La rabia no tarda en convertirse en vergüenza y la vergüenza muta en un terror que te carcome las entrañas.
Con el rostro enrojecido y la mirada enorme, brillante y temerosa, ves a Ju— a Lucero acercarse a ti.
Tienes preparadas todas las excusas. La boca te arde en mentiras.
Recordaste tarde, muy tarde, qué Julieta es un alma que ya no existe en el mundo. Tu sobrina es Lucero. Lucero. Julieta es tu sobrina muerta.
La preocupación la carcome y se nota. La culpa te carcome a ti y esperas que pase desapercibida.
Tienes un plan que va a funcionar, te repites. Te susurras.
—¿Está bien, tío? —pregunta ella, las sílabas tiemblan preocupadas entre sus labios.
—Sí, sí. Solo me volé y se me pasaron algunas estaciones del metro...
—¿Por qué me dijo Julieta? ¿Me confundió?
—Yo...
—¿Se le olvidó que ella está muerta?
Es un balde de agua fría. Estás seguro que su mirada te va a perseguir lo que te queda de vida.
—No, no es eso —balbuceas, sabes lo que debes decir, pero de pronto es tan difícil soltar las palabras de tu garganta—. Solo me confundí. Sí, sí, fue eso... Ella murió en estas fechas. Me acordé de ella y se me cruzaron los cables —dices al final. Una verdad a medias.
Cuando una persona miente suele mirar hacía abajo y luego a la derecha; también evita hacer contacto visual. Por años se ha catalogado como instintivo, pero puedes ser capaz de mentir viendo a los ojos si crees lo suficiente en lo que dices. Eso hacen los buenos mentirosos.
No es algo que te enorgullezca, pero es lo que la vida te enseñó a la fuerza. Antes, ser gay y estar en pareja era un secreto sucio y triste; por eso mentir se convirtió en un arte, en un arma para defenderse y cuidarse. Para ti, la mejor mentira es la que contiene porciones de verdad, bien ejecutada se vuelve indetectable.
John siempre fue tu amigo, siempre te gustó admirar la belleza humana, siempre tuviste mala suerte con las mujeres, demasiado complicadas para ti. Siempre preferiste la soledad y estudiar a salir.
Las palabras, bien utilizadas, tienen un poder increíble y aprendiste a manejarte con ellas. En ellas.
Ahora no es diferente.
Te relames los labios y esperas que no se escuche el fuerte latido de tu corazón cuando miras a tu sobrina. Directo a los ojos y sin miedo, piensas, esbozas una sonrisa temblorosa, que esperas, proyecte debilidad.
—Ya sabes cómo es ser viejo, Lucero. Se le cruzan los cables a uno. Me acordé de su muerte mientras viajaba en metro y justo me llamaste, no fue nada más, te lo prometo.
Tu sonrisa sabe a disculpa, tocas uno de sus brazos con suavidad. Leíste el concepto en El arte de la guerra de Tsun-Zu, hace años, aparentar debilidad cuando eres fuerte.
—Fue como esa vez en el cumpleaños de tu hija, ¿te acuerdas? Cuando se me confundieron todas las fechas. Fue porque estaba estresado con la pérdida de mis horas curriculares, eso dijo el doctor. —Rematas. Sabes que lo recuerda. Sabes que es un poco sucio lo que estás haciendo—. Ahora es lo mismo, una tontería. No le des más importancia, no quiero que esto arruine este día tan especial.
Aparentar fortaleza cuando eres débil, decía también el libro, lo recuerdas. Tienes un poco de ambas. Mentir y manipular no es una fortaleza, pero sobrevivir lo suficiente para no preocupar y no ser una carga si lo es y piensas aprovecharla hasta que no puedas más.
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Falla estelar [PAUSADA]
Ficção GeralSabes que ocultar tu enfermedad es un mal camino, pero estás empeñado en no ser una carga para nadie. Estás empeñado a luchar hasta las últimas circunstancias. ★Portada realizada por @Cabushtak ¡muchas gracias!