Valentina.

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Carajo! Ahora Andy Biersack creería que soy una zorra que se acuesta con cualquiera. Haberle dicho que no era fanática de su música era una completa mentira, pero no iba a dejar que se le subiera a la cabeza.
-En que piensas- interrumpió mis pensamientos
-que tengo sueño y que por tú culpa estamos en medio de la nada y no puedo descansar en mi maldita cama- le dije fingiendo odiar la situación.
Una luz se fue acercando al auto
Me vestí rápidamente y bajé del auto.
-¿estás loca?! Podría lastimarte!- me gritó, odio que me traten como a una niña.
-Muerete Andy- le dije enojada.
-Disculpe señorita ¿necesita ayuda?- preguntó un señor de unos 60 años aproximadamente.
-a éste estúpido se le acabó la gasolina- dije señalando a Andy -¿Podría ayudarnos con eso?- añadí al notar que Andy no decía nada
-claro, tengo un galón en mi camioneta, pero no será gratis- dijo el señor poniendo una mueca de interés en su rostro.
-claro, yo pago lo que sea- dijo Andy.
Le puso la gasolina al auto y le pedí que me llevara casa, le dije como llegar y estuvimos ahí en menos de dos horas.
-se que es tarde pero... ¿podría pasar aquí la noche?- dijo Andy, honestamente no pude negarme a sus hermosos ojos azules. Lo miré un momento pero me perdí en su perfecto rostro.
-¿Qué ves?- interrumpió mis pensamientos
-tú horrible rostro- le dije mientras sonreía
-lo amas- me dijo
-jamás- repliqué
-¿y esa playera de black veil brides en tu sofá? Sentí mi rostro quemar en vergüenza
-la uso para dormir, me la dió un amigo en México, tiene pésimo gusto en música pero que le puedo hacer- mentí, pero valió la pena.
- ¿y si te canto en el oído?- me dijo con esa voz profunda y sensual
-¡Tengo sueño!- Me escapé de la situación -tu duermes en el sillón- añadí
-debí quedarme en el motel- dijo con expresión de molestia pero aún bromeando.
-claro, si querías dormir entre ratas- dije burlonamente -me voy ahora- añadí.
Pasaron solo un par de minutos para que callera en los brazos de morfeo, todo era normal y dormía como un bebé, hasta que sentí un cuerpo presionándose al mío, al instante sentí un calor que jamás había sentido, me sentí protegida, algo que hace años que no experimentaba, sentí que nada me dañaría ahí metida entre sus brazos, sintiendo su piel de nieve derretirse en la mía, su dulce tacto era droga y con la primera dosis yo me había hecho adicta... Pero, esto solo es un sentimiento estúpido ¡vamos! El amor no existe, esto solo es otro hombre en mi cama y ya.
Ya no confiaba en los hombres... Vivir en un país lleno de machos no es fácil, por eso huí de ese lugar, dejé mi hogar para alejarme de los hombres, no volveré a caer.

Dark ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora