Escondí las manos debajo del escritorio, mientras el profesor de trigonometría daba la clase como si se tratase del secreto del universo. Estaba encantado por el romántico problema de los triángulos basados en círculos.
-No puedo creer que le hayas pegado- dijo Oceana detrás de mí. No podía abrir la mano y bajé la mirada deseosa de que la hinchazón se hubiera ido.
-Tampoco yo...-no podía apartar la mirada de lo que se hacía llamar Mi Mano.
Estuve eludiendo sus preguntas acusadoras y algo macabras acerca de todo lo relacionado con Nick Garnier. Estaba mordiéndome las uñas de la mano buena, mirando por la ventana, y deseando con todo mi ser que las clases acabaran cuando escuché mi nombre.
-Selene Atlas, ¿podría ayudarnos con esto?
Parpadeé mirando el tablero, que tenía datos y cálculos copiados con distintas caligrafías. Estaba llamando al tablero y no me había dado cuenta. Normalmente salía y acababa con eso lo más pronto posible: la voz se corría con rapidez cuando de burlarse se trataba, y al parecer, yo era el único blanco de todo el colegio. Miré mi mano y con disgusto gruñí.
¿Tenía que haberlo golpeado con la derecha? ¿En serio?
-No puedo hacerlo- dije, con voz rota. No iba a quebrarme de nuevo en medio de la clase, no con tantos ojos testigos.
-Me temo que tendré que ponerte un uno en la nota, en ese caso- los ojos del profesor eran curiosos, pero respetuosos. Era joven, con tez pálida y ojos claros, cabello rubio y alto. Y también era intimidante a tal punto que prefería no hacer preguntas en clase.
Odiaba sacar malas notas en clase, y casi nunca las sacaba. Pero tampoco eran sobresalientes, así que en resumen, y para mi disgusto, mis padres tenían razón. Era una completa mediocre, pudiendo mejorar y no haciéndolo por simple pereza.
-Lo siento.
-No más que yo- respondió el profesor.
Los pasillos estaban girando en torno a mí, más de lo normal. Me refiero a que esto no es normal. En una escuela corriente, los rumores giran en torno a personas populares, adineradas, interesantes en cualquier sentido de la palabra. Pero aquí, en mi escuela, no podía ser así, porque el universo simplemente conspira en mi contra.
¿Un novio? No, mejor un chico guapo que la atormente.
¿Amigas? No, que tal una rebelde sin causa que pareciera tenerle lástima, eso le iría bien.
¿Padres amorosos para compensar lo demás? No, para eso tiene dinero.
Claro, el dinero te compra ropa, autos, casas, y si quieres y estás dispuesto a, amigos. Pero yo podría quemar ese dinero, podría donarlo, podría comerlo: me sentiría igual de banal.
Ni siquiera sabía qué rumor cruel y vulgar estaría rondando en los pasillos. Me sentía observada, como siempre. Pero era peor, había algo que había cambiado. Y no supe qué era hasta que Nick se detuvo en su casillero junto al mío, y me dio un vistazo divertido.
-No puedo creer que te estés acostando con el profesor de matemáticas para sacar buenas notas. ¿Sabes? Sabía que tanta mojigatez no podría ser en serio, pero ¿esto? ¿Huh? Esto es pasar la raya. Eres una enemiga digna de admirar.
Ese no era mi día, claro estaba. Por tercera vez, tenía los ojos inundados en lágrimas. Me pasé la mano por el cabello mientras miraba a la chica del espejo pegado con stickers en el fondo del casillero. Tenía un aspecto penoso. Y yo, tenía un nudo en la garganta del tamaño de Australia en el estrecho de Bering. Intenté sacar los cuadernos de las siguientes clases con cuidado de no llamar aún más la indeseada atención, que de todos modos ya sabía que tenía.
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Misty Tracks
Teen FictionAl principio eran tan ligeros como una idea o un recuerdo que va y viene. No tenían mucho sentido, y podía sobrellevarlos con facilidad.. Creía que era cosa mía Un tiempo después... Las cosas comenzaron a ponerse complicadas. Eran largos, pesados y...