Cinco

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—Hola, mi Elena María de los ángeles torcidos.

Rio a carcajadas ante el saludo de Hanna al teléfono. No me había dicho así en años, desde la secundaria, cuando en clase de filosofía nos inventamos los extremadamente largos e imprácticos sobrenombres.

—Buenos días, Hanna María de la asunción. —Ya sé, ya sé. Medio tontos, pero en su momento nos parecieron divertidos—. ¿Cómo es que te acordaste de esto?

La escucho reír en respuesta.

—No lo sé. Solo estoy de buen humor, supongo.

Ya. Se le nota bastante. Su voz risueña es suficiente para saberlo.

—¿Ya saliste para el restaurante? —le pregunto.

Dejo de escucharla por dos segundos, mientras el sonido de una puerta cerrándose resuena al otro lado de la línea.

—Lo siento, no escuché tu pregunta, voy saliendo para el restaurante —me dice, y de paso responde a la pregunta que no escuchó.

—Está bien, eso fue lo que pregunté.

—Oh, bueno. —Se ríe—. ¿A qué debo esta maravillosa llamada a esta hora de la mañana? —Suena la puerta de un auto—. Espera... ¿No deberías estar trabajando ya?

La preocupación se filtra en su voz en esa última pregunta, porque ya está cayendo en cuenta que no es propio de mí llamarla en este horario.

—Sí, pero no —le respondo, incorporándome al tráfico después de llevar diez minutos sentada en mi auto esperando que me contestara la llamada—. Pero no te preocupes, estoy bien. Simplemente renuncié.

Soy experta en dar noticias así. Tranquila, directa y sin anestesia; restándole importancia a las cosas. No es la mejor forma, pero es la que conozco. Y me funciona.

—¡¿Qué?! —medio grita, haciéndome encoger. Menos mal está en el altavoz del auto, porque ese sonido directo en mi oído me hubiese dejado sorda, mínimo—. ¿Me estás hablando en serio?

Mi oficina, o la que era mi oficina, y su restaurante, están relativamente cerca, por lo que rápidamente aparco en la bahía de estacionamiento fuera del restaurante a esperar a que llegue.

—Totalmente —le contesto casualmente—. Hace diez minutos. Tengo que contártelo todo. Te espero en el restaurante para que desayunemos juntas.

—Lena, ¿Es en serio? —pregunta incrédula. Sabe que amo mi trabajo. Los números, los datos, las cifras, la exactitud en la información, es lo que hago. Me tranquiliza y me enfoca. Estudié finanzas por eso—. Llevabas cinco años trabajando en O'Brian Company y según yo estabas contenta ahí. ¿Qué pasó?

Suspiro, es claro que no va a aguantar los quince minutos que le toma llegar hasta aquí para escuchar la historia en vivo y en directo.

—Son una serie de eventos desafortunados... —murmuro la frase, divertida por la referencia—. El resumen gerencial es —digo—; El señor O'Brian padre sufrió un infarto anoche, por lo que esta mañana estaba el despreciable de su hijo dándoselas de jefe en la oficina. Me llamó y no me gustó ni poquito su actitud, ni la forma tan desagradable como veía mis pechos, y...

Tomo aire profundamente, haciendo una pausa para que ella lo asimile todo, y preparándome porque no le había contado lo de la oferta de trabajo, a pesar de que es mi mejor amiga; y es porque era un gran paso en mi carrera, y Hanna me iba a convencer de darlo sin miramientos, y realmente me sentía en conflicto dejando O'Brian Company, así que se lo oculté.

»Hace un tiempo —continuo—, recibí una oferta para trabajar en Theory Security.

Hanna se queda muda al otro lado de la línea por más de un minuto.

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⏰ Última actualización: Nov 29, 2021 ⏰

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El Jefe del Jefe de Mi Jefe [COMPLETA EN DREAME]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora