Para ti, dentro de 12 años

946 132 10
                                    

Tokyo Revengers y sus personajes no me pertenecen, son obra de Ken Wakui. Solo escribo por diversión.

-------------------------------------------------------

-------------------------

— Mikey...¿estás seguro de esto?

La pregunta de Sanzu resonó no solo en el cuarto de Mikey sino también en su cerebro. Hasta ese momento, Mikey había permanecido prácticamente inmóvil sentado sobre el borde del colchón, sus ojos perdidos en algún punto inexacto de la alfombra a sus pies; Sanzu se había limitado a quedarse de pie cerca de la puerta pero al oírlo, luego de un incómodo silencio y una tensión creciente en el ambiente había terminado por cerrar la puerta suavemente a sus espaldas y aproximarse a él a paso lento, medido.

Tal y como si pensara que Mikey podría atacarlo de un momento a otro. ¿Esa imagen era la que le daba?¿Incluso Sanzu le había perdido la confianza?

Luego, cuando Mikey ni siquiera se inmutó con su cercanía, Sanzu se arriesgó a sentarse también en la cama a una distancia prudencial. Ninguno de los dos hablaba, ninguno de los dos se miraba.

Porque las palabras sobraban y el ambiente era lo suficientemente esclarecedor entre ellos como para que necesitaran ver lo que estaba sucediendo realmente en sus miradas. Mikey no necesitaba levantar la mirada; en realidad, no deseaba hacerlo porque sabía exactamente con qué iba a encontrarse en los ojos verdes del otro.

Ansiedad, preocupación. Lástima, sentimiento que probablemente iba a aumentar exponencialmente cuando Sanzu mirase a los ojos a Mikey y viese reflejado en ellos lo que éste no estaba listo para exponer, ni siquiera a la persona que lo venía soportando hacía meses.

Angustia, ira. Indignación, resignación.

Mikey se sentía débil, expuesto pese a que nadie conocía su dolor. Se las había ingeniado para que nadie sospechara que detrás de su fachada egoísta y maníaca se hallaba realmente una persona sufriendo, vulnerable y traicionada por sus propios sentimientos. Incluso Ken-chin...ni siquiera él...no. Claro que lo había visto venir. Ken-chin lo conocía mejor que nadie y Mikey sabía perfectamente que su amigo, su hermano del alma había sabido interpretar perfectamente las señales desde mucho antes de que Mikey decidiera finalmente explotar contra todos ellos.

Ken-chin era la persona que más alejada debía mantenerse de él, más que el resto. Conocía a fondo todas las cuestiones que tenían a mal traer a Mikey desde hacía tiempo, sobre todo aquella.

Cuando Mikey sintió el calor de la mano de Sanzu sobre la suya se percató de que estaba presionando demasiado la mandíbula. Sus ojos se desviaron de la alfombra y se posaron sobre la mano blanca de dedos largos suavemente apoyada sobre la suya, en su regazo. Sanzu no presionaba el dorso de su mano sino que simplemente había apoyado la suya allí como una demostración de presencia, de apoyo quizás; la calidez de su palma se trasladó a su piel y esa sensación agradable, lejos de tranquilizarlo...lo encolerizó.

Tenía que controlarse, Sanzu no tenía la culpa, no la tenía...

...aún así, sin embargo, para Mikey era inevitable que pequeñas acciones como aquella lo trasladaran hacia recuerdos que no quería traer al presente.

¿Por qué había tenido que ir a verlo, por qué lo había visto tomado de su mano?¿Por qué sonreía tanto al hacerlo?

¿Por qué no era él quien sostenía su mano, por qué no eran sus dedos los que estaban entrelazados a los suyos?

Para ti, en 12 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora