Capítulo 2.

16 0 0
                                    

La feria era lo que toda feria de atracciones debe ser, una avalancha de colores alegres y luces intermitentes con el ambiente cargado de alegres sonidos. Luis paró el coche en la entrada y se alejó para buscar estacionamiento.

-¿Por dónde empezamos? -preguntó Erick.

-Por cualquier sitio -suspiró Emma con felicidad-. El rizo gigante y...

-No, el rizo gigante no -dijo él para alivio de ____-. El médico ha dicho que nada demasiado energético.

-Pero subir en el rizo gigante no es nada energético -le aseguró Emma con los ojos muy abiertos-. Lo único que tienes que hacer es sentarte ahí. No tienes que hacer nada.

Aquel punto de vista diferente hizo que Erick y ____ se miraran a los ojos ligeramente sorprendidos. Sintiendo que los había tomado con la guardia baja, Emma presionó en ventaja propia.

-No tienes que levantarte ni correr ni saltar ni...

-No vas a montar en el rizo gigante -repitió Erick.

-Pero si no hay que hacer nada...

-¡Emma!

-No tienes que bailar ni cantar ni hacer nada. Sólo sentarte ahí y estar sentado no quita ninguna energía -terminó Emma triunfal, evidentemente dejando el asunto ablandado a su propia satisfacción.

____ se dio la vuelta y por un momento se le nublaron los ojos. Eso era otro parecido con Regina, que había tenido también una lógica infantil y tenaz que había dejado a su oponente contra las cuerdas. ____ había aceptado muchas discusiones por puro cansancio.

Entonces se recompuso. Aquél era un día especial para Emma y no iba a estropeárselo. Sonrió a Erick y dijo:

-¿Por qué no cedes y la montas en el rizo gigante?

-Móntala tú -respondió él tan aprisa que Emma soltó una carcajada.

-Papi tiene miedo -susurró con tono conspirador a ____ lo bastante alto para que su padre pudiera oírla.

-Muchísimo -aceptó él con tono amable-. No vas a subir a esa cosa conmigo o sin mí, así que date prisa y vamos a tomar un helado.

Al reconocer la voz de autoridad, Emma cedió y desvió la atención a los helados de chocolate y vainilla. Se decidió por uno de chocolate y dijo:

-Y uno para ____.

-No creo... -empezó ella para detenerse ante la mirada de disgusto de Emma.

-¿No te gusta el helado?

-Sí, me gusta. La verdad es que me gusta mucho. Tomaré uno de vainilla, por favor.

Se pasearon felizmente entre las casetas y las atracciones discutiendo los méritos de cada una. ____ sintió una mano pequeña deslizarse entre la de ella y bajó la vista, pero Emma no le devolvió la mirada. Estaba observando fascinada una terrorífica máquina que daba vueltas frenéticas por el espacio y le apretó tanto la mano a ____ que ésta se sintió conmovida.

De repente, Emma exclamó:

-¡Mira, papá! -levantó la mano con el helado con tal ansiedad que se derramó todo. Todos siguieron la indicación hacia el cartel que señalaba que con tres tiros acertados se ganaba el premio. El fondo de la caseta estaba llena de pingüinos de peluche-. ¿No son preciosos? -jadeó Emma.

-Eres un poco mayor para un juguetes como esos, ¿no crees?

Su hija lo miró fijamente un segundo y ____ notó el enorme parecido entre ellos. No era tanto por las facciones, sino por una expresión en los ojos que indicaba determinación para conseguir lo que se proponían lo antes posible. Por fin, Emma suspiró.

Lo mejor de una boda (Erick Ibarra y tú.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora