Un viejo amor 3/3

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Un chorro de agua fría golpeando directamente mi piel me hizo arquear la espalda, cuando escuché reír a la pelinegra, supe que era ella.

—Que mala idea fue darte la manguera.–Negué mientras me quitaba la remera.–No tienes cara ¡deja de reír!

Mientras ella apenas podía caminar de tanta tentación agarré el balde y la empapé por completo, su risa se detuvo y me miró con los ojos medio cerrados y entonces supe que tenía que correr antes de que me alcanzara pero no lo logré, aprovechando  me agarro de la cintura y se tiro conmigo a la piscina.

—¡Guadalupe!

—Judith—Me imitó riendo.—Si querías nadar debías decirlo.

—Tú empezaste esta guerra.–Me reí y le tiré agua en al cara.–ahora te la aguantas.

—No me mojes.—Exclamó riendo por lo tonto que sonaba eso.

Cuando terminamos de jugar, fuimos a bañarnos primero, yo y luego Ana, mientras ella se bañaba, aproveché para preparar algo de comer.

Mientras cortaba las verduras para una ensalada, entre tantos pensamientos, me di cuenta que hace 4 meses volví a ser feliz sin saberlo, podría ser un aniversario, si lo pensaba así, debería hacerle algo bonito en agradecimiento o celebración, pero debería regalarle algo a la mujer que ilumina mis días.

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—Estuve recordando algunas cosas.–Dijo.

—¿Qué cosas, cariño?–Dejé de mirar la televisión y centre mi atención en ella.

—Mis padres.–Contestó.—Recordé a mi papi en su silla de ruedas y mi madre, el día que murió.

Vi que sus ojos se llenaron de lágrimas que caían y ella secó en silencio, sentí que mi corazón se encogía así que rápidamente la envolví en mis brazos y acaricié su cabello dejando besos en su mejilla.

—Tranquila Ana.—Le di un piquito.–Ellos no quieren verte así.

Sollozó y se secó sus ojitos llorosos.

-¿Tú sabes si ellos aceptaban lo que yo era?–Se animó a preguntar.–Ya sabes, por eso de que en esos años era mal visto.

—Así es amor, incluso tu madre y yo nos llevamos de maravilla—Conté.—Siempre cenábamos con nuestras madres. Los hiciste sentir orgullosos, querida.

Ella sonrió con más calma.

—Me alegra saberlo, que me lo cuentes.–Susurró.—Gracias. 

—No debes agradecer a mi vida, sabes que me encanta ayudarte.–Guiñe un ojo.

Mi cantante favorita sonrió y me dio un cálido beso en la mejilla y luego, recostada sobre mis piernas en la sábana, le acaricié el cabello para ayudarla a dormir.

—No me gusta ver como te besan los demas.-dijo molesta.-Pero me gustan tus novelas, eras muy hermosa.

Me reí teniendo un pequeño déjà vu porque Ana en nuestra época de jóvenes también se ponía celosa cuando veía mis telenovelas pero aun así no quería dejar de verlas.

Hablé con ella y al no obtener respuesta vi que ya estaba durmiendo, sin duda jugar en el jardín mientras regaba las plantas la había cansado.
Acomodé su cuerpo para que no se despierte con dolor al día siguiente, luego me acomodé yo y apague la televisión.

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En el restaurante más lindo de México, la mujer que amo y una hermosa noche, no podría pedir más. Hacía 4 meses que ella había regresado a mi vida y, por más que ana no sabía, quería celebrar porque era un renacer para mí.

A decir verdad quería besarla ahí mismo porque por más que ella es naturalmente hermosa, hoy estaba mucho más bella que de costumbre, en su traje negro con mangas transparentes también negras, su cabello negro perfectamente peinado, sus lentes que le quedaban tan bonitos y el lápiz labial rojo levemente puesto que hacía sus labios tentadores para mi

—¿Por qué me miras tanto?–me preguntó con una leve sonrisa.–¿Me manche la cara?

—Te ves hermosa.–sonreí y acaricie su mano.—Y no te haz manchado nada.

Ella sonrió, mirando hacia abajo para ver nuestras manos que ahora estaban entrelazadas. Sus mejillas se sonrojaron levemente, lo que trató de ocultar. Mi fiel corazón se aceleró, ya no podía creer que estuviéramos cenando y poder tomar su mano sin miedo al qué dirían o que tantos artículos fueran publicados por la prensa al día siguiente.

—Lupita.–Llamé su atención.

Sus ojitos marrones se fijaron en los míos verdes y entonces tuve la necesidad de decir que era hora de aclarar de una vez por todas y reafirmarme lo que sabía desde hacía tantos años.

—¿Si?–Soltó una risita.—No te me quedes viendo así de bonito.

—Eres el amor de mi vida.–Sonreí sintiéndome libre.–Y te amo, te amo mucho más de lo que puedas imaginar.

Después de terminar nuestra cena, pagué la cuenta y salimos a caminar por las calles ya conocidas, aunque han cambiado un poco con los años, caminar con ella a mi lado me hizo sentir como si estuviera en el 89 solo que esta vez sin miedo de tomarle la mano.

—¿Te gusto nuestra cita?

—¿Cita?–Rió.–Creí que era una cena de amigas.

Carcajee mientras le daba un leve empujoncito.

—Me encanto.–Sonrió.–Muchas gracias.

Guiñe un ojo satisfecha, ella se había divertido y ahora caminamos despreocupadamente hacia el auto. Cuando llegamos al estacionamiento le abrí la puerta como antes me hacía a mí porque a una señora así hay que tratarla con respeto, nos reímos y arranqué el auto.

—Sabes, dejé de tener miedo de andar en auto hace mucho tiempo.–dijo, mirando por la ventana.–Creo que lo superé.

—No estoy segura de cómo fue tu accidente, mi vida, pero te aseguro que no volverá a suceder-Me detuve en el semáforo.-Siempre fuiste cuidadosa al conducir, no sé cómo pudiste volcar así.

Ella se encogió de hombros.

–No recuerdo.–Se limito a responder.–Quizás pronto recuerde todo, hasta nuestra historia.

Eso último me ponía nerviosa si recordaba, las cosas se podrían complicar porque hay recuerdos que aún no le he contado, sobre todo nuestra historia, solo los momentos bonitos, pero no fui más allá.

—Seguro con ayuda lo recuerdes.–Tomé su mano y la besé.–Con calma.

Cuando llegamos a casa dejé el auto en el garaje mientras Ana iba a cambiarse de ropa. Me aseguré de que las puertas estén cerradas y deje mi sombrero en el perchero.

Subí las escaleras mentalmente repasando su hermosa sonrisa y su risita nerviosa,  encantada y con una sonrisa tonta en mi rostro abrí la puerta del dormitorio sin llamar antes, cerré la puerta y me quedé paralizada al ver a Ana en ropa interior.
Ella se asustó y rápidamente cubrió su cuerpo con la bata que a veces usa para dormir.

—Lo siento, lo siento.–Me di vuelta.–Debí tocar antes, lo siento.

Continuara...

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2022 ⏰

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