Camelias Blancas

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Una semana había pasado, y con ella, la salud de aquel joven que aparentaba ser un príncipe, de la nada empeoro; en una de las clases, el chico no sabía dónde estaba, se le veía muy alterado y todos los que estaban ahí trataban de ayudarle, pero a todos los desconocía, y de un momento a otro, él se desmayo. Haciendo que el peliplata quedara en cama por unos cuantos días.

Pero eso no impidió que él le entregara un ramo de rosas al hombre que lo crío, solo que está vez, eran una hermosa flores blancas. Estando postrado en esa fría cama, hizo el intento de enderezarse, a lo que Sebek se acercó para ayudarle.

— Viejo, quita esa cara larga que tienes, que todavía no me he ido — dijo el peliplata con voz suave y débil, sus dos hermanos y su padre solo lo miraron con tristeza... ¿cómo fue que él, siendo una persona sana, pudo dar positivo en una de las enfermedades mortales que no tienen cura?

— Silver... ¿por qué sigues sonriendo de esa manera aún sabiendo el cruel destino que te espera? — pregunto Sebek cabizbajo, odiaba ver a su hermano de esa manera, tan indefenso y con su apariencia enfermiza; su tez ya no tenía el mismo color, ni sus ojos reflejaban aquel brillo tan característico de ellos, el peliverde no lo soporto más y rompió en llanto, había prometido que cuidaría de su Waka-sama y de su hermano con su propia vida, cueste lo que cueste... pero el destino parecía jugar en su contra.

Lilia se acercó al ojiverde y le acarició la espalda, lo destrozaba ver cómo sus niños sufrían, el deseaba con todas sus fuerzas poder cambiar el futuro del peliplata, pero no podía hacer nada... ni siquiera podía utilizar magia para cambiarlo; en eso, el fae de cabellos tan negros como la noche, entro con el ramo de flores que le había pedido Silver y se lo entrego con mucho cuidado al peliplata.

— Lamento mucho la demora... No encontraba las flores por ningún lado... ¿Cómo te sientes? — pregunto el fae mientras acariciaba una de las manos del chico postrado en la cama. —

— Por el momento... Me encuentro bien... — dijo el chico mientras sonreía débilmente — ten, viejo, estas camelias son para ti... — le dió las flores al bicolor, a lo que el susodicho sonrió con lágrimas en los ojos y acepto el ramo.

— Gracias... — Abrazo al menor con ternura y delicadeza, el peliplata hizo un pequeño ademán para que sus hermanos se unieran al abrazo, creando así, una hermosa escena.

Ahora había tres corazones destrozados por la tristeza... y uno, más que nada, lleno de esperanzas y deseos para poder salvarse y vivir una vida feliz junto a sus seres queridos.

 y uno, más que nada, lleno de esperanzas y deseos para poder salvarse y vivir una vida feliz junto a sus seres queridos

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❜ ⌗ . . . . Nota del autor . . . . . ⌗ ❜

• Camelias blancas: Simboliza sentimientos de estima, gratitud y admiración.

Flores para el viejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora