Zara Waters y yo dábamos un pequeño paseo alrededor del "Lied Park", cercano a la Avenida 86 de Boston, Massachussets. En ese entonces éramos muy buenas amigas, teníamos demasiado de qué conversar, y cuando había un silencio en nuestra conversación, nunca llegaba a ser un silencio incómodo; simplemente nos limitabamos a caminar cerca una de la otra, cada una inmersa en sus propios pensamientos. Disfrutaba de su compañía; su felicidad me alegraba, su tristeza y seriedad me afectaban. Zara—mi mejor amiga, desde el primer grado de la escuela media,un año menor que yo—se mostraba ante las demás personas con cierto aire rebeldemente independiente; pero en ciertas ocasiones, sentía la necesidad de protegerla. El cariño que tenía hacia ella era más el cariño que le tendría hacia una hermana menor, si tuviera alguna.Mientras deambulabamos por entre las hojas secas—caídas de los árboles de colores otoñales—,dispersadas irregularmente por la acera, Zara observaba, con una sonrisa en el rostro, pero con cierta lejanía; el crepúsculo. Aquel tono cerúleo del cielo a nuestras cabezas, las nubes más lejanas a nosotras, arremolinadas ahí donde el cielo se tornaba de un tono rosáceo; indicando el término del día y el retardado comienzo del anochecer.En Boston, Massachusetts, anochecía-por lo general- demasiado temprano-pensé-, a pesar de la intensa luz solar que penetraba la tela de mis ropas, envolviéndome en un cálido abrazo. Y mientras ella observaba, distante, aquel precioso momento, yo la observaba a ella. Su despreocupado andar a pesar del gélido aire de otoño, sus silenciosos pasos por la calle desierta, sus elegantes movimientos; así como la relajada posición de sus hombros y sus brazos a los costados. La delicada caída de sus ondulados cabellos rubios sobre los hombros, su rostro impasible, sin arrugas o señales de estrés-parecía nunca tener problemas ni preocupaciones. Sus delicadas facciones; sus diminutos labios, su fina y alargada nariz, sus largas pestañas y lo que más envidiaba de ella: sus ojos. Sus ojos, de un tono gris azulado, brillantes, reflejaban sus emocione; su alegría, emoción, nerviosismo, felicidad, excitación, seriedad, enojo, tristeza, etc., todas y cada una de sus emociones se reflejaban en sus ojos, dependiendo de la intensidad del brillo de estos. Su brillo aumentaba cuando se alegraba, y disminuía haciendo su seriedad aún más evidente-como en aquellos momentos. Sonreía, y parecía una sonrisa sincera, mas sus ojos no reflejaban lo mismo; su brillo se veía intenso-a la tenue luz solar que se desvanecía lentamente. Pero yo la conocía, y conocía tan bien sus cambios de ánimo como los míos. Y sabía que, debajo de esa máscara de felicidad, ocultaba un oscuro secreto; su pasado.
ESTÁS LEYENDO
When everything was perfect
Roman pour AdolescentsZara Waters, de 16 años de edad, tiene que lidiar con su pasado, que no esta listo para dejarla ir, y continúa atormentándola con los recuerdos de su primer y único amor sincero que ha tenido jamás......¿Será capaz de seguir adelante a pesar de todo...