Accidente

789 65 10
                                    

—Por favor, ten cuidado y anda despacio.—Dijo Diana Paredes mientras me sostenía el paraguas para no mojarnos.

—Tranquila, tendré cuidado y volveré lo antes posible, no esperaba que el disco fuera tuviera una falla, pero el trabajo es trabajo, ya sabes.

—Trabajas mucho.—Dio un suspiro.

—¡Mamá!—Diana Alejandra salió de la casa con su esposo detrás—. Te acompaño. Yo manejo.

—Mi vida puedo ir sola, no te preocupes por mí.—Dije intentando convencerla.

—Pero mamá, hoy temprano no estabas bien de la presión. Fíjate si te descompones  en medio de esta lluvia torrencial.—Dijo preocupada—. Voy contigo.

—Alejandra yo ya hablé y tengo la edad suficiente para mandar sobre mí.—Dije demostrando mi enojo al llamarla por su nombre siendo firme lo cual no duró mucho cuando vi la mirada de tristeza en mi hija,  reaccioné mal y ella sólo quería cuidarme después de todo—. Lo siento mi amor, no quise hablarte así.

—No pasa nada mamá, entiendo que eres mayor, solo estaba preocupada pero pareces segura.—Dio un suspiró desganado—. Por favor con cuidado y si la lluvia empeora, te vuelves.

—Prometo volver antes de la cena, ustedes entren porque se están mojando y luego tendrán la gripe.—Bese la mejilla de mis Dianas y luego la de mi hijo—. Miguel por favor—dije para que me ayude a que Diana se vaya dentro.

—Por favor cuídese mamá.—Dijo y beso mi frente–. Si necesitas algo, no dudes en llamar y yo iré.

—Cuida mis mujeres en mi ausencia.—Me subí al auto y lo puse en marcha.

En el camino tuve que encender el parabrisas porque había muchas gotas de lluvia, había viento, se notaba por las palmeras moviéndose enfurecidas, yo estaba dentro del auto y con la calefacción encendida porque de lo contrario me congelaría.

—Siempre... como ya es costumbre, día a día es igual—Comencé a tararear. Me gustaba cantar en el auto mientras manejaba a mi destino–. No hay nada que decir, ante la gente es así... amigas simplemente amigas y nada más...—Estando sola me animaba a cambiar los pronombres y la letra—. Pero quien sabe en realidad lo que sucede entre las dos... si cada quien llegando la noche fingía un adiós... cuánto daría por  gritarles nuestro amor.

De repente no sé qué pasó, tal vez una roca o algún animal en medio de la carretera me hizo perder el equilibrio, provocando que el coche se saliera del camino y se volcara en parte del camino de tierra. Intenté frenar y recuperar la estabilidad, pero debido a la carretera mojada y al barro, no importaba lo fuerte que pisara los frenos, era imposible detenerlo.
Cerré los ojos cuando sentí que el auto se desviaba en el aire y luego caía con un fuerte golpe. Eso rompió las ventanillas del auto e hizo que la bolsa de aire subiera y me detuviera la cabeza. Escuché el último claxon aunque quería mantener los ojos abiertos no podía, mis párpados  pesaban y sentí que poco a poco mi cuerpo se iba quedando completamente dormido.

Narra Diana Verónica

Llegó la noche y pasó la hora de la cena y no teníamos señales de Ana, no contestaba su celular y no sabíamos había llegado al estudio. Mii hija, mi yerno y yo íbamos a salir a buscarla hasta que sonó el teléfono de la casa. Seguro era ella para disculparse por no venir, pensé.
Respondí como de costumbre pero cuando escuché la voz de la secretaria del hospital y me informó del accidente, mis ojos se llenaron de lágrimas y una gran preocupación se apoderó de mi pecho; Estaba agradecido de que me hubieran notificado y luego colgué.

—¿Mamá?—Dinita me tocó el hombro—. ¿Era mi Mamá Ana?

—Debemos ir al hospital.—Dije con mi voz temblorosa—. Tu madre tuvo un accidente.

Ni se olvida ni se deja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora