Comenzaste a oír ligeros golpeteos de agua y por el rabillo del ojo lograste ver varios colores brillantes.
—¡Vamos allá! ¡Están por comenzar los juegos artificiales! —gritaste emocionada mientras tomabas de su muñeca y jalabas apresuradamente hacia la fuente.
Tu sonrisa era enorme, desbordante de emoción y esos ojos tan vivaces que veían todo más brillante que el resto eran lo que habían hecho que cayera rendido ante ti. Cuatro años y aún pareciera que era la primera cita.
Los colores de la pirotecnia hacían reflejo en tus mejillas rosadas y a pesar de estar viendo fijamente el espectáculo, tu mano nunca se despegó de la suya.
Se decidió a acercarse lentamente hacia ti y abrazarte por la cintura mientras su cabeza descansaba en la tuya. Su olor corporal inundó tu nariz por completo y esa cálida sensación de tener a quien amabas tan cerca te hacía sentir completa. Aquel paisaje de colores que tenías frente a ti solo hacían del momento con él más mágico de lo pudieras imaginar.
"Oh, él no quiere casarse. Me lo dijo hace mucho tiempo"
Aquel recuerdo vino de la nada, pero decidiste sacudir tu cabeza y alejarlo de tu mente.
Tu deseo era pasar tu vida junto a él, pero si la boda, circo, maroma y teatro no eran lo suyo, lo respetarías, incluso si significaba que podría irse de pronto y no volver nunca. Lo amabas demasiado para insistirle. No mandarías cuatro años a la basura por un capricho.
Mientras admirabas lo que tenías en frente, el pobre hombre a tus espaldas sudaba hasta por lugares nuevos y trataba desesperadamente de mantener sus nervios apaciguados y en el fondo.
"Por favor que diga si"
Pensó apurado. Había planeado esto meses y si no salía bien, probablemente se tiraría de un quinto piso. TU fuiste su gran revelación, TU fuiste su luz blanca y TU serías la madre de sus hijos (o perros, este hombre es realmente un caos), pero quería estar seguro que sus sentimientos fueran correspondidos de la misma manera que lo fueron hace cuatro años, 7 meses y 12 días.
—Te amo —dijo suavemente y poniendo todo su empeño en mantener sus cuerdas vocales quietas y que los nervios no lo traicionaran.
—¿Hmm? —soltaste sin pensar.
No fue por qué no lo sintieras. Lo amabas más que tu propia vida y querías que el fuera el padre de tus hijos (o perros, vaya por algo eran tan unidos), sino que tu mente estaba concentrada en alejar pensamientos negativos acerca del comentario de uno de sus amigos y mantener tu atención en el condenado show.
Tu, sin saberlo, le causaste una terrible ola de ansiedad al pobre manojo de nervios que ya era. Las manos se le enfriaron y le temblaron las piernas. La gente a su alrededor podría jurar que el hombre soltó un chirrido y se puso morado.
De pronto sentiste frío en la espalda y supiste deducir que era por que tu novio se había separado de ti.
"Que extraño"
Pero no le prestaste demasiada atención y seguiste enfocada en el show.
Alcanzaste a ver cómo muchos fuegos artificiales eran disparados a la vez y al estallar formaban una frase que te dolió un poco.
"Cásate conmigo"
Bajaste la cabeza y mordiste tu labio inferior.
"Carajo, ¿justo ahora? ¿Donde está esa condenada cebolla?"
Pensaste un poco molesta. Las lágrimas comenzaban a rodar por tus mejillas por mucho que trataras de frenarlas.
Mientras tanto el pobre muchacho, sudoroso y arrodillado, esperaba que lo miraras, sin entender por que no levantabas la mirada.
La gente se aglomeraba, mirando enternecida la propuesta. Todos excepto la novia.
—Cariño... —habló finalmente el peligris, nervioso, asustado y arrodillado con una caja cerrada entre los dedos temblorosos.
Aún con lágrimas en los ojos te giraste rápidamente y finalmente lo viste.
Aquel hombre por el que tanto luchabas por aceptar un noviazgo sin matrimonio estaba arrodillado frente a ti, abriendo una cajita de terciopelo negro que tenía un anillo de plata con varios diamantes pequeños alrededor. Tenía una sonrisa nerviosa en el rostro y los ojos cristalizados.
— Cásate conmigo ____. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y no puedo seguir viviéndola sin ti. Se la madre de mis hijos... o perros, ya lo arreglaremos. Solo di que si —la voz le temblaba y una, dos, tres lagrimas resbalaban por sus mejillas pero a pesar de esto, su sonrisa no se borró.
Estabas boquiabierta y lo único que salían de tu boca eran chillidos. Las lágrimas te estorbaban y tenías un nudo terrible en la garganta.
El muchacho arrodillado comenzaba a temer que dijeras que no.
— ¡Suga! —caíste arrodillada junto a él y lo abrazaste, sintiendo sus lágrimas y olor mezclados — ¡Si, si, si! ¡Claro que me caso contigo! ¡Te amo! —.
Sugawara soltó el aire contenido y te abrazo aún tembloroso mientras reía y lloraba a la vez al igual que su novia y ahora prometida.
Se separaron por un momento y te coloco el anillo.
Aún arrodillados se sonrieron el uno al otro y se dieron un tierno beso que terminaba que sellar aquel "si" por el resto de sus vidas.
Los vítores y aplausos de la gente no tardaron en llegar y ambos, como los payasos y enamorados que son, se pusieron de pie con lágrimas en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja e hicieron una reverencia.
Tu prometido te cargo de la cintura y te hizo girar en el aire, para después dejarte en el piso de nuevo y colocar su nariz junto a la tuya.
—Me alegro que dijeras que si ____ —susurró cariñoso —te molestaré por el resto de mi vida.
Reíste ante aquel comentario y lo besaste de nuevo.
"Y yo por el resto de la tuya cariño"
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Marry me (pedidos abiertos)
FanfictionDonde personajes ficiticios te piden matrimonio y obvio dices que si