Capítulo 9.

16 0 0
                                    

En la boda, ____ había tenido poco tiempo de fijarse en detalles de la familia de Erick, pero cuando llegaron para pasar la Navidad, tuvo oportunidad de observarlos más de cerca. Mireya era como ella la recordaba, cálida y acogedora, con tendencia a decirlo todo a la cara. A ____ le sorprendía comprender que Emma había heredado toda su fuerza de carácter de Erick y éste de su madre.

Armando, su padre, era un hombre suave, unos centímetros más bajo que su mujer, y un hombre que contemplaba el mundo con cierto aire de sorpresa y a su hijo con cierta admiración.

Aparte de ellos, estaba la hermana mayor de Erick, Dulce, que era tutora en una universidad a cierta distancia. Era una mujer tensa con aspecto severo y lengua sarcástica. Pero ____ notó que a Emma le caía bien y que buscaba su compañía ignorando sus indirectas o ni siquiera captándolas.

La hermana pequeña, Karla, había llegado con su marido y sus hijos gemelos de once años. Eran unos niños alegres, pero sensibles y ambos sabían que debían tratar a Emma con cuidado. Después de la primera hora, ____ los dejó a los tres juntos con tranquilidad.

El día antes de Navidad, ____ estaba haciendo todavía preparativos para acomodar a tantos invitados. Al final, consiguió que todo el mundo tuviera una cama, aunque la casa esta casi a reventar. Hasta Dulce declaró que era acogedor que hubiera tanta gente bajo el mismo techo.

-Aunque no pensarás lo mismo el día de Navidad cuando llegue el resto -declaró sombría.

-¿Faltan todavía muchos? -preguntó ____-. Lo sabía, pero ya he perdido la cuenta.

-Varios primos -declaró Dulce, agitando la mano-. A Daniel ya lo conociste en la boda, Carlos y Jesús. Están bien, al menos algunos de ellos. Carlos no es tan tonto como aparenta. No es como Daniel que sí que lo es.

Emma soltó una carcajada.

-Bueno, ya sé que a ti te cae bien -dijo Dulce-. A todos los niños les cae bien. A mi parecer, él mismo tiene mentalidad infantil.

-Exactamente -acordó Erick con cierta aspereza-. Y no recuerdo haberle invitado a mi boda.

-Por supuesto que no -intervino Mireya-. Nadie invita a Daniel a ningún sitio. No hace falta, él siempre se presenta.

En medio del ajetreo, ____ consiguió tomar tranquilamente una copa de sherry con Mireya en la cocina. Ahora que eran amigas, era fácil compartir su preocupación acerca de la incapacidad de él de hablar con Emma, excepto de forma superficial.

-Él la adora, haría lo que fuera, daría lo que fuera por ella, excepto hablar con el corazón. Al principio, pensé que era maravilloso que él siguiera el juego de los Buddy hasta que comprendí que sólo era porque le resulta más fácil. Mientras tontea con los muñecos no tiene que decir nada más.

-Oh, no -acordó su madre-. Más bien al contrario. Siente las cosas con tal profundidad que no encuentra las palabras. Es igual que su padre. Nunca me ha dicho que me quería, pero los mejores retratos que me ha hecho han sido desde que perdí la belleza de la juventud. Por eso es por lo que sé que sí.

____ sonrió.

-Es muy bonito. Pero yo no estaba hablando de Erick y de mí.

-Si tu marido no puede hablar de sus sentimientos, también debe ser problema tuyo -observó Mireya.

Un impulso celoso le hizo a ____ preguntar:

-¿Cómo lo conseguía Mayra? ¿Le dijo alguna vez que la amaba?

-No estoy segura. Pero eso era diferente. Verás, se criaron puerta con puerta, fueron a la escuela juntos y se entendían con alma y cuerpo. Mayra no necesitaba las palabras.

Lo mejor de una boda (Erick Ibarra y tú.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora