"A veces no somos quienes creen que somos pero tarde o temprano nos verán los demonios"
Antes de todo...
Mis tacones son lo único que resuenan por toda la instancia convirtiendo un tenebroso eco en mi andar. Me adentro en la fábrica abandonada, sin trastabillar ni por un instante. Un sinfín de sensaciones viajan por mis terminantes nerviosos. Puedo saborear una adrenalina mezclada con un delicioso éxtasis en la punta de mi lengua.
Cualquiera tendría miedo con el panorama que me muestran mis ojos, pero yo nací en este ambiente y me criaron para no temerle a nada ni a nadie.
Puedo percibir el apestoso olor metálico de la sangre por cada paso que doy e intento de que no me perturben los chillidos de las ratas que se pasean al rededor de mis pies. Una sonrisa se va dibujando en mi rostro al dislumbrar la única luz en todo el lugar y por ende, a mi víctima. Quien se da cuenta que ya no se encuentra solo.
Sus cadenas tintinean al levantar la mirada y clavar sus horrendos ojos cafés en mi figura. Tiene sangre seca en las partes donde están las cadenas. Heridas que se abren cuando tironea para zafarse. Mi sonrisa se expande al admirar el miedo, el terror y el asombro en sus ojos. Busca cualquier indicio de que lo que está viendo sea una alucinación, pero lamentablemente, lo que ve es de carne y hueso.
Tiene a su verdugo ante él.
Empieza a moverse con más fuerza, tambaleando la silla en donde está sujeto. Camino hasta quedar detrás de él y coloco las palmas de mis manos en sus hombros, ejerciendo la presión necesaria para que se detenga. Intenta no parecer afectado, pero el ir y venir de su pecho con frenesí delata su verdadero estado.
Es satisfactorio ver como lo dejaron un corderito manso, dispuesto a obedecer para no sufrir consecuencia alguna. Eso se acabo.
Con diversión que evidentemente él no comparte, me acerco a su oreja mordiendo mi labio inferior.
—¿Nunca escuchaste la frase de "no hagas promesas que no puedas cumplir"? —musito soltando una pequeña risa que hace tensar sus músculos. Entiende a la perfección donde quiero llegar—. Porque yo creo que no.
Me enderezo y me vuelvo a su frente, bajando la mordaza de su boca con brusquedad.
Suelta un quejido de dolor al volver a sentir la movilidad de su mandíbula.—Amor, ¿Qué es ésto?, ¿Qué estás haciendo? —pregunta haciendo notar cuan desesperado se encuentra.
Lo miro fijo unos segundos, oculta todo lo que debe de estar pensando actuando como si las cosas entre ambos aún estuvieran igual. Al volver en si, con una sola mano, lo tomo de la barbilla con fuerza obligandolo a mirar mis ojos. Esos que muchas veces dijo que le daban miedo.
—Creí haberte dejado en claro que no me mintieras, que no me engañaras. Fue algo muy estúpido querer verme la cara y pensar que iba a estar en la ignorancia y no me iba a enterar, Ryan —espeto con cierta tranquilidad, pero eso no evita que sus ojos se llenen de pánico. Sabe que no necesito alzar la voz para que me teman.
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La Heredera +21 © |En Edición|
Ngẫu nhiênÉride siempre estuvo atada a los secretos de su familia, pero los pocos que quedaban vivos se encargaron de mantenerla ausenta de todo lo que le rodeaba. Tanto... Que su vida era una caja de cristal que la protegía de todas esas mentiras, pero que c...