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Detuvo el andar del vehículo, quedando a una distancia considerable del otro en frente de él. La carretera estaba en silencio, y se preguntó sí al seguir recorriéndola encontraría un final o un retorno. Sus preguntas fueron resueltas en cuanto el oficial Kim giró en U para quedar a su lado en sentido contrario; el oficial bajó la ventanilla, dando a entender que él también lo hiciera.

—Sigue en línea recta, a unos metros encontrarás el final. Ahí estará el sendero para entrar al bosque —lo miró con una sonrisa pequeña—. No te sorprendas sí ves personas por aquí, suelen hacer ejercicio al amanecer por la tranquilidad que hay —Taehyung le agradeció nuevamente, no ocultando los nervios que lo dominan por la emoción.

»Jin también maneja unos departamentos pequeños —añadió—. Puedes llegar al restaurante a cualquier hora, sólo debes tocar el timbre y él te recibirá.

—No pensaba alquilar un lugar —dijo Taehyung, siendo tan educado como podía al rechazar la oferta—. Quiero acampar aquí, sí no es problema —se encogió de hombros. El oficial soltó una corta risita, negando para sí mismo—. ¿Qué es lo divertido?

—Te lo digo porque también te perderás y querrás dejar de dar vueltas sin sentido—respondió, sin deje de burla. Taehyung presionó los labios en una línea.

—Quizás esta vez sea diferente —recalcó, tratando de que eso no le molestara—. Todo puede pasar.

Namjoon alzó las cejas y mantuvo la expresión, aquella que tantas veces recibía desde que había alcanzado la mayoría de edad. La que lo juzgaba por simplemente continuar persiguiendo sus sueños más profundos.

—Mucha suerte, entonces —Taehyung asintió para él. Inmediatamente movió la palanca de cambios para perseguir su travesía y Namjoon continuó antes de despedirse—. Si el bosque no te quiere ahí, no insistas en quedarte. Nadie está a salvo en un lugar donde no es bienvenido. Sólo es un consejo.

Después de eso, el auto policial se fue. Lo había dicho con tanta calma que, cuando Taehyung se quedó solo en la carretera, sintió retumbar esa última frase entre los extremos de sus pensamientos. Se observó en el espejo retrovisor, como si su propia imagen pudiera darle sentido a ese singular consejo. Decidió que no había nada que temer, frunciendo los labios en un puchero y avanzando por la carretera. Cerca de quince minutos transcurrieron para encontrarse frente a una cortina de niebla, que cubre lo que parecía ser el final del camino. 'Es muy lúgubre' habría dicho su hermana. Pero para Taehyung, se veía como el mejor de los escenarios existentes, y su sonrisa se amplió por el panorama. Se sintió tan atraído, que no demoró en bajar, dejando sus cosas dentro para aspirar profundo y sentir el aire fresco buscando abrazarlo.

—¡¿Hola?! —llamó, con las manos alrededor de la boca para aumentar el volumen. El eco de su voz se repitió un par de veces antes de desaparecer en la nada—. ¡Soy Kim Taehyung!

Esperó unos segundos, simplemente contemplando todo con ojos agrandados, escuchando los insectos comenzar su chirriante sinfonía junto al aleteo de las aves. Mientras más observaba, le era más sencillo adaptar su visión y conseguir ver los primeros árboles que oculta la niebla. De su boca salió un bajito 'Woah' cuando desplazó los ojos hasta la cima de los pinos, a varios metros de altura, tan frondosos para albergar morada a cientos de especies pequeñas, desde ardillas de colas lanudas, o quizás una familia de mapaches, un enjambre o un nido de hormigas.

—¡¿Puedo entrar?! —preguntó a la naturaleza, igual que cada ocasión que debía invadir un lugar preciado—. Sólo quiero recorrer el bosque y- Ah... Conocer sus secretos.

Tal vez fue su imaginación, tal vez no, que de pronto le pareció que todo sonido existente cesó luego de su declaración. Iba a decir algo más, siendo interrumpido cuando el viento comenzó a empujarlo desde la espalda, golpeando el inicio del bosque en el final de la carretera. Taehyung contuvo una risa eufórica, tomándolo como una bienvenida. Al instante de agradecer en voz alta, apresuró los pasos hasta la parte trasera del auto para abrir la puerta y sacar la mochila más amplia que llevaba consigo; se la colgó en la espalda, maldiciéndose internamente por no retomar su rutina de ejercicio hogareño y haber perdido masa muscular. Con una mano sostuvo las agarraderas al hombro donde guardaba su equipo, y con la otra cargó el paquete que Seokjin preparó. Después de cerrar la puerta con un empujón, puso un pie en el inicio del sendero, siendo abrigado por ese familiar recibimiento otra vez.

Lights / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora