Darcy Blair

Sipnosis

Desde hace unos días no me siento yo misma, las palabras no son capaces de describir el sentimiento de angustia que alberga mi alma, soy incapaz de pronunciar más de dos palabras sin que estas se hagan un nudo en mi garganta impidiéndome seguir hablando.

Hasta hace poco no entendía lo que conllevaba saber el gran secreto que este pueblo ha estado escondiendo durante años, y hubiera preferido no haberlo sabido, pues las pesadillas no me dejan dormir y hacen que mis ojeras rocen el suelo.

Me enteré por equivocación, no era mi deber saberlo, y ojalá no lo hubiera sabido nunca, pero ahora no puedo dar marcha atrás, muchos ojos se posan sobre mí; siguiendo cada paso que doy, cada palabra que digo, cada movimiento que hago.

No me siento segura ni en mi propia casa, las paredes se me echan encima y esconderse debajo de la cama como cuando era niña, no hace nada más que alimentar los monstruos que se esconden en mi cabeza.

Todavía recuerdo aquella noche; la luna llena se posaba sobre nuestras cabezas, y yo, ignorante de mí, decidí que salir a pasear era la mejor idea. La música que se reproducía en mis auriculares me hizo evadirme, hasta tal punto de llegar a las afueras del pueblo, cerca del bosque de Aoki, un bosque reconocido por todas las desgracias que, durante años, han estado persiguiendo al pueblo. Cuando me quise dar cuenta tenía frente a mí un cartel en el cual aparecía el nombre del pueblo, Dartgore, y a poco más de cuatro metros, dos personas discutiendo frente a sus respectivos coches.

No recuerdo mucho más, pues el impacto del momento hizo que olvidase todo menos una cosa, la gran rosa roja que se encontraba al lado de aquel coche.