Capitulo II

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'Un nuevo caso de asesinato se presenció en New York, en el conocido barrio nocturno, el horrible suceso ocurrió la noche del viernes, un joven menor de 30 años fue encontrado dentro de un contenedor de basura, al parecer fue ahorcado y ... '

Quizás lo merecía.

Quizás algo hizo.

Quizás ...

—Su orden esta lista.

—Gracias.

Le contestó a la mesera dándole una sonrisa amable, sus ojos entrecerrándose en el proceso, dándole una imagen inocente.

Tomo su café de vainilla del mesón junto a al dulce de manzana dentro del envase transparente, acomodo su bolso para caminar hacia la salida, no sin antes tomar un par de servilletas y azucar, llego hacia la puerta empujándola con sus caderas, el fresco pego en su rostro, removiéndole las hebras castañas que caían en su frente.

Su celular vibro en el bolsillo del abrigo, anunciando un nuevo mensaje.

—Mierda

Con su mano izquierda trato de tomar el café y pastel, intentando con la mano desocupada tomar el celular, sin poder lograrlo, avanzo hacia una banca para dejar las cosas mientras revisaba el dispositivo.

Chica del 229:

-Hola vecino.

-¿Cómo estás?

Sus labios hicieron una mueca al ver que el mensaje era menos importante de lo que ya creía.

-Bien, supongo.

-¡Yo alegro!

-Yo igual estoy bien, por si te lo preguntabas

-No, no lo hacía

-Me encanta tu personalidad

-A lo que voy :)

-Hoy tengo mi día libre, quizás podíamos juntarnos ... nuevamente

-No, adiós.

Guardo su celular nuevamente para tomar sus cosas y caminar hacia su trabajo, tratando de quitar su mal genio por su patética vecina.
Y patético él, que tuvo que hacerse el amable y ahora no lo dejaba en paz.

Llegó al hospital central, yendo a la habitación de personal que trabajaba ahí para poder cambiarse su ropa al uniforme, que solo consistía en dos partes de un color azul marino simple y un bolsillo en el pantalón. Su mirada fue a parar al espejo frente a su casillero, donde por unos segundos quedo mirándose fijamente.
Al salir fue al lugar de recepción a tomar los documentos y leerlos, viendo que tenía un caso de un niño febril.

—Estaré en la habitación 35 con el pequeño.

Avise a la señora Peters que estaba a su lado, tomando algunos dulces y los papeles correspondientes.

—Esta bien André.

Mis pasos resonaban en el pasillo blanco, donde se escuchaban algunas maquinas que tomaban los signos vitales y el irreconocible olor de hospital.

Al llegar frente a la habitación 35 escucho murmullos y un llanto bajo provenientes del interior.

Lo primero que vi al abrir la puerta corrediza fue una pareja quizás de más de 30 años, sentados a un lado de la puerta y el hombre de pie con una mirada fuerte hacia el pequeño de 7 años recostado en la camilla gris en medio de la habitación.

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2021 ⏰

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