía. - ¿Quién es? - grito.
- ¡Pía! - la escucho del otro lado de la puerta.
- ¿Estás sola?
- Eh, sí, el resto viene en camino. - suspiro aliviado y camino hasta la puerta, saco la llave y abro. Ella me mira sorprendida y soy consciente de que me escanea de los pies a la cabeza. - Bueno, se ve que sos igual de puntual que Joaquín.
Me río invitándola a pasar y cuando lo hace cierro la puerta. - Nina tenía ganas de jugar con el agua así que me demoré bañándola. - le cuento. Mira hacia la sala y cuando ve a Nina, que nos mira curiosa parada contra las barandas de su corralito, sus ojos se iluminan y una sonrisa preciosa aparece en su rostro.
- ¡Ay, bebita linda, si fue tu culpa entonces estás más que perdonada! - con toda la confianza deja la mochila que lleva siempre en el sillón más grande de la sala y casi corre hacia donde está Nina, quien le sonríe y estira sus bracitos. Pía me mira. - ¿Puedo?
- Obvio. - asiento. - De paso, si no te jode, mirámela un ratito mientras me cambio, porfa.
Pía, ya con Nina en brazos, me hace montoncito con una de sus manos. - ¡Qué me va a joder! Anda y demorate lo que quieras, nosotras vamos a estar bien y contentas, ¿verdad que sí?
La pregunta se la hace a Nina con la voz más aguda y cantarina de lo normal, lo cual me saca una sonrisa. Me alejo de ellas rumbo a mi habitación, antes de alejarme mucho me volteo por unos segundos para verlas ya que escucho una carcajada por parte de Nina. Se ven muy tiernas juntas.
Mientras busco mi ropa me es imposible no ponerme a pensar. Desde lo que pasó con Agus me enfoqué full en el fútbol y Nina, sí salgo los findes que tengo libres porque con un amigo como Joaquín viviendo en mi misma ciudad es prácticamente imposible no salir, pero en cuanto a mujeres tuve pocos encuentros, la verdad, me siento bien solo y además ninguna ha llamado demasiado mi atención.
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INTENCIONES • Lautaro Martínez
Teen Fiction¿Él? Lautaro Martínez, jugador profesional de fútbol, internacional con su selección. Juro que jamás tuve intenciones de lastimarlo ni mucho menos de enamorarme de él.