Capítulo Único: El infierno es éste cielo

74 3 4
                                    

-Wendolyn, despierta

Una voz me llama.

-¡Wendolyn, despierta ahora, debemos irnos ya!

Después de unos segundos la sabana que me cubría se desprende y el helado clima me eriza la piel.

Abro los ojos. Una la luz roja me encandila y, cuando logro enfocar la vista, veo que los números rojos del reloj marcaban las 3:45 am.

-¡Wendolyn, hay que salir ahora!- era la voz de Trevor, su cara luce pálida y húmeda aún en la oscuridad -toma todas tus cosas y baja al comedor.

Su expresión es suficiente para hacerme querer saltar de la cama y obedecerlo. Cuando Trevor sale de mi habitación, y sin saber porqué, salgo de la cama y tomo lo que puedo de mis cajones. La poca luz y el sueño hacen que me nueva torpe y lenta, pero esa expresión de miedo y angustia en Trevor me movió mas que nada.

Ya lista me apresuro y salgo al pasillo, noto que la habitación de Trevor esta hecha un desorden (lo cual me extraña porque él es obsesivamente limpio) y la ventana está rota. Con cada escalón oigo los crujidos del vidrio en el suelo, las demás ventanas también están rotas.

La casa esta totalmente a oscuras y la puerta principal no trae cerrojo. Al entrar al comedor noto que hay alguien sobre la barra, es Nath, el amigo de Trevor.

-¡Weeny llegó! -grita girando a la puerta trasera, reconozco esa voz, obviamente es Nath. Además de su distintivo cabello teñido de blanco y que es el único que me llama Weeny- toma, sal con mis cosas y sube al auto -dijo Nath dándome una mochila, tiene la misma expresión de angustia y horror en su cara.

Me doy cuenta de que Trevor me llamó por mi nombre completo, no Gwen, como suele llamarme. Es normal que entre primos nos pongamos sobrenombres.

Aun dormida y aturdida, salgo al frente y entro al auto de Trevor, pero antes que pueda abrir la puerta me percato de algo: no hay luz, la calle está a oscuras, ni una luz en las casas pero es algo mas. Miro al cielo y veo que la luna está rodeada por un manto gris similar a la pólvora, pero estática y mas densa. Y lo que me parece mas alucinante, por un instante creí verla moverse.

Trevor salió de la casa y Nath iba detrás de él, corrieron hacia mi gritando

-¡Entra al auto! ¡Ahora!

En segundos, el auto salía de la cochera, conmigo atrás y Trevor y Nath al frente.

Cuando entraron, el cielo volvió a iluminarse ligeramente, miré por el retrovisor y fue en ese momento cuando los pude distinguir: pequeños haces de luz descendían del cielo, dejando una estela roja y blancuzca detrás de ellos, no eran unos cuantos, si no decenas.

Decenas de puntos luminosos cayendo en lineas, los cuales, si mirabas bien las estelas, provenían de un punto en común: la luna.

Horrorizada vi como un primer punto luminoso desapareció detrás de los arboles de nuestro patio, y cuando tocó el suelo, durante una fracción de segundo todo se iluminó y me cegó, acompañado del inmenso y atronador ruido del choque.

En un minuto, cuando recuperamos la estabilidad y mi nariz dejó de sangrar, Trevor arrancó y avanzó entre la calle.

Otro parpadeo de luz ilumino un segundo la noche, aun así fue suficiente para distinguir las calles repletas de vidrios, al igual que los autos igual. Y así de rápido volvió a oscurecer.

Entonces las detonaciones se hicieron mas continuas. Algunas casas, las que tenían un sistema de vigilancia, hicieron sonar sus alarmas que se oían a lo largo de todo el vecindario, lo mismo con los autos y ladridos de los perros.

El DecliveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora